Ángel Lombardi: ¿Votar o no votar?

Ángel Lombardi: ¿Votar o no votar?

Otra vez la estéril y recurrente discusión en torno a un falso dilema. Un grupo reducido de personas influyentes, de las élites políticas y económicas, que disputan el poder, el gobierno y las “influencias” correspondientes, con razones “válidas” (?).

DECIDEN que hay que votar y por quién o no-votar porque “conviene”, es decir una decisión personal de cada ciudadano, reducida a un sí o a un no. Y cualquiera de las dos opciones que tomes, te condena a una serie de descalificaciones, desde cómodo e indiferente a “traidor” de “algo”. El problema es que la “mejor decisión”, en términos políticos, sólo es “evaluable después”. En Venezuela, con el actual régimen, se han tenido tres experiencias traumáticas: Se votó en 1998, por un mesías salvador y resultó peor el remedio que la enfermedad. Se propuso la abstención, y nada pasó. Se decidió entonces que debíamos votar y la oposición fue ganando “espacios” hasta el clamoroso triunfo del 2015 y nada “pasó, por la sencilla razón que este ya no es un gobierno sino un régimen atornillado al poder y además empecinado en profundizar la crisis. Es decir que hasta ahora no ha funcionado ni votar ni dejar de votar. En consecuencia no hay ningún argumento empírico, racional y objetivo para demostrar a priori cuál es la mejor opción. En conclusión propongo que no nos sigamos dividiendo más de lo que estamos divididos y que cada uno decida en “consciencia” y de acuerdo a su filiación política y partidista. Creo que al final, la mayoría de los partidos y grupos terminarán participando, unidos o divididos, su militancia y activistas lo desean, porque está en su cultura política e interés lo “electoral”. El drama es que el proceso ni es democrático ni sus “resultados” van a ser confiables, profundizando el vacío de la falta de fe en el actual sistema electoral de muchos y esto también favorece al régimen, que vuelve a “montar” un proceso, que pase lo que pase, siempre “gana”.

Todo ello aumenta nuestras discordias y divisiones opositoras, profundiza el pesimismo y la desesperanza colectiva, inhibe o anula “salidas racionales de transición democrática” y potencia las posiciones “extremas” de fuerza. Mientras la crisis humanitaria, la pandemia y la destrucción generalizada continúa y se profundiza. Un callejón sin salida y las fuerzas políticas para “destrancar” esta trágica complejidad son poderes geo-políticos externos, que no tienen ningún interés en Venezuela y su gente, sino sus en negocios y en seguir “aprovechándose”.





Mi inquietud, en consecuencia, no tiene tanto que ver con votar o no-votar sino con la incapacidad nuestra de pensar en el BIEN COMÚN y la capacidad política para un “acuerdo” de transición democrática, sin profundizar los odios y la crisis y repetir nuestra historia de “golpe a golpe”.