“Volvería a pasar mil veces el Darién”: Dos venezolanos narran paso a paso su infierno para llegar hasta EEUU

-FOTOGALERÍA- AME4545. DARIÉN (PANAMÁ), 22/03/2023.- Personas migrantes esperan para ser trasladados en canoa desde la Quebrada León hasta a la comunidad de Bajo Chiquito, el 10 de marzo de 2023, en Darién (Panamá). Cuando salen agotados de la selva del Darién, los primeros que acuden al socorro de los migrantes no son la ONU, las ONG o las fuerzas de seguridad panameñas, sino los indígenas emberá, que esperan con sus piraguas para aliviar el descenso por el río hasta el primer poblado. Los indígenas los reciben con sus canoas, incluso con alimentos y agua, pero cobran. No son una organización humanitaria y han visto un negocio en la llegada masiva de migrantes, 70.000 en lo que va de año. Por un puesto en la piragua hasta el poblado de Bajo Chiquito se paga 20 dólares, los niños menores de diez años viajan gratis. Bajo Chiquito, situado a las orillas del río Tuquesa, triplica su población a diario con la llegada de alrededor de mil nuevos migrantes. El pequeño poblado, al que en época de lluvias solo se puede acceder en canoa, se ha convertido en un gran mercado, con puestos de venta de comida, ropa o incluso de recarga de celulares. EFE/ Bienvenido Velasco

 

Atravesar una jungla espesa y pantanosa con mil peligros naturales y humanos no es lo peor de un trayecto que dura meses con destino a Estados Unidos.

Por BBC





Aunque los venezolanos Milena y Enrique no viajaron juntos, ni recorrieron los mismos caminos desde Colombia hasta Norteamérica, coinciden en que lo más difícil de sus travesías fue el paso a través de México.

“A mí me pareció México un poco más rudo porque fue más largo, tenía llagas en los pies, había mucho sol, comimos muy poco. Además del trauma de estar pendientes de la policía, de los carteles y de migración”, dice Milena.

“La selva del Darién es dura pero ya sabes a lo que te enfrentas, en cambio México es como un juego de estrategia y te enfrentas a cualquiera: carteles, migración, policía, los mismos migrantes”, recuerda Enrique.

Los dos están de acuerdo aun cuando viajaron en condiciones muy distintas y cruzaron a EE.UU. por puntos fronterizos diferentes.

Enrique, de 45 años, arrancó el viaje con un grupo de 40 personas y con una buena cantidad de dólares en su billetera.

Milena, en cambio, tiene 30 años, se aventuró con su sobrino, de 21, y sin un centavo en sus bolsillos.

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