¿No más fiesta? El país con mayor densidad de bares teme una quiebra por falta de vida nocturna

¿No más fiesta? El país con mayor densidad de bares teme una quiebra por falta de vida nocturna

La sala La Riviera de Madrid, semivacía, durante una Fiesta de música electrónica en julio obligada a realizarse con un aforo máxima de 400 personas a pesar de que la capacidad máxima es de 2.400 Foto: Cortesía.

 

Los bares y otros establecimientos del ocio nocturno en España están en riesgo de desaparecer por las restricciones impuestas por las autoridades esta semana para intentar frenar el aumento de contagios del virus. Es la advertencia de un sector que emplea a más de 300.000 personas y juega un papel destacado en el turismo, uno de los pilares de la economía del país. La patronal denuncia que les han “criminalizado” y demanda una reunión urgente con los responsables políticos.

Por Infobae





“La administración demuestra que no conoce nuestro trabajo, no sabe la magnitud del daño que va a causar a miles de familias”, dice a Infobae Joaquim Boadas, secretario general de la patronal española del ocio nocturno Spain Nightlife. Según sus cálculos, si las autoridades no rectifican para finales de año podrían desaparecer el 70% de las 40.000 empresas que existen entre discotecas, salas de fiesta, bares musicales, cafés teatro y otras modalidades.

Apunta a los dirigentes de las comunidades autónomas como responsables, pues son quienes tienen la competencia en materia de sanidad tras el fin del estado de alarma en España el 21 de junio, cuando era el gobierno central el que decidía qué negocios podían abrir y en qué condiciones.

En los últimos días han saltado las alarmas al registrarse las peores cifras de contagios diarios desde el 1 de mayo, cuando la población española estaba confinada en sus casas. Según el Ministerio de Sanidad un 10% de los nuevos brotes están vinculados con el ocio nocturno y los casos están creciendo con más velocidad entre los jóvenes.

La coctelería “In Dreams”, en el centro de Madrid, vacía ante las restricciones por la pandemia. Foto: Cortesía.

 

“Hemos sido los primeros sacrificados, no han tenido piedad”, lamentan desde la patronal. Ante el aumento de los brotes, Cataluña, Aragón y Murcia han sufrido las mayores restricciones (con el cierre total de salas de fiesta y discotecas), en otras comunidades han reducido el aforo hasta más de la mitad y han prohibido pisar la pista de baile mientras en Madrid desde este martes los bares deben cerrar a la 1.30 de la noche.

Esta medida es una mala noticia para muchos negocios de copas que en verano empiezan a llenarse a partir de la medianoche, cuando cierran las terrazas, y hacen caja durante la madrugada. “Lo poco que estábamos facturando se ha ido al carajo”, lamenta en conversación con Infobae Eduardo Gutiérrez, propietario de In Dreams Harvey’s, dos coctelerías en Madrid.

Con más de una década de experiencia en el negocio, este trabajador describe los problemas que ha atravesado estos últimos meses como “una historia de terror”. Durante los tres meses de la cuarentena (entre marzo y mayo) acumuló una deuda importante porque no pudo abrir ninguno de sus dos establecimientos pese a que sí seguía pagando el alquiler de ambos.

“La única solución que me ofrecieron los propietarios del local era aplazar los pagos del alquiler unos meses, ¿pero eso para qué me sirve si no sé cuándo podré recuperar las cifras de antes de la pandemia?”, lamenta.

“Lo poco que estábamos facturando se ha ido al carajo”, se lamenta Eduardo Gutiérrez, propietario de “In dreams”. Foto: Cortesía.

Cuando al fin pudo abrir en junio con un aforo del 40% (ahora les permiten hasta el 75%) y la obligación de mantener las condiciones de seguridad (distancia entre los clientes, dispensadores de gel hidroalcohólico, limpieza constante del local), se encontró con que mucha gente tenía miedo. En las últimas semanas apenas registra una ocupación del 20%.

Denuncia que las únicas ayudas que le ha brindado el Estado son los ERTE (un expediente de regulación temporal de empleo para ayudar a los trabajadores mientras no ocupen su puesto), que empezaron a cobrar tarde, y una prestación por cese de actividad. “Recibes una cifra insignificante cuando estás perdiendo entre 15.000 y 20.000 euros cada mes por los desorbitados alquileres en el centro de Madrid”.

Desde la patronal han solicitado una reunión con el Ministerio de Turismo para principios de agosto. Entre otras ayudas piden que les destinen 20.000 millones de euros del fondo de rescate europeo que recibirá España, que asciende a 140.000 millones. De lo contrario, aseguran, podría desaparecer un negocio que representa el 1,8% del PIB con más de 20.000 millones de euros de facturación al año.

