Simón Alberto Consalvi, el último de los andinos, – intelectual, periodista, diplomático y político como los que con su muerte desaparecieran del mapa venezolano -, recuerda en esa, su última obra, la importancia decisoria del panorama internacional en el curso de la vida política nacional. Condena impuesta por nuestra dependencia petrolera y la entrega de sus fuentes a importantes consorcios norteamericanos. Y destaca el valor con que el Cabito asumió las riendas de un país asediado por las potencias imperiales. Cuando las naves de guerra de norteamericanos, ingleses y alemanes no le pedían permiso a su gobierno para apostarse a devastadores tiros de cañón de nuestro territorio.
No recomiendo su lectura por un prurito de historiador. Lo recomiendo con la intención de contribuir al fortalecimiento de los sentimientos patrióticos – si los tuvieran – de quienes se atribuyen la dirección de nuestra sociedad. La que desde su nacimiento republicano recurrió a pedir el auxilio de las grandes potencias extranjeras, sobre todo inglesas y francesas – para enfrentar el colonialismo español, que la asfixiaba. Y no lo pedía un conservador: lo pedía el propio Libertador, consciente de lo que ya se ha hecho frase coloquial de María Corina Machado: “solos no podemos”. Honesta confesión de una impotencia impuesta por las circunstancias.
Henrique Capriles, en entrevista con el periódico español El País, ha vuelto su mirada a la Comunidad Europea, y la ha convocado a asumir su parte de responsabilidad en la liberación de Venezuela. Una oportuna solicitud que debiera ser respaldada por todos los factores opositores venezolanos. Y asumida en una cruzada diplomática por todos los embajadores del gobierno interino. Sobretodo a partir de la reelección de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, de cumplirse en noviembre la victoria que pronostican las encuestas.
La masiva abstención que se verificará ante el fraudulento proceso electoral convocado por el régimen, nos proveerá del marco político adecuado a esa ofensiva diplomática. Y buena sería la hora para que el gobierno interino, recordando el coraje y la valentía de Cipriano Castro, asumiera la tarea de enfrentarse al imperialismo soviético y castro comunista poniéndole frente con la decisión de armar una gran ofensiva liberadora en América Latina