19 de abril: fecha patria, tiempo ciudadano, momento de libertad, por @ArmandoMartini

19 de abril: fecha patria, tiempo ciudadano, momento de libertad, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

No es hora para indagar ni tiempo de rebuscar argumentos para no sentirnos obligados, salvo que tengamos paciencia de cautivo, aguante de humillado y cerviz de esclavo. ¿Es lo que queremos ser? Son muchos los indiferentes, apáticos e incrédulos, también los burlados, engañados y defraudados. Pero ya no se justifica, precisamente por ello, hagamos paréntesis en las múltiples decepciones e incorporémonos al sentimiento patriótico, ciudadano, libertario, que marcó el inicio de la lucha por la separación soberana. Seis provincias desconocieron el mandato del capitán general. Se celebra la Proclamación de la Independencia de Venezuela, es lo que simboliza el 19 de abril 1810. Una conmemoración de dignidad, orgullo, sentir patrio. No obstante, sin ser declarada legal y jurídica, políticamente se produjo un cambio profundo que culminó el 5 de Julio 1811, con la firma del Acta de Declaración de la Independencia. 

Como negarnos la oportunidad en nuestros hogares, -aislados por el asesino invisible-, de apreciar, sentir y recordar los sucesos de aquella maravillosa fecha, que modificó nuestra historia. Las fuerzas vivas, coinciden en una sola voz, con el objetivo de alcanzar manumisión, desde el pueblo, fuerzas armadas, clero, intelectuales y ciudadanos, se pronunciaron, libres, iniciando una sociedad diferente, en lo político, social, económico y cultural, oficializando la Primera República.

Si nuestra intención es como el de los libertadores, pasemos por encima de obstáculos y pretextos. Veamos más allá de las narices, y comprenderemos cómo frente a ellas nos robaron, saquearon la patria, expectorando en la fe y confianza; creando una clase revolucionaria de bandidos, civiles, militares, socios y afines que, además de dinero, nos quitan derechos humanos elementales y agreden haberes constitucionales, que, con descaro e impunidad, nos restriegan sin pudor ni rubor.





Venezolanos de todas las regiones, edades, religiones, colores, condiciones socio-económicas, han sacrificado sus vidas, estudios, carreras, oficios, familias y destinos, en la disputa para que los ciudadanos disfrutemos autonomía de pensamiento, opinión, trabajo, calidad de vida, vivir en paz, libres, en democracia, esforzándonos por nuestro bienestar. Constantes de honor para orgullo, adeudo y compromiso. Hemos sido gesta de auténticos forjadores de libertad. 

Demasiados, generación tras generación, como para que los millones de hoy sigamos resignados, aguantando abusos, soportando injusticias, ilegalidades y arbitrariedades de quienes ofrecieron revolución y cambio positivo. Sin embargo, nos estafaron con años de opresión, despotismo y exorbitantes motivos para avergonzarnos, despilfarrando el patrimonio nacional en obsequios a zánganos, pedigüeños, vividores, gorrones desfachatados que sobrellevan su desvergüenza por unos cuantos barriles de petróleo y un puñado de monedas.

Han retado la venezolanidad, dignidad, decoro, principios éticos y morales del gentilicio, señoría, decencia ciudadana, tras tolerar años de oprobio oyéndolos mentir, embaucar sin compasión, no dar pie con bola, derrochar el nombre, honor, patrimonio y necesidad de un país. 

La realidad nos obliga a refrendar el coraje, valor y orgullo de “seguid el ejemplo que Caracas dio” de un pueblo ciudadano que un 19 de abril tomó del brazo al representante del tirano español y lo hizo asomarse al balcón para escuchar el rechazo público “¡No lo queremos, no lo queremos!” y admitir que había perdido jefatura: “pues yo tampoco quiero mando”, con lo cual él también dio ejemplo de dignidad. Con una diferencia importante, fundamental: en este tiempo (2020) no es una élite ilustrada la que impulsa bandera y decisión de emancipación. Es más, del 80% de los integrantes del pueblo, ciudadanos de a pie, quienes, con el gallardete desplegado de conciencia y honradez, reclama democracia, libertad, oportunidad y prosperidad que, con virtudes y defectos, este país demostró ser capaz de desarrollar. Dilema de muchos que deben decidir entre respaldar a esa inmensa mayoría o ser ejecutores y carceleros del pueblo al cual pertenecen.

Es jornada de valor nacional, ya no seremos más peones cómplices ni complacientes del castrismo, ni de la torpeza injustificable de secuaces asociados y, menos aún, de una revolución ficticia que nunca fue más que un capricho e ignorancia de patibularios afortunados. Incluso sinvergüenzas, cínicos que aprovechándose de pendejeras varias, abandonaron su pandilla hamponil, después que ayudaron a saquear y saquearon a su vez la botija ciudadana, saltaron la talanquera para establecerse descarados en las filas adversarias, con el solo interés y beneficio propio de sobrevivencia, buscando y encontrando impunidad a sus delitos, tropelías y abusos. Deberán ser denunciados, juzgados, expuestos; pagando con cárcel y desprecio popular sus infracciones. 

Los ciudadanos están comprometidos con la conciencia en la mirada y voluntad de cambio profundo, radical, por nuestros hijos, nietos y los que vendrán mañana. Somos patronos, dueños de nuestro destino, beneficiarios de la sangre ardiente libertadora y herencia genética de próceres. No roedores de la tiranía, sino abanderados de la libertad.

¡Que Dios bendiga a Venezuela y a quienes, en ella, tuvimos la distinción de haber nacido o adoptado como patria!

 @ArmandoMartini