Pobreza, hambre y abandono consume los años dorados de la tercera edad en Venezuela

Adultos mayores bloquean una calle durante una protesta en Caracas (Venezuela). EFE/Miguel Gutiérrez

 

Envejecer amerita de una vida de tranquilidad y atención, pero en Venezuela ante la crisis económica y bajas pensiones que devengan las personas de la tercera edad los ha enfrentado a una situación delicada y cada día más abrumadora, al punto que pasan necesidades, hambre y en casos extremos hasta pierden la vida. En el país, la etapa dorada y los años entregados al trabajo pierden su valor.

Por María B. Jordán / Lorena Rojas | LA PRENSA DE LARA





Comer 3 veces al día y comprar medicamentos no es tarea fácil para un adulto mayor que devenga Bs. 7 o 1.49 dólares al mes por concepto de la pensión; una cifra que a duras penas alcanza para comprar un máximo de dos productos alimenticios que no cubren su necesidad. De acuerdo a la organización no gubernamental Convite, Asociación Civil en un estudio realizado en 2021, estimó que el 81% de los adultos mayores está en condición de pobreza y registran que 4 de cada 10 están en pobreza extrema, cifras alarmantes que se traducen en una triste realidad.

Desde Convite señalan que el 70% de las personas de la tercera edad cuenta con una pensión; sin embargo, ese monto de los Bs. 7 o los 1.49 dólares al mes es una “migaja” porque son asignaciones que no tienen ninguna capacidad adquisitiva para poder subsistir.

Como dice la expresión popular “para muestra un botón”. Esta la historia del profesor Valentino Volpato, quien luego de dedicar su vida a dar clases de inglés, hoy como jubilado sólo percibe Bs. 87 al mes. “Eso no me alcanza para comer, por eso tengo que trabajar en la calle”, dice el docente que como también tiene habilidades en la artesanía y se dedica a esa actividad para poder llevar el sustento a su hogar.

Así como Volpato, hay muchas personas de la tercera edad que no pueden costear sus necesidades básicas. De acuerdo a Convite, sólo el 5% del 80% que requiere tomar algún medicamento lo puede comprar.

Édgar Silva, coordinador Nacional del Comité de Derechos Humanos para la Defensa de los Pensionados, Jubilados, Adultos Mayores y Personas con Discapacidad, aseguró que esta desmejora en la calidad de vida de las personas de la tercera edad se comenzó a ver a partir del año 2013 y los ha condenado a una muerte progresiva, debido a que los ingresos por jubilación o pensión no les alcanza para cubrir gastos básicos.

“Con lo que perciben mensualmente apenas les podría alcanzar para comprar un blíster de alguna medicina, pero esto implica no comprar un alimento, ahora vemos cómo las personas de la tercera edad tienen que hacer largas colas en comedores populares para poder tener una comida en el día o esperar la caridad de sus vecinos, están condenados a una muerte progresiva porque no tienen dinero para vivir”, detalló Silva.

El economista, Naudy Pereira, afirma que cada día se genera más inflación lo que provoca receso, desempleo, pobreza y hambre, por lo que se necesitan políticas económicas para que la remuneración mejore e incluya a los adultos mayores.

El economista agregó que la consecuencia de las bajas pensiones o salarios lo que se traduce es en más pobreza. “Y que la gente se muera de hambre porque no puede cubrir su necesidad, ni siquiera comprar comida”.

Golpeados
Édgar Silva, coordinador Nacional del Comité de Derechos Humanos para la Defensa de los Pensionados, Jubilados, Adultos Mayores y Personas con Discapacidad, también destacó que a los ancianos se les ve golpeada la salud mental al pensar que invirtieron tantos años de trabajo en su juventud para vivir bien, pero ahora no tienen ni siquiera para cubrir su alimentación, pues la Canasta Alimentaria Familiar en el mes de diciembre del 2021 se ubicó en 431,71 dólares y ellos apenas perciben 1.49 dólares al mes, es decir, tienen un déficit de un 99% para poder adquirirla.

A esta opinión se le une María González, psicólogo, al argumentar que “en los adultos mayores se genera mayor frustración y agobio al saber que no pueden ni siquiera resolver cosas elementales, como la comida o la medicina”, agregó que caso contrario sucede con los jóvenes que aún pueden salir a trabajar a buscar el pan de cada día, pero a las personas de la tercera edad se les hace más complicado; sin embargo, algunos están en las calles vendiendo algo.

