¡Ojo con Bolivia! ¿Lula el inocente? por @ArmandoMartini

¡Ojo con Bolivia! ¿Lula el inocente? por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

 

¿Quién imaginó a la sociedad boliviana, enviando al carajo a Evo Morales? Y no es una protesta por reclamos económicos, hay que reconocer, con corrupción y coca, ha permitido una mejoría económica entre bolivianos. Lo que reclama el pueblo en la calle, es traicionar, no obedecer la voluntad popular, empeñándose en conservar el poder contra la decisión ciudadana. Y renunció porque no soportó el repudio combinado de militares, policías y ciudadanos.

Los bolivianos han sido y son un pueblo bravío, valiente, no se dejen engañar por fotos que muestran mujeres con sombreritos característicos, expresiones humildes y pacientes. Han estado en guerras que han perdido, pero con extraordinario coraje, no tienen miedo. Como uno de ellos se presentó inicialmente, dirigente indígena empeñoso, hábil y corajudo que borraría una historia de gobiernos débiles y militares fuertes, los mismos, que mandaron al inferno a un ícono del castrismo injerencista, a esa basura humana, el asesino serial Ernesto “Che” Guevara.





No piensen en ese Evo Morales, hace tiempo dejó de existir, el que se fugó es otro. El que olvidó su anunciado amor por su pueblo y se enamoró del poder, se sintió indispensable y hasta un museo personal le fue creado. Prefirió el fraude electoral a dar paso con dignidad histórica al relevo. Hoy es un fugado. De haberlo hecho, ascendería de Presidente, líder popular a símbolo mundial de la democracia y decoro ciudadano.

Prefirió la bajeza y vergüenza final de la huida, claudicó a la bribonada electoral, a la inmoralidad del engaño, irrespetó e ignoró la voluntad ciudadana Ahora no importa lo que pase, es causante de la furia, el desastre, los muertos y heridos de la indignación ciudadana; los pueblos toleran, tienen paciencia -error confundirla con resignación- pero lo que no absuelven es la soberbia, prepotencia y falsedad. Y no las están perdonando en Bolivia.

No es tan simple, como “expertos” señalan, de un enfrentamiento entre prósperos “blancos” de Santa Cruz e “indígenas” de las montañas. Es una rebelión contra la ambición desmedida, el embuste, contra el intento desvergonzado de burlarse. El alzamiento ciudadano no es sólo en Santa Cruz, es en La Paz, Tarija, Sucre, Cochabamba. Es un reclamo enfurecido de un pueblo que no está peleando y manifestando por el candidato Carlos Mesa, sino por su orgullo como ciudadanía.

Los policías, son parte de ese pueblo, se declaran en rebeldía contra el estafa y simulación, la ambición que asomó grande, ha terminado en un insaciable ególatra con estatuas y miseria personal. Hoy se derrama sangre boliviana como ya se ha derramado antes. Pero esta vez es por el orgullo de ser libres, de no obedecer a charlatanes que humillan y deshonran.

Bolivia la humilde, hija predilecta del Libertador Simón Bolívar, la de los indígenas que conviven con blancos y mestizos sin mayores problemas, la que parecía pobre, el último país de Suramérica, ha resultado ser la heredera real del empeño libertario y democrático de su fundador.

Una dignidad, un sentido del honor ciudadano, que se ha hecho ejemplo para el mundo.

Por un juez de diferencia Lula vuelve a la calle. ¿Perdonado, todo olvidado? No importa la pedantería con la cual celebró su libertad tras casi 600 días de prisión; no regresa a su sindicato por ser inocente y víctima, sino por tecnicismos legales. Atribuye a un magistrado de haberse ensañado contra él, es sencillo acusar a otro de ser permisivo, por no decir cómplice.
El promotor del perverso Foro de São Paulo regresa dispuesto a entorpecer el duro trabajo que le está tocando hacer al Presidente Jair Bolsonaro, en un país que tiene tantos retos como diversidad ecológica, selvas amazónicas y ríos. No se puede obviar fue un Presidente notorio, aprendió política y realismo como el sorprendente Lech Wa??sa, se hizo dirigente creciendo dentro del complejo mundo sindical. El líder condujo la pugna entre los trabajadores y la tiranía polaca, guió y capitaneó a Polonia de la esclavitud, represión comunista a la libertad y retos de la democracia.

Lula Da Silva se erigió Presidente en hombros de la clase obrera, respaldó el desarrollo natural en un país de empuje y poder, pero toleró la corrupción -Odebrecht es sólo parte del problema-, cometió la estulticia y se apoyó en el castrismo funesto y siniestro.

No frenó a Brasil, pero manifestó su incondicional adoración a Fidel, su banda delincuencial, y lo que Chávez iba regando en Venezuela. Su historia de trabajador y dirigente laboral enamoró a los brasileños cansados de embustes, anhelantes de populismo, hartos de pendejadas y el amargo recuerdo de tiranías militares, que entendió, manejó el orgullo brasileño empeñado en ser potencia, estrechados entre selva y mar, tuvo inteligencia al entregar el poder cuando toco hacerlo, a diferencia de Evo Morales en estos días y Maduro desde hace ya demasiados años. Son tres países diferentes, pero enlazados por el deseo democrático de sus ciudadanos.

Pero no pudo ¿o no quiso? dejar de lado privilegios y mieles de la corrupción, se asoció y participó; sin embargo, esa democracia que le permitió llegar al poder, ahora quiere cobrarle pecados y malas mañas.

Lo encarcelaron -con razonables comodidades- y ahora por cumplimiento estricto en detalles legales, sale en libertad. Pero no libre. Está en la calle, hay pasos constitucionales, procesales que cumplir, la justicia abre la puerta del presidio, pero no ha sentenciado su inocencia. Sólo manifiesta derechos vulnerados, proceso e investigación continúan. Sigue siendo sujeto de juicio, no ha podido demostrar que no se dejó corromper.

@ArmandoMartini