El debut del telescopio James Webb, el avance científico más importante del 2022

El debut del telescopio James Webb, el avance científico más importante del 2022

James Webb, una ‘máquina del tiempo’ que sondeará regiones del cosmos inaccesibles hasta ahora ( EFE/ESA / D. Ducros)

 

En apenas doce meses de vida, el telescopio James Webb (JWST) ha maravillado al mundo con sus imágenes y proporcionado inestimables datos del universo. La trascendencia de este explorador del cosmos ha sido considerada por la revista Science el avance científico más importante del año.

La revista escoge diez hitos que han marcado 2022, desde el descubrimiento de la bacteria más grande del mundo a cómo la peste negra alteró los genes en Europa, el uso del ADN ambiental para reconstruir un ecosistema de hace dos millones de años o el éxito de la misión espacial DART, que desvió, por primera vez, un asteroide.

El JWST requirió 20 años y 10.000 millones de dólares para su construcción, era solo el inicio de una aventura que le ha llevado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, donde ha abierto su ojo (de 16 hexágonos recubiertos de oro) para permitirnos echar un vistazo al universo y su pasado con un detalle sin precedentes, escribe la publicación.

La primera imagen a todo color del telescopio espacial James Webb de la NASA, un revolucionario aparato diseñado para asomarse al cosmos hasta los albores del universo, muestra el cúmulo de galaxias SMACS 0723, conocido como el Primer Campo Profundo de Webb (NASA, ESA, CSA, STScI, Webb ERO Production Team/Handout vía REUTERS)

 

En los pocos meses que lleva tomando datos “ya ha producido una gran cantidad de resultados científicos extraordinarios que están cambiando nuestra imagen del Universo”, dice a EFE el astrónomo español David Barrado Navascués, para quien el resultado va más allá de todas las expectativas.

El científico del Centro español de Astrobiología destaca, en un tiempo tan complejo como el presente, el “gran éxito” de cooperación internacional liderada por la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la canadiense (CSA) que supone James Webb. Además, cualquier investigador en todo el mundo puede, en un proceso competitivo, usarlo.

Un telescopio que, para Barrado, sería incluso merecedor del Nobel de la Paz pues “fomenta el libre intercambio de ideas y de conocimiento a un nivel absoluto”.

Los equipos de ingeniería del Centro de Operaciones de la Misión del Telescopio Espacial James Webb de la NASA monitorean el progreso mientras el segundo espejo primario del observatorio gira a su posición, en el Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial (EFE/Bill Ingalls/NASA)

 

El James Webb, que tras su lanzamiento pasó semanas en un complejo proceso de despliegue, puede mirar, gracias a su capacidad de ver en el espectro infrarrojo, hasta 13.000 millones de años atrás, cuando nacieron las primeras estrellas.

Su primera imagen fue presentada en julio por el presidente estadounidense, Joe Biden, y en ella se pudo ver con una claridad sin precedentes la belleza del cúmulo de galaxias SMCS 0723.

Sin moverse del espacio, Science incluye en séptima posición a la misión DART, con la que la NASA logró algo más propio del cine de ciencia ficción: desviar un asteroide, convirtiendo en éxito la primera prueba de defensa planetaria.

Ilustración del impacto entre Dart y Dimorphos. / NASA/JHU-APL

 

Era solo una prueba para demostrar que funcionaba la tecnología del impactador cinético, es decir, que DART, del tamaño de una máquina expendedora, se lanzó a unos 20.000 kilómetros por hora contra el asteroide Dydimos, que orbita a otro llamado Dimorfos.

Este sistema doble permitió comprobar que, tras el impacto, la órbita de Dydimos alrededor de su asteroide mayor se redujo en 32 minutos.

Y desde las estrellas, la segunda investigación más importante del año lleva directamente a los manglares de la isla de Guadalupe, donde los científicos descubrieron a “Thiomargarita Magnífica”, una bacteria única.

Magnífica es tan especial porque pude verse a simple vista, al ser 5.000 veces más grande que la mayoría de bacterias -como si una persona se topara con otra tan alta como el Everest- y su existencia cuestiona algunos de los principios fundamentales de la biología y la evolución de los seres vivos.

Imagen de un filamento de Thiomargarita magnifica, una bacteria gigante de un centímetro y que ha sido encontrada en los manglares de Guadalupe. EFE/Jean-Marie Volland/Lawrence Berkeley National Laboratory, Laboratory for Research in Complex Systems.

 

La genética también merece la mención de Science para remontarse a hace 700 años, cuando una gran epidemia de peste bubónica asoló Europa. Los ecos de aquella enfermedad llegan hasta nuestros días, pues estudios de ADN con cientos de muestras revelaron que modificó nuestro genoma y sistema inmunitario.

Los individuos con dos copias de una variante específica favorecía que tuvieran un 40 % más de posibilidades de sobrevivir. Con los siglos el sistema inmunitario ha evolucionado y ahora esa misma variante se asocia con una mayor susceptibilidad a enfermedades autoinmunes.

En este top también se ha colado el ADN ambiental más antiguo jamás recuperado, gracias al cual un equipo científico consiguió reconstruir un ecosistema del norte de Groenlandia, incluida las especies animales y vegetales que estuvieron presentes hace unos dos millones de años.

La posibilidad de que la infección con el virus de Epstein-Barr, que provoca la mononucleosis, tenga un papel esencial en el desarrollo de la esclerosis múltiple es otro de los grandes avances citados por Science.

Una foto publicada por la Universidad de Sheffield el 30 de noviembre de 2016 muestra una fosa común desenterrada en Thornton Abbey cerca de North Killingholme en 2015. – Una fosa común “extremadamente rara” que contiene 48 víctimas de la Peste Negra ha sido encontrada en el sitio de un hospital de monasterio del siglo XIV en el noreste de Inglaterra, dijeron hoy los arqueólogos. Los huesos fueron fechados por carbono a mediados del siglo XIII, cuando se estima que la Peste Negra, una de las pandemias más mortales en la historia de la humanidad, acabó con hasta el 60 por ciento de la población de Europa. (Foto by HO / UNIVERSITY OF SHEFFIELD / AFP)

 

La conclusión es de un equipo de la Universidad de Harvard que siguió durante 20 años a más de diez millones de reclutas militares e identificó a 801 que habían desarrollado esclerosis -todos menos uno habían sido positivo para el Epstein-Barr-.

Los resultados de los ensayos clínicos a gran escala de dos de las vacunas contra el virus respiratorio sincitial han sido asimismo destacados; al igual que los cultivos de arroz perenne; la ley estadounidense sobre el clima y la creatividad e “invasión” de la inteligencia artificial.

EFE
 

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