Gerardo Lucas: Un venezolano en Japón. La cortesía

Gerardo Lucas: Un venezolano en Japón. La cortesía

Aprovechando mi estadía en Japón, no quisiera pasar por alto la oportunidad de escribir algunas de mis impresiones sobre la gente de este otro lado del mundo. Para cualquier forastero, el Japón es un país completamente diferente a todo aquello a lo que estamos acostumbrados en occidente. Uno de los aspectos más resaltante a los ojos del extranjero, son los niveles de cortesía de las personas, todas, sin excepción, se comportan de una manera extremadamente cortés. Por ejemplo, para dar las gracias, cuya palabra para expresarla es: Arigato, dependiendo de la circunstancia y de la relación que se tiene con el interlocutor, esta adquiere un significado distinto. Al pronunciarla se acostumbra a hacer una especie de reverencia, que puede tratarse de un movimiento con la cabeza, o del torso, dependiendo de la relación y jerarquía de la persona a quien va dirigida, y en algunos casos, se hace hasta tres veces. Los mayores, son objeto del trato más  deferente, le muestran sus respetos en cualquier ocasión.

Otro aspecto a destacar de los japoneses, es su indisposición para involucrarse en enfrentamientos. Ellos, en lo fundamental, evitan el conflicto. También figura entre sus principios, la subordinación del individuo al grupo. Dentro de la sociedad se estimula a todos los componentes de ella para que se comporten de manera similar, homogénea. Que no se diferencien mucho del grupo. Además, no les gusta destacarse, salirse del patrón. Este tipo de comportamiento, se le inculca desde el principio de su educación y dentro de la familia. 

Es una sociedad muy conservadora y tradicional, el fundamento de esta conducta, está en el sintoísmo, que es la religión, junto con el budismo, imperante en el Japón. El sintoísmo considera que el hombre nace bueno, y que la razón de que las cosas malas sucedan se debe a los malos espíritus, buscan la pureza, la armonía, el respeto por la naturaleza y la familia. 





Promueven, particularmente, estos dos valores: la armonía y la pureza, en todos los ámbitos de la vida, y como beneficio de esta actitud obtendrán buena salud, prosperidad, y seguridad. Este comportamiento similar, homogéneo y conservador, de los componentes de esta sociedad, contrasta con la personalidad de los occidentales que, por el contrario, tienden a diferenciarse, a distinguirse entre los demás. 

Economista/ Master en Finanzas/Historiador. https://gerardolucas.wordpress.com/