Gustavo Coronel: Maduro y su pandilla

Gustavo Coronel

Estamos elaborando sus prontuarios

Ya en la etapa final de mi vida es muy probable que no pueda verlos fuera del poder que les fue legado de manera arbitraria por aquél traidor que fue Hugo Chávez Frías. No advierto señal alguna que la sociedad venezolana tenga el vigor y la determinación para sacarlo a usted a patadas de Miraflores, o que al mundo civilizado le importe mucho lo que sucede en nuestro país. Por ello pienso que su salida se deberá esencialmente al peso de sus errores, dada la progresiva crisis sistémica que asfixia al país y a la aparición de probables desavenencias con algunos de sus gorilas militares hastiados de su incompetencia.

El juicio internacional condenatorio de su régimen está plenamente documentado. Las Naciones Unidas le atribuye crímenes de lesa humanidad





Su salida tendrá las características de una implosión pero probablemente solo ocurrirá cuando se apague el último bombillo en el último cuarto de la última casa de la última aldea del país, porque los venezolanos están agotados, entregados en su mayoría a la desesperanza y la fuerza armada, la cual debería habernos protegido en cumplimiento de su misión, de las leyes y de la constitución pero ha optado por colocarse a la cabeza de los saqueadores. Pocas veces se ha visto en la historia de la humanidad un colapso tan trágico como el que ha sufrido la riqueza material y la dignidad de una sociedad, como en la Venezuela en las manos de Chávez y de las suyas durante estos últimos 21 años.

Así las cosas no es mucho lo que podamos hacer, a título individual, para expulsarlo de nuestra patria. La podredumbre que comenzó con Chávez se ha acentuado en los últimos años, a medida que sectores invertebrados de la sociedad civil se han ido entregando con mansedumbre a la barbarie, incluyendo algunos empresarios y viejos practicantes de la política a lo Timoteo o Claudio, dispuestos a coexistir pacíficamente con usted en un gobierno a lo Vichy, aquel gobierno francés pro nazi manejado por Pétain y Laval.

Dada esta realidad, mi contribución a su salida solo puede llevarse a cabo como participante de un grupo de investigadores activos en Venezuela y en el exterior, el cual está en conocimiento de la magnitud de los crímenes contra la Nación cometidos por usted y por su grupo de unos 600 degenerados civiles y militares.

Ese conocimiento permite hacer aportes a las autoridades de los países civilizados y a las organizaciones internacionales para ayudarlos a estructurar los juicios que vendrán en contra suya y de sus familiares y compinches, juicios que tendrán como objeto el castigo apropiado para sus inmensos crímenes. Los colaboracionistas de su régimen definen estos juicios y castigos como venganza, cuando son – en realidad – justicia. Solo cuando no existe la justicia aparece la venganza.

A pesar de su pomposa cursilería usted debe intuir que su poder es en gran medida ilusorio y que depende de cómo el gorilaje militar se levante cada día, si de buen humor o con sus frecuentes episodios de patanería. No importa que usted aún pueda viajar en lujosos autos, volar en aviones cubanos a recibir instrucciones de La Habana o disfrutar de banquetes en Turquía, donde vende mucho del oro ilegal que la pandilla saca del sur del Orinoco. Hasta en el aire que usted respira debe advertir el desprecio y repulsión que los venezolanos sienten por usted, por su entorno familiar y por la pandilla de saqueadores que lo acompaña. No se atreve a viajar ya, porque hay un precio de $15 millones sobre su cabeza, más alto que el que ofrecían por la del Chapo Guzmán.

Lleva vida de opereta. En su impotencia se dedica a demostrar su ignorancia y su crueldad: le daremos gas a México, vacunaremos primero a los militares y a los líderes políticos, estaremos produciendo un millón de barriles más de petróleo a fin del año. Ha creado un mundillo de mentiras que lo ha convertido en payaso objeto del ridículo internacional. Cada nueva sanción que recibe del mundo civilizado lo hace reaccionar de manera histérica, expulsando a representantes diplomáticos de los pocos países civilizados que aún mantienen relación con usted.

¿Cuánto tiempo cree usted que podrá sobrevivir en el poder junto a la llamada “primera combatiente”? De lo que fue el trágico combo argentino Perón y Evita, la cursilería revolucionaria latinoamericana ha ido incrementándose: Néstor y Cristina, Chávez y María Isabel, Ortega y la Murillo, para llegar al nivel más grotesco, Nicolás y Cilia bailando salsa sobre el cadáver de Venezuela.

El castigo para ustedes es imperativo porque, si se van impunes, sus súcubos e íncubos utilizarán sus dineros mal habidos para tratar de retomar el control político de Venezuela en un futuro a mediano plazo.

Por ello, para ti y tú pandilla de unos 600 ladrones y asesinos civiles y militares, incluyendo las viudas del chavismo que hoy pretenden distanciarse del desastre, ya es muy tarde para una salida blanda del poder. Tu salida deberá ser ejemplarizante, para que la sociedad venezolana no tenga dudas de que el crimen no paga.

El destino salvó a Chávez de una última y terrible confrontación con un país humillado. No todos los tiranos tienen esa suerte.