“Han matado al sector”

La cultura del ocio nocturno es parte de la idiosincrasia de España, el país con más densidad de bares y restaurantes por habitante del mundo. Hace tan sólo unas semanas la plataforma Juntos por la Hostelería, que reúne a reconocidos chef como Ferran Adrià o Joan Roca, pedía convertir a estos establecimientos en Patrimonio de la Humanidad y equipararlos con monumentos históricos como la Alhambra en Granada.

“No podemos permitir que desaparezcan, España perdería gran parte de su atractivo turístico”, dice Joaquim Boadas, de la patronal. Las restricciones de estos últimos días han afectado a todo tipo de establecimientos, desde las discotecas que abren hasta el amanecer hasta pequeñas tabernas de barrio, clubs en la playa, salas de música y hasta restaurantes, que al tener que cerrar antes pierden los ingresos que obtenían en las últimas horas del servicio.

Los empresarios advierten que con el cierre de sus negocios las autoridades van a conseguir el efecto contrario al deseado y los contagios van a aumentar. “Si cierran los bares y discotecas los jóvenes saldrán a la calle a beber y se disparará la celebración de fiestas ilegales, donde no se cumple ninguna medida de seguridad”, dicen desde Spain Nightlife.

Algunas comunidades, como Cataluña, se han apresurado para imponer multas más severas por el botellón, una costumbre entre la juventud española que consiste en consumir botellas de alcohol mezclado con refrescos y hielos en parques o zonas públicas.

Harvey’s, otra coctelería que sufre la ausencia de clientes en la capital española.
Foto: Cortesía.

En los últimos días han saltado las alarmas al registrarse las peores cifras de contagios diarios desde el 1 de mayo, cuando la población española estaba confinada en sus casas. Según el Ministerio de Sanidad un 10% de los nuevos brotes están vinculados con el ocio nocturno y los casos están creciendo con más velocidad entre los jóvenes.

“Hemos sido los primeros sacrificados, no han tenido piedad”, lamentan desde la patronal. Ante el aumento de los brotes, Cataluña, Aragón y Murcia han sufrido las mayores restricciones (con el cierre total de salas de fiesta y discotecas), en otras comunidades han reducido el aforo hasta más de la mitad y han prohibido pisar la pista de baile mientras en Madrid desde este martes los bares deben cerrar a la 1.30 de la noche.

Esta medida es una mala noticia para muchos negocios de copas que en verano empiezan a llenarse a partir de la medianoche, cuando cierran las terrazas, y hacen caja durante la madrugada. “Lo poco que estábamos facturando se ha ido al carajo”, lamenta en conversación con Infobae Eduardo Gutiérrez, propietario de In Dreams Harvey’s, dos coctelerías en Madrid.

Con más de una década de experiencia en el negocio, este trabajador describe los problemas que ha atravesado estos últimos meses como “una historia de terror”. Durante los tres meses de la cuarentena (entre marzo y mayo) acumuló una deuda importante porque no pudo abrir ninguno de sus dos establecimientos pese a que sí seguía pagando el alquiler de ambos.

“La única solución que me ofrecieron los propietarios del local era aplazar los pagos del alquiler unos meses, ¿pero eso para qué me sirve si no sé cuándo podré recuperar las cifras de antes de la pandemia?”, lamenta.

“Están demonizando al sector: de las autoridades ya hemos visto que no podemos esperar nada y los medios de comunicación sólo buscan carnaza”, critica en diálogo con Infobae el empresario Mario del Pino, que se dedica a organizar eventos nocturnos. Reconoce que, visto con perspectiva, hubiera preferido que les hubieran dicho cuando apareció la pandemia en marzo que durante todo el 2020 no iban a poder trabajar.

“Nos hubiera ahorrado mucho esfuerzo, dinero invertido e ilusiones frustradas”, comenta. Compara lo vivido como una montaña rusa: del golpe moral que supuso el confinamiento al subidón de esperanza cuando pudieron empezar a organizar eventos a partir de junio y, finalmente, a la estacada de estos últimos días con las nuevas prohibiciones.

En junio fue uno de los pioneros en España en esta nueva normalidad al organizar una fiesta de electrónica al aire libre en unos autocines de Madrid con el DJ Abel Ramos. Los asistentes podían escuchar la música desde sus propios coches o en terrazas reservadas para pequeños grupos cumpliendo las medidas de seguridad.

En julio ha celebrado una fiesta en La Riviera, una popular sala de la capital. Por razones de seguridad, sólo vendieron 400 entradas. Las imágenes registradas en el evento llaman la atención: la sala, donde caben 2.400 personas, está prácticamente vacía, con grupos de personas dispersos y el DJ al fondo en el escenario.

“Es un tópico pensar que en la noche todo es desfase, que los que nos dedicamos a esto ganamos muchísimo dinero. Esa no es la realidad, hay mucho trabajo detrás, gente que tiene una familia a su cargo y no puede permitirse dejar de trabajar tanto tiempo. Con las medidas que han anunciado esta semana han matado al sector del ocio nocturno en España”, asegura Mario del Pino.

