Abraham Sequeda: Autonomía de los estados y el presidencialismo, una influencia en las perspectivas de futuro

Abraham Sequeda: Autonomía de los estados y el presidencialismo, una influencia en las perspectivas de futuro

El presidencialismo es un modelo de organización de la estructura del Estado, cuyas variaciones o desviaciones, pueden influir notablemente en la propia eficacia de las políticas públicas, en el “manejo” de las libertades civiles, la economía y la administración territorial para la autonomía de los estados.

Yendo un poco hacia otro ámbito, en Venezuela está muy bien documentado lo que se llamó en su momento (ocurriendo aún hoy en día) el éxodo campesino. Otro factor característico del país ha sido su clasificación en tiempos pasados como “tercermundista”, “subdesarrollado” o no industrializado (en términos más actualizados).

Con muchas explicaciones y distintas connotaciones de esa calificación de “tercermundista”, para Venezuela ha representado el ejemplo de vida, para situaciones producto de la suma de condiciones desde el punto de vista productivo, en rezagos notables de la actividad industrial, la inmadurez institucional y la dependencia del Estado a través del gobierno en ejercicio, por la razón más controvertida de la época moderna para Venezuela: la renta petrolera.





Estos elementos parecen sueltos e intrascendentes o tal vez casuales y sin ninguna relación con la estructura particular de presidencialismo y su nefasta influencia sobre la sociedad venezolana, pero no lo son. Se puede demostrar a través la escasa autonomía de los estados, que creados estos constitucionalmente bajo un Estado federal, en la práctica resulta un engaño.

Pero hablando del presidencialismo, su particular variación puede llevar a mecanismo para subvertir el resto de poderes públicos; en el mejor de los casos, controlar todos los componentes de la sociedad para entorpecer que puedan acceder limpiamente a niveles de desarrollo económico, bienestar de la población, calidad de vida o como se quiera llamar.

El asunto es que los ciudadanos no pueden depender, vivir o tomar decisiones, con base al dictamen o la venia de un elemento de poder supremo y centralizado en extremo, único e inapelable. Por lo tanto, una transformación de fondo es aniquilar ese enemigo bicéfalo.

El enfoque del gobierno de transición es totalmente contrario al tradicional, al más prudente o conservador; se trata de actitudes de vanguardia, que darán entonces curso al resto de componentes prioritarios para la nación.

@abrahamsequeda