“Murió para que yo pudiera vivir”, una pareja israelí destrozada por ataque de Hamás

“Murió para que yo pudiera vivir”, una pareja israelí destrozada por ataque de Hamás

Shavit Irene, novia de la ciudadana israelí Netta Epstein, de 21 años, que murió cuando saltó sobre una granada durante el ataque del 7 de octubre en el sur de Israel, concede una entrevista en su casa en la aldea de Bitzaron, cerca de la ciudad de Ashdod, el 3 de noviembre. 2023. – Cuando Irene Shavit habló con su madre tras su primera cita con Netta Epstein, ella dijo que “ya estaba enamorada” de él, aunque temía que pudiera “terminar mal”. Imaginó que el romance podría terminar en un desamor rutinario. Pero su relación terminó el 7 de octubre, cuando Netta, de 22 años, se lanzó sobre una granada de Hamás para salvar su vida mientras hombres armados de la Franja de Gaza invadían el sur de Israel y mataban a 1.400 personas, en su mayoría civiles, según funcionarios israelíes. (Foto de Gil COHEN-MAGEN / AFP)

 

Cuando Irene Shavit conoció a Netta Epstein se sintió “enamorada” desde el primer momento, pero temió que “todo acabara mal”. Esta joven israelí de 22 años, nunca imaginó que su historia terminaría el 7 de octubre cuando su prometido se lanzó contra una granada para salvarle la vida.

Epstein es uno de los 1.400 muertos que dejó el sorpresivo y sangriento asalto de Hamás en Israel, en su mayoría civiles, según las autoridades israelíes. Entre los muertos hay más de 300 militares.





“Él murió para que yo pudiera vivir, así que tengo que vivir”, afirmó Shavit, pero seguir adelante sin su prometido es un dilema.

“Si no lo hago, es una traición, pero si lo hago también siento que lo estoy traicionando”, contó en llanto. “Echo de menos sus besos, sus abrazos, su amor”, dice.

La pareja tenía planes de boda para abril y Shavit ya había comprado un vestido de novia.

Cuando terminaron el servicio militar obligatorio, se fueron vivir a Kfar Aza, un kibutz del sur de Israel.

Desde esta granja colectiva que Shavit describió como “un paraíso de árboles y flores”, se ven los edificios de la ciudad de Gaza, el mayor centro urbano del territorio palestino gobernado por Hamás.

El sábado 7 de octubre, los jóvenes del kibutz planearon desayunar “jachnun”, una especialidad de los judíos de Yemen, y después querían volar cometas “con mensajes de paz hacia Gaza”.

A las 06H30, pareja se despertó con una sirena de alarma con el código “alerta roja”. Pero, en esta localidad cercana a Gaza este tipo de advertencia era casi una rutina.

La pareja se hizo un selfie con cara de dormidos para tranquilizar a sus familias, pensando que estaban seguros en su habitación con protección contra misiles.

A las 08h00 recibieron un mensaje con la instrucción es “encerrarse” y “esconderse” ya que había sospechas de una infiltración.

Decidieron apagar la luz y quedarse inmóviles y comenzaron a escuchar los primeros tiros “a lo lejos”. Después recibieron mensajes que les anunciaron la muerte de la abuela de Netta y de un primo. En la oscuridad lloraron en silencio.

– “Un miedo indescriptible” –

A las 11H30, escucharon un cristal roto en el salón y se pegaron a la pared, con la esperanza de no ser vistos. Irene sintió “un miedo indescriptible”.

Después se abrió la puerta y un comando de Hamás les gritó en hebreo “¡Salgan”. Cuando lanzaron la tercera granada, Shavit se lanzó para protegerla.

“Es lo que uno aprende en el ejército. Si hay una granada en un lugar cerrado, uno salta hacia ella para proteger a los otros”, contó la joven.

Tras la explosión, un miliciano lanzó una ráfaga contra Netta, después el comando prendió fuego a la habitación y se fue.

Irene pensó que moriría, pero logró arrastrarse hasta el baño, apagó el fuego y se escondió debajo de la cama, bajo el cuerpo de su prometido muerto.

Durante dos horas escuchó combates y a las 16h00 escuchó a los soldados que llegaron en busca de supervivientes.

Desde el 7 de octubre, Hamás informó que casi 10.000 personas murieron por los bombardeos de represalia lanzados por Israel en la Franja de Gaza.

Irene dejó su hogar para establecerse en Bitzaron, una localidad relativamente segura, cerca de Tel Aviv, pero continúa acechada por la culpa.

Miles de personas acudieron al funeral de Epstein, pero Shavit tiene pocos recuerdos.

“Me dije a mí misma, ¿qué estoy haciendo aquí?”, relató. Ella pensaba que tenía todavía 70 años antes de tener que despedirse de su pareja.

AFP