Amaneció de golpe y dejamos de ser los mismos, por @ArmandoMartini

Amaneció de golpe y dejamos de ser los mismos, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Lo contrastante, la diferencia del 4 de febrero 1992 fue, entre sombra y penumbra, se aproximaba una conmoción, un ataque sanguinario e inmisericorde de insurrectos contaminados por perversos majaderos que capturaron el resentimiento y agravio, manipularon la exclusión con acomplejados instintos; y la voz tensa pero de indiscutible autoridad presidencial, que cercana a la primera luz, sin protocolo, maquillaje ni adorno, derrotó con grandeza y rindió con lucimiento a la violencia con la palabra reflexiva y equilibrada. Después, la torpe payasada de aquella tanqueta, entrando por la fuerza a una instalación civil. Por la tarde, la visión extremista del grito: muerte a los golpistas, y los discursos que concedían excusa y pretexto evasivo, para el insólito “por ahora”.

Cuando por fin despunto el alba y asomó el sol, Venezuela no era la misma. Había cambiado, se trastocó el alma y transfiguró el espíritu, la hendidura fue punzante, intensa, dolorosa y profunda. Vencidos, demostrado sus cabecillas como improvisados piratas de parche en el ojo, gancho en la mano y desconocimiento en tácticas de combate, el daño estaba hecho. Comenzó el excremento a permear, deposiciones a impregnar y excretas a percolar. La infecciosa enfermedad contagió y la ponzoña inoculó. La consecuencia seria brutal, desalmada, cruel e inhumana.

De la ausencia, un fundador de la democracia, asumió su obligación y responsabilidad de Senador vitalicio. Había regresado, para dar argumentos que transformarían una insurrección en causa. Los golpistas, vencidos después de verter sangre, se rendían y entregaban igual que los cristianos de las catacumbas a los perseguidores romanos, como víctimas conscientes convertidas en héroes por el martirio. El Gobierno, amparado por la Constitución, fue convertido en ruin y despreciable villano.





Los sublevados, inventaron reconcomios, adulteraron emociones y traicionaron sentimientos para disfrazar su insalubre y mortífera iniciativa, fueron a la cárcel para ser perdonados por las muertes causadas, y luego ser transformados por amplia voluntad en renovadores. A tres décadas, los cabecillas del alzamiento vivos han sido relegados, despreciados por el madurismo. Son fuerza armada sumisa, resignada, bolivariana, revolucionaria y antiimperialista, zamorana, socialista, chavista y cuanta estulta expresión existe en la terminología comunista. 

Han fallado, y décadas demostrando no sólo ser deficientes gobernantes, sino peores que aquellos contra quienes dijeron rebelarse. Hubo desde aquél amanecer a tiros toda una amplia conspiración no militar sino de dirigencias civiles que los convirtieron en héroes encarcelados injustamente, creyéndolos muñecos que podían manipular, sin percatarse de sus ambiciones y astucia. La democracia permitió que los entonces internados no permitan ahora que son gobierno, las visitas llenen espacios de presos políticos; dirigentes de segunda categoría, empresariales y medios de comunicación los rodearon de coartadas y esperanza.

Rafael Caldera tuvo mala suerte de gobernar por segunda vez en medio de una constante crisis económica -desplome bancario-; partidos políticos derrumbándose, y la angustia del conflicto social que el hambre en los dos aprietos anteriores generó. Se empeñó, abandonó el partido que había fundado y mutiló futuros, para terminar entregando el poder a quienes una mayoría de venezolanos desatendidos por los partidos e ignorados por su dirigencia, habían elegido.

Desde que juró ante un camarada conspirador, frente a la cara petrificada, resignada del anciano que terminaría en la inadvertencia; crearía su Constitución dejando claro que la democracia sobre la cual juraba estaba en sus estertores finales y agonizaba de muerte. Como perra en celo, fue a Cuba para recibir orientación del tirano represor, despótico, generador de hambre, miseria y migrantes, Fidel Castro. A buscar un destino “mejor” en bolsas de basura socialista, desechos putrefactos castristas, asquerosidad comunista e inmundicias del rio Guaire. Venezuela dejo de ser ejemplo de América, en decadencia, sí, pero todavía con fuerza de pueblo libre y emprendedor.

Transcurrido tiempo, algún idiota más que iluso, estúpido, quiere seguir pasos e ideas bolivarianas para ver el sueño chavista hecho realidad. La incompetencia ha fortalecido sus garras, indigencia, carestía y fracaso son más que nunca desesperanza. Cientos de miles recuerdan con melancolía momentos dejados de lado, otros se han ido buscando el país que les otorgue lo que el suyo ya no tiene, y muchos desconocen épocas previas al fidelismo, chavismo y castro-madurismo; sólo la burbuja de país que cada uno construye con esfuerzo y trabajo. Algún las pequeñas economías de supervivencia se unirán para ser la base de la Venezuela expectante de oportunidad y futuro.

Quizás logremos verla, pero no será nuestra sino de ellos, sus fundadores. Y tampoco de los chavistas que no serán más que otro de tantos fracasos de nuestra historia.

@ArmandoMartini