José Toro Hardy: La destrucción de la industria petrolera es un drama que ha empobrecido al país

 

 





 

 

 

Para el exdirectivo de PDVSA, el economista José Toro Hardy, existe una palabra que describe literalmente el estado de la industria petrolera en Venezuela: destrucción. A ello atribuye la severa crisis de abastecimiento de gasolina, diésel y gasoil en todo el territorio nacional, con énfasis en las regiones donde el mercado negro, las mafias y las colas son parte del “drama que ha empobrecido al país”. Ubica a la desprofesionalización de la industria y la falta de seguridad jurídica para la inversión, como causas fundamentales de la paralización de las refinerías que condujo al “absurdo” escenario de tener que importar combustible.

Por Marianna Gómez / La Patilla

-¿A qué se debe la escasez de gasolina y el surgimiento del mercado negro? En nuestro portal hemos mostrado la difícil situación que atraviesan los ciudadanos para el abastecimiento de gasolina, sobre todo en el interior del país, donde las colas son de más de 24 horas y, en muchos casos, son mafias las que controlan las estaciones de servicio.

Cuando hay un problema de escasez, surge un mercado negro, probablemente manejado por lo peor de la sociedad, lo cual se transforma en un problema de delincuencia sumamente grave. En el interior del país es prácticamente imposible conseguir gasolina. En Caracas hay algunas estaciones de servicio que están subsidiadas por el gobierno, se vende a un precio más barato, pero las colas pueden ser kilométricas. Las que venden a 50 centavos de dólar, no tienen colas pero también allí se presenta la escasez. Esto es incomprensible. El daño que le han hecho a la industria petrolera venezolana es enorme. Y con él a toda la economía.

Venezuela no solo fue un gran exportador de petróleo, sino también de gasolina, abastecía a todo el Caribe y no solo desde nuestras refinerías en Venezuela, sino de las que teníamos en Curazao. Pero hoy no podemos abastecer el mercado. Y lo más grave es que en Europa teníamos cerca de siete u ocho refinerías, abastecíamos el mercado europeo. En Estados Unidos teníamos siete grandes refinerías, teníamos participación en oleoductos y gasoductos que trazaban el territorio de sur a norte. Contábamos con 15.750 estaciones de servicio de la marca Citgo que pertenece 100% a PDVSA. De manera que somos un país con una inmensa experiencia en materia de combustibles y hoy en día tenemos el drama de que no somos capaces de abastecer a Venezuela.

Nuestras refinerías en el país están paralizadas, trabajando a un bajísimo porcentaje de su capacidad de diseño y no están produciendo en la cantidad ni calidad que demanda el mercado doméstico. Ello nos obliga a importar desde Irán, no solo gasolina, sino también naftas y combustibles ligeros para mezclarlos con los crudos extra pesados, que son prácticamente los únicos que estamos produciendo. Esa es la razón de la inmensa escasez de gasolina que hay en Venezuela.

-¿En qué medida la desprofesionalización y politización de la industria petrolera, tienen qué ver con la escasez de gasolina en el país?

Yo ubico esto entre los años 2002 y 2003, cuando despidieron a 20.000 trabajadores de PDVSA, que era el 50% del personal de la industria. Los despedidos tenían, en promedio, 15 años en la industria, de manera que lanzaron a la basura 300 mil años de experiencia y conocimiento. Nunca más pudo recuperarse PDVSA de esa situación. Pudo recuperar los niveles de producción previos al paro, pero nunca pudo recuperar el nivel de crecimiento. En adelante, se empezó a desprofesionalizar la industria. Lo que caracterizaba a PDVSA era la meritocracia: quien trabajaba allí no iba a buscar un puesto, iba a buscar una carrera de por vida y sabía que en la medida en que acumulase méritos, cada año podía progresar y eso hacía que el personal de PDVSA fuese de excelente calidad.

Después de que despidieron a la mitad del personal, se empezó a politizar la empresa y bajó enormemente la preparación y eso derrumbó la productividad. Pero, además de eso, el gobierno no se ocupó de las inversiones en mantenimiento de las refinerías, ni en ninguna de las instalaciones, por lo tanto, se empezaron a paralizar progresivamente. La producción petrolera en Venezuela se vino a pique, y el impacto que esto tuvo es que también se vino a pique la producción de gas. El gas que se produce en Venezuela está asociado a la producción petrolera. El gas que está en el fondo de los yacimientos es el que hace que suba (el petróleo) hasta la superficie y hay que separarlo. Se utiliza una parte para los fines que requiera la economía o el gas doméstico, y el resto se reinyecta al yacimiento para mantener la presión. Pero esto se dejó de hacer en cantidades suficientes y vemos un cuadro que cada vez es más complicado. Las refinerías no solo no están produciendo gasolina, tampoco están produciendo diésel ni nafta.

– Vemos muchos sectores de la economía y la vida de los ciudadanos en las regiones, severamente afectados por la falta de combustible. Transportistas paralizados, cosechas perdidas porque no hay cómo trasladar los productos, comerciantes en paro, precisamente por el mismo problema: la escasez de gasolina. ¿Por qué es este un problema medular en el funcionamiento de la economía del país?