Antes de las restricciones de esta última semana, varias salas con las que trabaja en Madrid habían vuelto a recuperar a sus empleados, ilusionados por la apertura, y ahora se encuentran con que no van a poder abrir porque no les sale rentable cerrar a la 1.30 horas de la noche y encima han perdido las subvenciones del Estado al retomar la actividad.

La cultura, otra víctima

Las últimas restricciones de las autoridades para evitar que España sufra una segunda ola del virus han causado otra víctima: el sector de la cultura. Cuando el gobierno catalán dijo que prohibiría todos los eventos culturales para evitar contagios tomó fuerza una campaña con el lema de “la cultura es segura”.

“No ha habido rebrotes en los espectáculos culturales. Nos hemos reinventado para cuidar la salud. Si nos hacen cerrar de nuevo pasará mucho tiempo hasta que podamos volver a ver cultura en directo”, dicen desde la Unión de Músicos Profesionales, los impulsores de esta reivindicación.

“Es importante saber diferenciar entre la cultura y el ocio nocturno, no tienen la misma genética aunque los hayan metido en el mismo saco”, dice a Infobae Alan Queipo, profesional del mundo de la música que ha visto en los últimos meses como el ciclo de conciertos Sound Isidro en el que trabaja ha debido posponerse varias veces mientras él tenía que cancelar varias fechas ya confirmadas para los artistas de su sello.

“Así es imposible trabajar, intentas cerrar nuevas actuaciones para más adelante pero ni siquiera tienes la certeza de que las salas con las que trabajas vayan a poder abrir”, lamenta.

Un concierto al aire libre cumpliendo la distancia social del ciclo “43 Gira en Kasas”, que intentó adaptarse a las reglas de la “nueva normalidad”. Foto: Cortesía.

 

Una de las críticas más repetidas es que no se ha demostrado que en este tipo de eventos se hayan producido rebrotes mientras cada día se ven imágenes de aglomeraciones en el transporte público durante las horas pico, como sucede en el metro de Madrid.

Alan Queipo colabora con 43 Gira en Kasas, una iniciativa que se adelantó a este nuevo escenario donde priman las condiciones de seguridad de los asistentes. Son conciertos en acústico en espaciosos jardines de casas privadas donde el público permanece sentado respetando la distancia. “Es ridículo que nos digan que eso es una actividad de riesgo cuando luego vas por la calle y ves las terrazas de los bares a rebosar con gente sin mascarilla”, critica.

Explica que su trabajo en la música, como el de tantos otros profesionales que dependen de los eventos culturales en directo o en espacios donde se reúne gente (desde el teatro hasta el cine o las presentaciones de libros), es ahora mismo como construir un castillo de naipes: “Sabes que en cualquier momento se puede derrumbar”.

Más allá de los grandes nombres de la cultura española, Alan Queipo llama la atención sobre la precariedad de la industria y el riesgo de desaparición de todos los profesionales sumergidos de un sector que emplea a más de 700.000 personas y aporta un 3% al PIB nacional entre todas sus disciplinas.

Todas las personas afectadas que han sido consultadas para esta nota coinciden en que la incertidumbre es su peor enemigo y lamentan “la improvisación” de las autoridades y la ausencia de un canal directo de comunicación entre los profesionales del sector (tanto el del ocio nocturno como el de la cultura) con los que deciden las restricciones.

Repiten que nos tenemos que reinventar, que hay que aprender a convivir con el virus, pero ya no podemos más”, dice el empresario Mario del Pino, quien confiesa que hasta que no haya una vacuna contra el virus será muy difícil que pueda volver a trabajar.

“Muchos van a tirar la toalla este año, va a ser una sangría”, coincide el barman Eduardo Gutiérrez, quien sólo aspira a intentar recortar sus deudas para 2020. “Pensar en beneficios es una quimera, ni siquiera en el mejor de los escenarios, si para el otoño en España nos dejaran volver al 100% del aforo, sería igual que antes, pues sin vacuna los clientes tendrán que mantener la distancia por seguridad”.

“Comprendemos y aceptamos todas las medidas para garantizar la salud de la población pero el Estado nos tendrá que indemnizar si no nos deja desarrollar nuestra actividad, de algún modo tenemos que sobrevivir”, reflexiona Joaquim Boadas, desde la patronal del ocio nocturno.

Pendientes de una respuesta por parte de las autoridades, los empresarios solicitan medidas urgentes como subvenciones, alargar los ERTES (pues después del verano seguirán sin poder trabajar con todos sus efectivos), suspender impuestos y buscar una solución a medio plazo para los alquileres o hipotecas de los locales. “Más allá de todo eso, pedimos comprensión y que no se nos criminalice”, coinciden diversas fuentes.