Las dificultades de las lavanderías y tintorerías en Táchira para laborar sin agua y sin electricidad

Las dificultades de las lavanderías y tintorerías en Táchira para laborar sin agua y sin electricidad

 

Cada vez quedan menos lavanderías y tintorerías en el estado Táchira, pues este servicio es considerado un lujo por gran parte de la población.





Por Anggy Polanco / Corresponsalía lapatilla.com

No obstante, algunas pocas aún sobreviven en medio de apagones, escasez de agua y pocos clientes.

Carlos García, quien lleva 20 años laborando en este sector empresarial en Barrio Obrero, San Cristóbal, contó que en los últimos días ha sido complicado cumplir con los servicios de lavado y planchado de ropa, debido a los constantes cortes eléctricos, por lo que la productividad ha mermado y ha afectado el servicio al cliente.

Adicionalmente, en la zona donde se ubica la lavandería, cuando se va el fluido eléctrico, al mismo tiempo se corta el agua, motivo por el cual han tenido que alargar las horas de trabajo.

García explicó que la rentabilidad de este servicio ha mermado y ha aumentado considerablemente el costo del agua y del suministro eléctrico, al igual que los alquileres, lo que ha ocasionado que cada vez existan menos lavanderías.

En la lavandería en la que labora Carlos García, aplican promociones de lavados por una pieza de ropa en 10.000 pesos, a fin de atraer a potenciales clientes, pues a medida que pasa el tiempo ya los profesionales médicos y abogados, que eran los más llevaban camisas, ya no han vuelto.

“Yo me imagino que ellos, o comen o mandan a lavar. A veces lavan nada más lo esencial”, comentó el prestador de este servicio.

Reina Sepúlveda, trabajadora de una lavandería que tiene casi 48 años de funcionamiento en San Cristóbal, expuso que en ocasiones le ha incumplido a algunos clientes cuando la situación con la electricidad se escapa de sus manos.

Adicionalmente, los recibos de Hidrosuroeste le han llegado con un aumento de 400% en comparación con lo que pagaban en 2022.

Hace 10 años, en la lavandería de Sepúlveda sacaban 200 facturas semanales de servicios de lavado, pero ahora al mes, a duras penas, llegan a 100 pedidos.

Por ello, ya no se dan el lujo de contratar empleados, solo laboran ella y su esposo, mientras que antes de pandemia sostenían a 8 trabajadores debieron despedir ante la baja producción.

De igual modo, Reina tuvo que reorganizar la manera de trabajar: anteriormente todos los días lavaban y secaban prendas, pero ahora lo hacen una o dos veces por semana, pues en su negocio las tarifas oscilan entre 3 dólares y 20 dólares, según la pieza o kilos de ropa.