Costo de salida y permanencia, la encrucijada ciudadana, por @ArmandoMartini

Costo de salida y permanencia, la encrucijada ciudadana, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Venezuela, tierra de contrastes y contradicciones, donde la realidad desafía la lógica, presenta un dilema constante: salir o quedarse. Los ciudadanos se encuentran atrapados en la dualidad que enfrentan con decisiones difíciles, evaluando alternativas en un panorama incierto y desafiante. En el país de la politiquería que hace estragos, donde el costo de salida y permanencia son moneda de doble cara, un pueblo traicionado, marginado, empobrecido, mientras corruptos y abusivos agreden la dignidad ciudadana. Un entorno que moldea arbitrajes individuales y familiares.

El costo de salida es significativo, convertido en una carga pesada para millones de venezolanos. Crisis que contraría ética y principios, arruina la economía, asquea la política y devasta lo social, obliga a buscar oportunidades en lejanías. Hiperinflación, escasez de alimentos y medicinas, violación de los Derechos Humanos, inseguridad y falta de perspectiva en un cambio, empuja a un sinnúmero emprender el doloroso camino del exilio en distancia. Sin embargo, apartarse no está exento de abnegación y desafío. Adaptación a nuevas culturas; inmenso sacrificio del arraigo para dejar atrás terruño y hogar, con la consecuente separación de amigos e irresolución sobre el futuro, son solo algunas de las cargas emocionales que enfrentan quienes resuelven dejar su tierra natal.

No es fácil ni económico, se enfrentan estorbos burocráticos, financieros y logísticos al intentar emigrar. Desde la obtención de pasaporte y visa, hasta la cancelación de boletos de viaje. El precio monetario es una parte de la ecuación. La incertidumbre sobre lo que espera al otro lado, el alejamiento de los seres queridos y el choque cultural también influyen en la disposición de partir.

Paradójicamente, también existe un costo de permanencia en Venezuela, igualmente abrumador. Quienes optan por insistir están atrapados en una tarea titánica, búsqueda de víveres y bienes primordiales, mientras el poder adquisitivo se erosiona frente a una moneda devaluada, casi sin valor. Además, de apagones eléctricos, fallas en los servicios básicos y fragilidad ciudadana son contrariedades cotidianas que afectan la calidad de vida; sin olvidar, el deterioro del sistema de salud y la insolvencia de medicamentos, hacen que incluso, enfermedades comunes sean arduas de tratar. La violencia e inestabilidad política generan un clima de aprensión, desconfianza y temor, donde la cotidianidad es amenazada por la infracción y titubeo sobre lo que depara el futuro.

Esta dicotomía plantea interrogantes éticas y morales sobre el derecho de los individuos en buscar una mejor vida, versus el deber de contribuir al cambio, reconstrucción y adecentamiento de la nación. ¿Es justo que alguien abandone su hogar en busca de oportunidades que su propio país no puede ofrecer? ¿O es un acto de compromiso responsable, valor y valentía quedarse para luchar por un cambio?

Además, no solo afecta a quienes eligen permanecer, sino también a aquellos que, por diversas razones, no tienen la opción de abandonar el país. Los más vulnerables, discapacitados, ancianos, enfermos y niños, enfrentan condiciones extremadamente difíciles sin poder acceder a los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades esenciales. Añadiendo el costo emocional y psicológico de subsistir en una constante crisis. La falta de certidumbre, seguridad o certeza, el estrés de lidiar con la duda y la frustración por falta de oportunidades, llevan a problemas de salud mental como ansiedad y depresión.

¿Cómo enfrentar el desafío? Pregunta compleja, espinosa de responder. Venezuela se aferra a la esperanza de un cambio político que traiga una mejoría en las condiciones de vida. Otros buscan soluciones inmediatas, empleo en el extranjero o ayuda de familiares que ya han emigrado. En un país donde el futuro es precario e incierto, la capacidad de resistencia y adaptación es admirable.

En última instancia, el costo de salida y de permanencia en Venezuela son expresión, reflejo del profundo trance que atraviesa el país y de las difíciles decisiones que deben tomar sus ciudadanos. Es imperativo que tanto a nivel nacional como internacional se trabaje en la búsqueda de soluciones que permitan mitigar los costos y ofrecer esperanza a quienes eligen quedarse y a los que se ven obligados a partir.

@ArmandoMartini

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