Aborrecer el crimen. Una reducción de tan compleja situación nacional a esta simple frase, no lo es todo; tal vez, una atribuida a Isaac Asimov de “No es necesario hacer el bien. Solo se trata de no hacer el mal”; podría ayudar en algunas situaciones, pero no resuelve lo importante, urgente y necesario.
Lo cierto es, que tanto en términos relativos como absolutos, Venezuela, su sistema económico, sistema de salud y su gestión, banca, sistema educativo y su gestión, instituciones públicas, están muy lejos de ser medianamente aceptables. Adicionalmente una estructura de partidos políticos igualmente demolida; lo que hace a estos últimos un reflejo inapropiado de la sociedad, que deben proscribir y por ende, ellos mismos abstenerse de guiar acciones para la transformación de la sociedad.
Cada vez que en el país, la realidad cotidiana parece ser o responder a libertades económicas, civiles y el respeto del marco legal; lo cierto es todo lo contrario. Por razones espasmódicas, estas situaciones se han repetido una y otra vez por décadas. Y es porque a cada nueva etapa de “normalidad”, le precede un cataclismo. En esta última entrega de dicho círculo vicioso, lo vivido (y aún), es comparable solo a una situación de guerra, pero sin bombas cayendo en la superficie.
Preocupa, aunque tienen todo el derecho de hacerlo, que organizaciones relacionadas a los temas económicos y conocedoras a fondo de las causas específicas del problema nacional, se sobre estimulen por algunos indicadores, pretendiendo saltar todo un universo de situaciones cotidianas espantosas, para insinuar que todo está bien o lo estará pronto.
Sería deseable pensar que sobre todo cálculo errado, solo por esta vez, que la población desensibilizada, no responda más de lo necesario a ciertos estímulos, y puede ser que tampoco lo haga frente a escenarios ficticios, caracterizándose más, por un tipo de nuevos colonizadores o pioneros, de una sociedad venezolana diferente.
@abrahamsequeda