La mentira tiene patas cortas, por @ArmandoMartini

La mentira tiene patas cortas, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Puede conservarse por horas, días, semanas, veinte años o más, pero termina desenmascarada. La verdad es que a través del chavismo, dos presidentes y falsas promesas, Venezuela se ha extraviado, el ciudadano esta desconcertado, desilusionado por decepciones sucesivas de cierta oposición cohabitadora que no rinde cuenta, habla demasiado y ofrece sin lograr. Un régimen que cacarea un mundo maravilloso con bolsas Clap miserables, manchadas por la corrupción; edificios para un pueblo desprovisto que se desploman; una batalla contra la delincuencia organizada que achaca a otros, y una fuerza armada orgullo de América, hoy encubridores con charreteras.

Un absolutismo de petróleo barato para países caribeños que ahora nos rechazan con incivil furia, desprecian y asesinan a tiros. Que soñó grandilocuencias con el propulsor de la indignidad y vergüenza revolución castrista, deviniendo en la socialista bolivariana productora y emisora de ciudadanos desesperados capaces de sacrificios, quijotadas e inmolaciones en busca de oportunidades que ya no tienen en su país, y cada día le niegan más hacia los cuales escapa.

Revolución chavista que logro hacer de Venezuela territorio de mentiras que fanatizados creían, mientras un grupo de forajidos destruía la nación por robo descarado, incompetencia y mala dirección que sólo producía beneficio a bandidos, ladrones y cuatreros. Sin embargo, se dividieron entre los aferrados al poder, los perseguidos y rechazados en el mundo, y los decididos a revelar canalladas y bribonadas a cambio de sentencias reducidas.





No todos los venezolanos son ladrones, es sólo la minoría ínfima con poder, y los mismos malhechores, con atraco y corrupción aplicada, les enseñan a buscar salidas. Como dijo alguna vez Teodoro Petkoff, de originario guerrillero procastrista a Ministro: estamos mal pero vamos bien. 

Los venezolanos están aprendiendo de sus errores, arando en el mar, vuelve el espectáculo de rutas y propuestas embaucadoras que resulta un fiasco al prometer llevar a la calle su mensaje para recuperar la democracia y libertad. Y aunque dificulta los esfuerzos de una oposición que no termina de comprender la importancia de la unidad por encima de ambiciones individuales, sí ha logrado mantenerla como objetivo prioritario. Porque la cuestión no es que el interino, que se volvió candidato, con figura de “encargado”, mientras el ciudadano, continua empeorando, y ellos felices en su interminable campaña electoral. 

La unidad no sólo para salir de esta dictadura, sino para la dificilísima tarea que es nuestra real y única salida posible, construir un nuevo país, sin la participación de quienes lo destruyeron, los que robaron, violaron Derechos Humanos y cómplices asociados; algo que algunos no terminan de entender, pero la ciudadanía sí.

La crisis sigue viva y navega en aguas procelosas. No en balde el interinato casi desahuciado, sentenciado y en un último esfuerzo, se muestra en apoyo de la misma idea que inicialmente propusiera María Corina: elegir nuestros líderes políticos por la base, con los votos ciudadanos, que estultos pretenden empañar en un tremedal de formalidades insustanciales y triquiñuelas. 

Un partido político representa una ideología en concreto, pero es reflejo del país. Porque así como la política y los políticos a veces tienen que disimular y hasta mentir para ganar, nunca ganan tanto para mentir, porque el hambre y la desesperación no son fábulas, son dolores.

Arando en el mar, vuelve el espectáculo de rutas y propuestas embaucadoras que resulta un fiasco al prometer llevar a la calle su mensaje para recuperar la democracia y libertad. 

Las palabras jamás alcanzarán para describir la magnitud espantosa de la tragedia, desdicha,  desgracia e infelicidad en que el castro chavismo socialista y bolivariano, sus corporaciones criminales y socios accionistas cómplices, le han causado a Venezuela. La destrucción material, de bienes, comercio e industria; la devastación ética y moral, ha sido inmisericorde. Un genocidio colectivo, como dice Cortázar: desborda el alma. 

No crean en mentiras, estamos mal y vamos a peor. La supuesta normalización es una quimera.  

@ArmandoMartini