Carlos Ochoa: La fuerza como centro de la historia

La física al tratar de explicar el origen y la composición del universo habla de cuatro fuerzas conocidas hasta ahora,  gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil, la interacción de estas fuerzas fundamentales principalmente la nuclear fuerte es la que permite que se agrupen las partículas de los núcleos atómicos, esto quiere decir apreciado lector que usted y todo lo que conocemos como materia existe gracias a la acción de esta fuerza nuclear fuerte, hay una quinta fuerza fantasma llamada muones que son unas sub partículas  atómicas que aparecen y desaparecen de las cuales poco se conoce por ser muy escurridizas, en este tema se le atribuye a Einstein una frase holística que señala que el “interés compuesto” es la fuerza más poderosa del universo y es muy probable que tenga razón, aunque los matemáticos definan al interés compuesto como una potencia de la fuerza y no una fuerza en sí misma, recientemente algunos físicos  afirman que la materia oscura es el pegamento del universo, lo que agrega otro elemento del que se sabe casi nada. En todo caso la fuerza entre sus extremos fuerte y débil puede asumirse como fuerza estática, dinámica, máxima, explosiva, resistente y también relativa y absoluta.

Esta nota no es para nada científica, porque mi ignorancia en física y en casi todo, no me permite sino repetir con cierto riesgo conceptos que gracias a la divulgación de autores como Carl Sagan, Stephen Hawking y otros están al alcance de cualquiera,  en libros de divulgación astrofísica y en la internet, sin embargo aplicando el principio metafísico de que como es arriba es abajo y tomando como referencia el profundo análisis sobre la fuerza como protagonista de la historia de la filósofa francesa Simone Weil (1909-1943), quien en su corta vida pudo además de la filosofía y el misticismo dedicarse al activismo político, en unos tiempos complicados por la guerra, intentaré reproducir algunas precisiones de esta maravillosa joven que influenció a figuras como  Albert Camus y el recientemente fallecido cineasta Jean Luc Godard.

Simone Weil define los cantos homéricos de la Ilíada como un poema de la fuerza, destaca que el verdadero tema de la Ilíada es la fuerza, que toda la heroicidad del poema de Homero no es otra cosa que la fuerza de los hombres para someter a otros hombres. El alma humana para Weil no hace más que entrar en esa vorágine, modificándose por sus relaciones con la fuerza, donde se ve arrastrada, doblegada, enceguecida. En este punto hay un destello que Simone nos hace ver para entender el espíritu de nuestra época, afirma que los que soñaron que la fuerza, gracias al progreso  pertenecía ya al pasado, tienen que enfrentarse a la realidad que la fuerza es el centro de la historia y si esta fuerza se aplica desmesuradamente para someter, convierte a los sometidos en una cosa, un cadáver, la fuerza que mata continúa la filosofa, es una forma sumaria, grosera de la fuerza, la fuerza que no mata deja en suspenso el momento en que va a convertir a un humano en una cosa hasta que decida matarlo.





Nos dice Weil que la fuerza que convierte a un humano en un objeto que respira, es un poder mucho más prodigioso, porque el ser está vivo, tiene un alma y sin embargo es una cosa. Esto aplica para los regímenes totalitarios fuertes y para los que alternan la fuerza que mata con la fuerza que no mata.

La fuerza como centro de la historia es el más grande de los obstáculos y paradójicamente el mayor impulso civilizador que la humanidad ha experimentado, el siglo XX y lo que va del XXI son elocuentes en este sentido, el equilibrio de las fuerzas es por ahora una ilusión, una utopía,  la paz tenemos que entenderla como un estado transitorio de la fuerza, quedan en el campo de batalla los cuerpos de los que se enfrentaron y las bajas de los llamados daños colaterales que son las inocentes víctimas de los conflictos, las esperanzas fútiles de progreso entregan sus vidas en los peligrosos cruces de fronteras de las caravanas de migrantes, escapando de la miseria y la muerte, con la  probabilidad de encontrarse  en el camino  con otra fuerza, irregular, despiadada, que también mata. 

Como conclusión del estudio de la fuerza en la Ilíada de Simone Weil, podemos afirmar que lo único que puede cambiar el destino individual y colectivo de los seres humanos, es otra fuerza que no está descrita en la física clásica ni en la mecánica cuántica, a esta fuerza la conocemos como  fuerza de voluntad, sin esta no es posible el cambio, para activarla hay que plantearse objetivos y no ceder a la satisfacción de los intereses inmediatos que puedan debilitar o desviar la fuerza del objetivo principal.

Para ponerlo en contexto, la oposición venezolana ha utilizado en diferentes momentos variadas intensidades de fuerzas, en el 2002 el generalato logró la renuncia de Chávez con la fuerza explosiva, activada por las más grande protesta que se ha dado en Venezuela con el resultado que todos conocemos, la reacción de Chávez fue de fuerza resistente y relativa, dejó que la explosión alcanzara a sus compañeros de armas y a un sector conspirador, que no entendieron que una vez conseguido el objetivo tenían que cambiar de fuerza para consolidar lo alcanzado.

En el 2015 la oposición construyó un relato de fuerza máxima y arrasó en las parlamentarias, Maduro en una contra ofensiva asimiló la derrota, respondiendo para ello con la fuerza relativa, creando un parlamento constituyente paralelo, despojando a la Asamblea de la fuerza absoluta que por ley de mayoría podía limitar el abuso ilimitado de poder del régimen.

Ahora nos enfrentamos con la posibilidad que se realice una elección presidencial en 2024 o antes si Maduro le encuentra ventaja al adelanto, la oposición debate sobre el tema de cómo seleccionar a un candidato para presentarse a ese evento, las opiniones son diversas pero hay que recordar que los partidos políticos están diseñados genéticamente para la participación electoral, así que tomando en cuenta las experiencias anteriores y en vista que no hay decisión de un método de primarias, seguramente se participará divididos con caballos de Troya dentro del espectro opositor, lo cual es una fuerza débil que favorece a Maduro.

Para ser competitivos en el escenario de 2024 se  tiene que partir de la fuerza fuerte en lo organizativo por la característica que la define en física y la fuerza dinámica con respecto al relato, lo que equivale a hablar y mascar chicle a la vez, caminar y correr alternadamente para producir movimiento, el mono relato de Maduro vete ya es de la fuerza estática, existen factores de fuerzas externas e internas que tienen que alinearse, vale decir que la física y la Ilíada están presentes para los que quieran entender que el uso de la fuerza como un “interés compuesto”, es la más poderosa del universo, como  asomó Einstein y Homero a su modo, en la historia de Tirios y troyanos que por irreconciliable se parece mucho a nuestra realidad.