Carlos Ochoa: El pragmatismo de las potencias mundiales

Carlos Ochoa: El pragmatismo de las potencias mundiales

La visita de la delegación del gobierno de Biden a Maduro ha desatado un huracán político que tiene confundidos a la oposición venezolana representada por Guaidó, el gobierno colombiano del Presidente Duque y un sector del partido republicano norteamericano, en realidad ese contacto no debería sorprender porque la única diferencia con otros contactos que se han dado en el pasado es que este se hizo público, provocando una fuerte reacción de parte del senador Rubio y de otros personeros del partido republicano, que observan serias inconsistencias políticas del gobierno de Biden para con Venezuela y la oposición que se agrupa en el interinato de Guaidó. 

El mundo vive tiempos difíciles con la invasión rusa a Ucrania y la amenaza de una guerra nuclear que ha planteado Putin como medida extrema para presionar a Europa y a la OTAN que no intervengan en sus planes expansionistas imperiales, muchos analistas afirman que el dictador ruso se ha metido en un pantano del cual no saldrá limpio, sin importar que ocupe y venza militarmente dejando una estela de muerte en Ucrania. 

En realidad se están librando dos tipos de guerra, Putin desarrolla en Ucrania una guerra convencional con ocupación de territorio, bombardeos aéreos, blindados y fuego de artillería, lo cual supone un alto costo en recursos humanos y económicos que la economía de un país como Rusia no puede mantener a largo plazo si el conflicto se prolonga y se convierte en lo que parece ser,  una guerra de resistencia,  en donde los ucranianos tienen una base de suministros continuos de armamento, medicamentos y alimentos de Europa, Reino Unido y los Estados Unidos, que le han encontrado el talón de Aquiles al ambicioso Putin, con el aislamiento económico y las sanciones financieras más duras que se le hayan aplicado a gobierno alguno, por supuesto que el arma estratégica del ruso es el petróleo y el gas que provee a Europa de fuentes energéticas en especial a Alemania, el conflicto ha volatizado los precios del petróleo y los mercados no se estabilizarán a menos que la OPEP decida un incremento de producción, o los Estados Unidos sacrifiquen su política ecológica y comiencen a extraer crudo vía fracking, lo que luce poco probable de cara a las elecciones de medio término  en donde el partido demócrata tiene altas probabilidades de salir derrotado. La pregunta que se hace el mundo es cuánto más va a estar Putin en el poder, pues al amenazar con su arsenal nuclear se colocó en el lado equivocado de la historia, una historia que lo convierte en un villano, incluso dentro de su propio país que ya empieza a protestarlo.





En medio de la crisis, la búsqueda de opciones convierte a la política mundial en un juego pragmático, en donde los intereses privan sobre los valores, es lamentable pero Venezuela no está entre las principales prioridades de las potencias occidentales para restituir el estado de derecho y las libertades democráticas. El toque a Maduro que reaccionó de inmediato cambiando su narrativa en relación a la invasión a Ucrania y su apoyo incondicional a Putin, es parte del pragmatismo político de las potencias, en el caso de los Estados Unidos el lobby de las petroleras como Chevron antigua Standar Oil que quiere operar de nuevo en Venezuela y cobrarse los casi mil millones de dólares que le adeuda PDVSA y otras petroleras que por las sanciones tuvieron que cesar operaciones son parte del juego, independientemente que los expertos petroleros adviertan que Venezuela no puede aportar petróleo en las cantidades necesarias para suplir el petróleo ruso, la administración Biden quiere tener la certeza que Venezuela en el tablero geopolítico esté de su lado en el tema energético, sin importar en este momento la retórica ni los valores democráticos, como tampoco el sufrimiento de millones de venezolanos, de eso trata el pragmatismo en política.