Esa historia la representa Luis Rodríguez, quien tiene 67 años, y detalló que hoy la situación para los adultos mayores es muy complicada. Aún se mantiene es un kiosco en el centro de Barquisimeto vendiendo películas en CD, revistas y periódicos. “Hay días que no vendo nada y la pensión no alcanza”, dijo.

Rodríguez contó que fue operado recientemente de cataratas y para el tratamiento requiere comprar unas gotas que cuestan Bs. 80. “A veces al día sólo hago Bs. 3”, y si no le alcanza para poder comer, menos para medicinas.

Rodríguez dijo que por estar operado hace lo posible para buscar la manera de comprar las gotas, tomando en cuenta que de un ojo ya no tiene visión y se tiene que cuidar el otro. Agregó que algunos hijos lo ayudan, pero hay otros que están en Colombia y a veces el dinero no es suficiente para mandar.

Insuficientes
El Gobierno nacional a través del Carnet de la Patria entrega bonos por conceptos de programa de “protección social” y aunque a muchos abuelos les llega, los montos también siguen siendo insuficientes para poder costear tanto su alimentación como algún tratamiento médico.

Por ejemplo, el denominado Hogares de la Patria el monto es cancelado según la cantidad de integrantes que tenga cada familia, por ejemplo, con un integrante es Bs. 7.36 y con seis o más les corresponde Bs. 27.60, lo que sigue significando una cantidad que no es suficiente y mucho menos para una familia completa. A esa cifra se le agregan otros bonos adicionales, pero a la larga no dan para comprar lo que realmente una persona necesita para satisfacer sus necesidades.

Hay adultos mayores que reciben aportes de sus hijos y familiares que han emigrado a otros países; sin embargo, para algunos no es tan frecuente como otros casos; quienes tienen ese beneficio optan por comprar productos de comida, pero olvidan lo que son los medicamentos.

María González, psicólogo, mencionó que toda la situación que atraviesa una persona en la vejez trae más consecuencia porque se deprimen, hasta el punto que les deja de importar su vida, somatizan la tristeza y sufren enfermedades que terminan siendo mortales.

Viven de la caridad de organizaciones
Algunas organizaciones no gubernamentales, fundaciones e incluso iglesias tanto católicas como cristianas se han encargado de ayudar a las personas vulnerables. Algunos se dedican a entregar, bien sea algo de desayuno o de almuerzo.

En la Ciudad de los Muchachos, mejor conocida como “Paquita”, que está ubicada en la 13 con 42 y 43 se encargan de repartir a media mañana una porción de alimentos para los adultos mayores, algunos incluso son personas en situación de calle.

Caso similar ocurre en la Fundación Humanistas Liberales, ubicada en la carrera 18 entre calles 30 y 31, donde atienden alrededor de cinco personas en situación de calle con un almuerzo.

En el Proyecto Juvenil Misionero (Projumi), ubicado en la carrera 18 con 30, también se encargan de entregar almuerzo a las personas vulnerables, con el fin de brindarles apoyo.

Iglesias católicas y cristianas, también realizan este tipo de actividades y van hasta centros de salud de la ciudad a entregar una arepa o un pan y se benefician no sólo los adultos mayores, sino también los niños. Todo esto lo hacen a través de donaciones.

Profesionales también afectados
Según la encuesta del Observatorio de Universidades (Enobu) 2021, 8 de cada 10 profesores de 60 años o más sufre de enfermedades crónicas, mientras que 9 de cada 10 se les dificulta adquirir los medicamentos, tomando en cuenta que el sueldo que devengan como jubilados no les alcanza.

OBU aseguró en su estudio, que alrededor de un tercio de profesores con más de 60 años están siendo afectados por la emergencia humanitaria compleja y el covid. Desde OBU, estiman que un 35% de los profesores come menos de tres veces al día y otro 35% no recibe ningún otro beneficio extra, mientras que su salario ni siquiera llega a los 12 dólares.

En esa misma encuesta, detallan que el 26% de los profesores jubilados tiene al menos tres años que no se realiza un chequeo médico o algún examen, pero también está la parte donde el 21% no puede comprar sus medicamentos, todo esto reflejado ante los bajos sueldos y jubilaciones que percibe un profesor universitario luego de haber dedicado su vida a la educación.