Ángel Lombardi: Cada País a lo suyo

Ángel Lombardi: Cada País a lo suyo

Este principio es tan elemental y básico que en Venezuela muchos no terminan de entenderlo y asumirlo políticamente: ESTAMOS SOLOS. El interés internacional no es ni la libertad, ni la democracia y mucho menos nuestro bienestar; somos un país-botín, un buen negocio para los gobiernos que apoyan al régimen por los beneficios que han recibido y reciben.

Y para los gobiernos que apoyan a la oposición el mismo argumento del interés económico y geo-político. Siempre ha sido así y las ideologías un pretexto y una pantalla. Las cruzadas cristianas para liberar Tierra Santa y Jerusalén fue el pretexto para tratar de recuperar el control del Mediterráneo y las rutas comerciales a Oriente que habían caído bajo el dominio Islámico. Europa conquistó el mundo no-europeo para explotarlo económicamente, pero la ideología y pretexto era civilizar y evangelizar. Todavía hoy muchos europeos lo repiten y se lo creen.

Así ha sido la historia hasta hoy. El Caribe y los territorios americanos desde el siglo 16 han sido tierras y países disputados por su valor económico y estratégico. La Independencia del Imperio Español de sus territorios americanos fue alentada y apoyada por Inglaterra para una vez derrotada España, Inglaterra pasó a dominar financieramente todo el sub continente, fragmentado y dividido, dominado por caudillos primitivos y oligarquías rapaces. Hoy, en ese sentido, todo sigue igual. En el Atlas Mundial de cada país, potencia e imperio, prevalece la información económica y valor geo político de cada país y los posibles beneficios y ventajas que aportarían como “amigos, socios o subordinados”.





Nosotros en el siglo 20 fuimos para EEUU y los anglos-holandeses y otros países su “negocio petrolero” y negocios complementarios. Hoy, por razones políticas e ignorancia, el actual régimen se convirtió en el “banquero” de cuanto partido o gobierno de “izquierda” (?) se presentara y particularmente Cuba, principal beneficiaria y gestora de nuestras relaciones internacionales, a cambio de la permanencia del régimen y beneficios correspondientes, para el grupo dominante.

Algunos, de manera anacrónica, hablan de una nueva guerra fría o los valores de Occidente o el interés humanitario por Venezuela. Todo esto, algunos de buena fe, lo pueden creer, pero en la ruda y cruda realidad de la historia del poder y la dominación, todos los países y sus gobiernos buscan el mismo objetivo: negocios, beneficios y ventajas, la misma racionalidad que funciona en casi todos los niveles de las relaciones sociales, económicas y políticas. Y en eso andamos y estamos.

El régimen, aferrado al poder y sus beneficios, con sus socios internos y externos. Y en las “oposiciones” cálculos parecidos con la única e importante diferencia de restablecer una democracia constitucional y funcional que nos permita recuperar un modelo de convivencia, progreso y prosperidad, en clave siglo 21, y aquí quizás radica el problema opositor y parte de la sociedad que no han logrado entender que para cambiar, el cambio comienza por uno mismo, en el sentido de nuevas ideas, actitudes y mentalidades, por eso insistimos en la necesidad de priorizar como principio y valor una educación moderna y una ética social exigente.

Un corrupto no es ni de izquierda ni de derecha. Tampoco hay diferencia alguna si está en el gobierno o en la oposición. En Venezuela hay gente honesta y preparada, pero que no encaja en el sistema político altamente contaminado desde los más altos cargos hasta los más bajos. La sociedad tiene que ser más exigente en sus apoyos y entre todos desarrollar una democracia decente, abierta y plural, y crear un sistema económico diversificado y libre, pero con responsabilidades fiscales y sociales específicas y concretas y acabar con el sistema presidencialista-populista y democratizar todas las instituciones, incluidos partidos, gremios, etc.

Un país moderno y funcional es posible, sobre el acuerdo y el disenso crítico. La división real de poderes y la alternabilidad y acabar con la impunidad y las complicidades tribales y clánicas y a estudiar y trabajar todos, respetar la vida privada y buenas relaciones de interés mutuo con todos los países del mundo. Y entender que todo esto es posible no por un acto de magia o brujería, sino progresivamente con talento y esfuerzo.

Honestamente estamos solos, no tiene otro significado que asumamos nuestras responsabilidades desde y para Venezuela.