La transformación de Messi: cómo fue cambiando de puestos en la cancha para seguir siendo el mejor del mundo

La transformación de Messi: cómo fue cambiando de puestos en la cancha para seguir siendo el mejor del mundo

Lionel Messi, sus distintas etapas y funciones. En el Barcelona, imagen de 2017

 

 

 





Los cracks del deporte terminan llegando al status de leyendas por sus logros, sus hazañas, sus números, su legado y, claro, también por su vigencia.

La gran mayoría de aquellos que pertenecen a la élite de la élite han sabido reinventarse para seguir siendo dominantes cuando el almanaque fue pasando y sus prestaciones físicas disminuyeron.

El caso de Leo Messi no es una excepción y lo más impactante es que su transformación tuvo diferentes etapas que en este nota analizaremos.

Del extremo habilidoso pasó al famoso falso 9, aquel goleador serial y ahora, desde hace años, es el conductor, el organizador, el facilitador, al asistidor, el enganche con sed de gol. Así logró su octavo Balón de Oro, un hito impactante si se tiene en cuenta que gana el premio más prestigioso a los 36 años y 14 después del primero.

Leo lo hizo porque supo reinventarse. Un proceso que nació en su inteligencia para saber cuándo cambiar y hacia qué lugar de la cancha, en su pasión por seguir dominando en el máximo nivel y en su determinación para pensarlo y ejecutarlo sin perder su esencia.

Aunque hay algo que lo separa del resto y lo convierte en único, en el mejor de todos los tiempos. Son 20 años en la cima del mundo futbolístico, algo que muy pocos lograron.

Desde aquel lejano debut, el 16 de noviembre de 2003 contra el Porto de Mourinho, Messi se sintió cómodo como extremo derecho para jugar a pierna cambiada, buscando siempre ir desde ese lado hacia el centro, buscando opción ahí, ya sea un tiro de afuera del área, un ingreso a la misma o un pase filtrado.

¿Cuántas veces vimos sus slaloms de derecha a izquierda pasando por el medio y definiendo con un remate seco, con comba, al segundo palo? Su velocidad con control, habilidad, remate y visión de juego lo convirtieron en imparables, sobre todo cuando agarra al rival desorganizado o con espacios entre defensores.

El Messi extremo era un gambeteador incansable, capaz de dejar tirados o parados a todos los que se le pusieron enfrente, a una velocidad imposible.

Era el 24 de agosto del 2005, contra Juventus, por el Trofeo Joan Gamper, cuando Messi deslumbró por primera vez como extremo.

Los 90.000 espectadores que colmaron el Camp Nou asistieron aquel día al nacimiento de una leyenda. Fue tan brutal lo que hizo el rosarino, con apenas 18 años, que el italiano Fabio Capello, entrenador rival, no dudó en saltar del banco de suplentes a los 20 minutos de la primera parte para encarar al holandés Frank Rijkaard, técnico culé.

“¿Me prestás a ese chico para Juventus?”, le preguntó entre risas. “Nunca había visto a un jugador juvenil con tanta calidad y con esa personalidad con una camiseta tan importante”, confesó Capello tiempo después.

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