La gasolina es indispensable para movilizar el aparato productivo de Venezuela, junto al gasoil y el diésel. Con eso funcionan los tractores en el campo, y si no hay tractores, no hay siembra. Y con el diésel se transportan los productos de la siembra, desde los centros de producción hasta las ciudades. Quienes lo requieren tienen que pagar precios de mercado negro altísimos y se lo trasladan a los productos que venden, y eso contribuye a la inflación y hace que Venezuela esté sometida, ya durante 40 meses, al proceso de hiperinflación más alto del mundo. Es un drama incomprensible que ha empobrecido a Venezuela. Esto se manifiesta en unas cifras que me alarman: el Producto Interno Bruto del país, de acuerdo a las cifras del Fondo Monetario Internacional, este año cayó por debajo del PIB de Haití. Vamos a pasar a ser el más pobre entre los más pobres. Y todo ello en el marco de la destrucción de la industria petrolera.

Los productores de leche, por ejemplo, que tienen gravísimos problemas con la electricidad, tienen que montar sus propias plantas generadoras para poder mantener el enfriamiento de los productos, la leche y los quesos. Pero resulta que no les llega el diésel y tienen que comprarlo a costos exorbitantes y, como consecuencia, suben los precios enormemente. Con la gasolina es lo mismo. En Ciudad Bolívar y en Puerto Ordaz hay que hacer colas de días enteros, con una cantidad limitada de litros por carro. En la medida en que te alejas de la región capital, la situación se hace cada vez más grave. En el mundo moderno, la energía es vital para que funcione una economía.

– La mala calidad del combustible ha generado una escalada de afectación a todo nivel. Los transportistas de Puerto Cabello y de otras zonas denunciaron que sus gandolas resultaron dañadas por esta razón. ¿Cuál es la razón por la que existe combustible de mala calidad en Venezuela?

Estamos importando gasolina, no sabemos de dónde. En cuanto al transporte, por lo general, son empresas piratas (de transporte marítimo), por así decirlo, que están evadiendo las sanciones y, en consecuencia, no son los más eficientes del mercado. En cuanto al suministro, no está claro de dónde viene, se dice que de Irán, que tiene una enorme experiencia en materia de refinación, pero no pareciera que nos estén enviando los productos de mayor calidad, sino todo lo contrario.

Pero fuera del problema de la importación, está el problema de nuestras refinerías que para funcionar, necesitan una dieta de crudos de determinada característica que antes procesábamos en Venezuela, como los crudos medianos o livianos. Pero como esa producción desapareció, lo que estamos utilizando para alimentar nuestras refinerías son mezclas de crudos muy pesados producidos en Venezuela, junto a diluentes que se están importando y que no tienen la misma calidad y no cumplen con los estándares. Aquí siempre había gasolina de 91 y 95 octanos. Hoy en día se vende un solo tipo y no sabemos su octanaje. A veces, produce pistoneo y daño en los motores. Un hecho incomprensible en un país petrolero.

– Abordemos las soluciones al problema de la crisis de combustible y las situaciones que derivan de ello. ¿Cuál sería una política pública coherente para intentar revertir el daño a la industria petrolera que ha descrito?

La única posibilidad de recuperar a la industria petrolera venezolana, requiere de grandes inversiones. De acuerdo a algunas estimaciones, entre inversiones y gastos, se requerirían alrededor de 25 mil millones de dólares anuales, por los próximos 8 o 10 años para acercarnos a lo que producíamos hace 20 años. Solo por la vía de grandes inversiones, se puede hacer. Pero tendremos una industria petrolera que no podrá estar en manos del Estado, porque el Estado quebró. La reactivación de la industria petrolera pasa por una reapertura al capital privado. Y para que esas inversiones surtan el efecto adecuado en la economía, deben ser inversiones transparentes donde haya licitaciones. Si se hacen asignando a dedo, como se dice que se está haciendo con empresas de China y de Irán, podemos estar seguros de que lo que habrá es una corrupción creciente. Si se hacen las inversiones adecuadas, la industria petrolera es recuperable. No vamos a recibir esas inversiones, si no hay seguridad jurídica. Hemos estado perdiendo arbitrajes internacionales, porque el Estado ha violado los contratos. Es un círculo vicioso brutal en el que hemos caído por la implementación de estas absurdas políticas socialistas que ha impuesto el gobierno venezolano.

En el caso de las refinerías, debe haber una auditoría técnica profesional. Sabemos que cada vez que las tratan de reactivar, como hemos visto en El Palito, unas cinco o seis veces, llegan a producir 25 mil barriles diarios, un porcentaje bajísimo que equivale a un 15% o 20% de su capacidad. Y cuando tratan de aumentar la producción, empiezan los problemas de vibraciones en las plantas de craqueo catalítico, grandes derrames, conatos de incendios, lo que significa tener que volver a parar la refinería y reactivarla unos meses después. Lo mismo pasa en Cardón, en todas las zonas desde Carabobo hasta Falcón. Esta es una destrucción masiva de las instalaciones petroleras.