Los españoles llenan las peluquerías en el primer día de reapertura tras la cuarentena

Los españoles llenan las peluquerías en el primer día de reapertura tras la cuarentena

Imagen cortesía.

 

Si el fin de semana pudieron salir a correr y pasear, este lunes los españoles pudieron acudir por primera vez en semanas a la peluquería, muy solicitadas para domar unas melenas salvajes tras un largo confinamiento.

Con una mascarilla protectora que empaña ligeramente sus gafas, Conchi Navarro aplica el tinte a una de las primeras clientas de su peluquería en Barcelona, reabierta gracias al gradual desconfinamiento aplicado en España con la epidemia en remisión.





“Hoy hay un poco de caos. Todo de llamadas de clientes que piden hora”, dice este peluquera de 56 años a las puertas de su establecimiento en el humilde barrio de la Sagrera de Barcelona.

Como el resto de comercios reabiertos, solo pueden atender a clientes con cita previa y bajo estrictas medidas de seguridad: un cliente por trabajador y dos metros de distancia entre ellos, llevar mascarilla todo el rato y desechar o desinfectar el material después de cada uso.

Afp.

“Normalidad, normalidad, no hay. Trabajamos con nervios por mantener estrictamente el protocolo, (…) Es importante enseñar que lo hacemos bien para que el cliente no tenga miedo”, dice Navarro.

España, uno de los países más golpeados por el nuevo coronavirus, reportó este lunes 164 decesos en 24 horas, la misma cifra que la víspera, lejos de los 950 que se llegaron a registrar a comienzos de abril.

En cuanto a contagios, se registraron 545 nuevos casos, la cifra más baja desde antes del 14 de marzo, cuando se decretó uno de los confinamientos más severos de Europa, que ahora se relaja gradualmente.

Aunque en menor medida que el fin de semana, las calles se llenaron temprano de deportistas que, a media mañana, dejaron paso a parejas de ancianos que aprovecharon para pasear en las franjas horarias reservadas para ellos.

En las paradas de metro se repartían millones de mascarillas, cuyo uso es obligatorio desde este lunes dentro del transporte público.

Un barbero atiende a un cliente en Valencia (AFP)
Un barbero atiende a un cliente en Valencia (AFP).

 

En la estación de Puerta del Sol, en pleno corazón de Madrid, resonaba un mensaje: “El uso de mascarilla es obligatorio para todos los usuarios tanto en el interior de los trenes como en las instalaciones”.

Policías municipales y miembros de protección civil entregaban mascarillas, aunque muchos usuarios ya portaban la suya.

“Empieza a haber más gente, hasta hoy no había visto a la gente con mascarillas y hoy sí”, decía al salir del metro Cristina Jiménez, una empleada de una casa de cambio de 31 años que ha seguido trabajando estas semanas.

Eduardo Esquibel, técnico de radiografías de 25 años en un hospital madrileño, teme que el desconfinamiento lleve a un rebrote.

“Este es mi miedo, que la gente no tenga conciencia y se repita otra vez”, afirma antes de tomar el metro.

– Sin turistas, no se abre –

La vuelta a la normalidad, sin embargo, es lenta. Alrededor de la peluquería barcelonesa de Conchi Navarro, la mayoría de locales y bares, que pueden aceptar pedidos para llevar, están cerrados.

La mercería de Rosario Montalvo es la excepción. Las llamadas de algunas clientas habituales la llevaron a abrir este lunes aunque, no sabe si seguirá toda la semana.

“Esto de la cita previa para comercios como el mío es una broma. La gente reservará hora en la peluquería pero no me va a pedir una cita para comprar cintas o hilos”, protesta esta mujer de 59 años. Y es que, aunque puedan abrir, algunos no lo ven rentable.

En Formentera, una de las cuatro islas españolas donde el desconfinamiento se encuentra en una fase más avanzada, los comercios y las terrazas de los bares pueden abrir con aforos limitados.

Pero esta pequeña isla mediterránea de 12.000 habitantes, conocida por sus calas de agua turquesa, se encuentra cerrada a visitantes y turistas, su principal fuente de ingresos.

“Nosotros todavía no hemos abierto y tardaremos en hacerlo. Sin turismo, solo unos pocos restaurantes pueden abrir”, dice por teléfono Nico Ampico, un restaurador italiano de 34 años con dos locales.

Otros, como Antonia Díaz, se preparan para abrir la terraza, aunque tampoco tenga claro si podrá “cubrir costes”.

Ahora “estamos limpiando, desinfectando y comprando material de protección (…) Ya no viene de dos días y prefiero que esté todo bien preparado”, explica por teléfono.

“Creo que lo más fuerte ha pasado y poco a poco vamos a ir volviendo a la normalidad”, confía.