Alexis Ramos: ¿Igual gobierno, diferente universidad?

Alexis Ramos: ¿Igual gobierno, diferente universidad?

El 26 de mayo la Universidad Central de Venezuela realizará elecciones para escoger a sus autoridades. Se llevarán a cabo aplicando   un “Reglamento Transitorio” aprobado por  el Consejo Universitario y  logrado mediante  un  misterioso  acuerdo.  Casi 15  años han transcurrido sin elecciones y con las mismas autoridades universitarias. Los intereses políticos y las conveniencias de algunos grupos y personas,   privaron sobre las instituciones y desconocieron, uno de los pilares básicos de la democracia: la alternabilidad en los cargos.  Esto, aunado al fracaso de las políticas económicas del gobierno,  la aparición de la pandemia de COVID 19  y  la reducción significativa  del presupuesto asignado a las universidades,  nos condujo al lamentable estado actual   de las universidades autónomas: pérdida de su autonomía, grave deterioro de la planta física, deserción importante de estudiantes y profesores, desmantelamiento de laboratorios docentes y de investigación, inseguridad, salarios irrisorios  y  desaparición del liderazgo universitario. El proceso de desintegración ha ocurrido ante nuestros ojos y las instancias gubernamentales actúan   en abierta contradicción con  las disposiciones legales vigentes: Ley de Universidades (Art. 13)  y Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (Art.109). El gobierno, con la aprobación de la Ley de Educación Superior, introdujo la norma del “Estado Docente”, otorgando al Ejecutivo Nacional competencias para controlar a las universidades y limitar su autonomía.  Esta conducta oficial,  induce a  pensar que el gobierno no cree que las universidades públicas autónomas son el instrumento del Estado  para formar  profesionales competentes  y generar  conocimientos indispensables  para el desarrollo y progreso de la nación.  Al contrario, el trato ha sido agredir  y  negar los recursos económicos  necesarios para que la universidad pública y autónoma  cumpla  con  la función que le está encomendada por la Constitución de la República.  Creó  un sistema paralelo  de educación superior oficialista, ideologizado y  dirigido por autoridades designadas,   con un costo cercano a los 40.000 M de dólares.  Los  rectores  designados a dedo por el gobierno,  le garantizaron,    una  amplia  mayoría  en el Consejo Nacional de Universidades, máxima instancia de decisión en materia de educación superior. 

Todas las calamidades mencionadas produjeron graves y grandes problemas a las universidades autónomas, en particular a la UCV,   que había logrado desde el año 1958 crear una infraestructura de investigación y de formación de recursos humanos,  reconocida, de acuerdo con los criterios de evaluación  internacionales.  Desde las aulas de sus once (11) facultades egresaron miles de profesionales que se constituyeron en semilleros para la creación  de otras instituciones de educación superior y para la  fundación y soporte de importantes empresas  públicas y privadas.   Sus investigadores jugaron un papel muy relevante en el incremento significativo de la actividad de investigación en el país. Recordemos que Venezuela llegó a alcanzar el quinto lugar en Latinoamérica en producción de trabajos de investigación.

La Universidad Central,  en su ya larga existencia de 300 años,  ha pasado por momentos muy críticos. El patrimonio concedido por el Libertador en su decreto de 1827 le fue arrebatado en buena proporción por uno de los gobiernos despóticos que ha tenido Venezuela. Otros regímenes le negaron recursos, destituyeron arbitrariamente  a sus autoridades, allanaron sus recintos y la clausuraron en varias ocasiones. A pesar de esto, su  historia nos enseña también,  que la institución a la larga se sobrepone a esas agresiones y mezquindades, resurge  de  las sombras y  vuelve con su luz a iluminar todos los rincones del país. 





Una vez más,  a los universitarios de esta generación les  corresponde la trascendental tarea de  recuperar y fortalecer  a la universidad para que asuma  su deber   de contribuir a generar conocimientos, capacitar a la juventud  y educar para la defensa de   los derechos civiles fundamentales de los venezolanos.  Los vientos que comienzan a aparecer son favorables. Lenta pero sostenidamente,  la comunidad ha empezado a movilizarse y a participar. La aparición de siete (7) opciones distintas con aspiración de ser elegidos para los cargos de  Autoridades Rectorales, el numeroso grupo de aspirantes a Decanos y a representantes ante los órganos de cogobierno,  presagian que la universidad va a despertar y  va a cumplir con  su noble misión. La participación de todos los miembros de la comunidad universitaria, activos y jubilados,  conjuntamente con sus  egresados,  será una demostración  extraordinaria de su fortaleza para recuperar la democracia, el respeto a todas las formas de pensamientos   y para renovarse a sí misma. Al concluir el proceso electoral,   la nueva dirigencia universitaria deberá  plantearse  como objetivo principal,  implementar un nuevo modelo de gestión cuyo propósito principal será  construir un amplio frente, con un fin común: elaborar  un  programa  de fortalecimiento  de la universidad pública y autónoma, de renovación de sus estructuras obsoletas, de innovación de sus sistema de ingresos adicionales, que  privilegie la academia e interactúe activamente  con todos los sectores de la sociedad venezolana.   Así lo ha expresado acertadamente el profesor Víctor Rago, uno de los candidatos a Rector: “la tarea fundamental del nuevo  liderazgo universitario es encabezar el esfuerzo colectivo para preservar los valores y principios de la universidad autónoma y democrática, así como estimular los cambios necesarios para responder a un entorno en transformación constante”.