Migrantes víctimas de violencia consiguen resguardo tras ser deportadas de EEUU

Migrantes víctimas de violencia consiguen resguardo tras ser deportadas de EEUU

Varias mujeres hondureñas en riesgo de desplazamiento atienden sus clases para emprender y ser autónomas en la comunidad rural 23 de septiembre, en Honduras. GONZALO HOHR

 

“Poder compartir mi experiencia, hablar en alto lo que tanto tiempo me he callado, ha sido como volver a vivir”, confiesa Yulibeth Santos, la primera en alzar la voz. Son cuatro las mujeres sentadas en una mesa que, frente a un numeroso público femenino, exponen sus testimonios, el aprendizaje adquirido a través del grupo de apoyo psicosocial creado en la Comunidad de Dos Caminos, en el departamento de Cortés, una de las 18 secciones que conforman Honduras.

Por El País





“Estaba muy deprimida y me sentía muy sola antes de conocer al resto”, reconoce Santos antes de que su compañera sea la siguiente en hablar. “Una cree que solo le pasa a ella hasta que conoce a otras mujeres. Gracias a la red he entendido mejor lo que me pasaba, mi autoestima se ha fortalecido”, agrega María Esperanza García, exponiendo los denominadores comunes que entrelazan su historia con la del resto: la falta de oportunidades laborales, los huracanes que sumieron sus casas todavía más al fondo de la pobreza y la violencia de la que fueron víctimas en su propio hogar.

Este espacio de escucha constituye una red de apoyo que forma parte del proyecto Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) Integra. Ha sido ejecutada por Acción contra el Hambre y de la mano con organizaciones civiles como ASONOG y municipios locales. La iniciativa “busca brindar cobertura de necesidades básicas y protección a mujeres y menores de edad migrantes en riesgo de desplazamiento”, expone María Castro, la responsable de la AECID en Honduras, el organismo responsable de impulsar el desarrollo y la defensa de derechos humanos en el país centroamericano.

“Es un trabajo constante que hay que hacer, porque venimos con la autoestima destrozada. Ahora sé que yo valgo, que puedo salir adelante y criar a mis hijos”, relata Nolvia Suyapa Jiménez Benítez, de 28 años y madre de tres hijos. La mayor tiene 12, el pequeño ocho. “A él fue al único que me llevé conmigo, al resto los dejé con mi familia”, cuenta esta hondureña, una de las tantas que intentó en algún momento llegar a Estados Unidos y fue repatriada contra su voluntad.

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