Hay que reconocer que la convocatoria a las parlamentarias fragmentó el apoyo de un sector minoritario de la oposición al liderazgo que en representación de la mayoría opositora ejerce Juan Guaidó como Presidente de la Asamblea Nacional, el apoyo perdido más importante es el de Henrique Capriles, que intenta recuperar liderazgo y presencia haciendo malos cálculos, porque la narrativa de la ilegalidad de los comicios de diciembre tiene respaldo mayoritario fuera y dentro de Venezuela, Capriles apuesta a una hipotética suspensión de las elecciones por falta de garantías que conduzca a una nueva negociación en la que participarían como mediadores otros actores externos e internos, incluyéndolo a él y a otros integrantes de la oposición minoritaria representada en la mesita, para esta jugada de pedir condiciones y observadores creíbles que no va a conceder el régimen, tiene que entrar en el reconocimiento y en el llamado al voto, en mi opinión Capriles le está lanzando un salvavidas a Maduro para que se salve si la línea de flotación del barco sin combustible y con una tripulación inexperta hace irreversible el hundimiento del peor gobierno que ha tenido Venezuela.
Las dos preguntas entre muchas que pueden formularse para intentar comprender las jugadas en el tablero político interno desde la perspectiva de Maduro son:
1- ¿Qué gana o pierde Maduro realizando las elecciones con la oposición fiel?
2- ¿Qué gana o pierde Maduro suspendiendo las elecciones?
Las respuestas tienen que ver más con el tablero internacional que con el tablero interno, no es cierto que Maduro se ríe de las sanciones y acusaciones que está recibiendo en masa, no es cualquier concha de ajo el informe de la ONU que lo califica de responsable de numerosos crímenes y violaciones de los derechos humanos, como tampoco las acusaciones de permitir en territorio venezolano el tránsito de drogas hacia USA y Europa. La respuesta de Maduro es la de siempre, la de atacar las debilidades de una oposición que no se rinde ni claudica, pero ya está claro que con elecciones o sin ellas el desenlace está más cerca y el ganar o perder haciendo o no la farsa electoral de diciembre no va alterar lo que se avecina porque está cercado y no basta con la fuerza y el miedo para gobernar un país, esa es una lección de historia contemporánea que tenemos que enseñar a las nuevas generaciones, ahora y cuando toque reconstruir el país.