El Mundo: Iván Márquez quiere superar a las Farc y Maduro le ayuda

El dictador Nicolás Maduro y el jefe de la nueva FARC, Iván Márquez durante la firma del tratado de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla en septiembre de 2016 (EFE)

 

 

Le miran con desconfianza, no quieren tener de jefe supremo a Iván Márquez, que solo recientemente volvió a empuñar las armas. Máxime cuando muchos comandantes están bien asentados en sus territorios, al mando de ejércitos pequeños pero eficaces, con un buen número de jóvenes deseosos de jugar a ser Rambos, y ganando dinero con el narcotráfico y la minería ilegal.





Por: Salud Hernández-Mora | El Mundo

Esa resistencia a conformar una sola FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo) como pretende Márquez, es, precisamente, la que quiere quebrar Nicolás Maduro, empeñado en convertirle en líder de las disidencias en Colombia desde Venezuela, según informaciones de inteligencia policial a las que tuvo acceso EL MUNDO. Por eso presiona a los que se marginaron del proceso de paz hace un par de años o nunca estuvieron en él, cuya cabeza más visible es Gentil Duarte.

“Las autoridades venezolanas han enviado un mensaje: quienes delinquen en la frontera deben hablar con Iván Márquez. A él le prestan medios para que se mueva por Venezuela sin problemas y facilitan que consiga armamento. Si no lo hacen, empezarán a realizar operativos contra ellos”, señalan. Y una fuente de las entrañas de las disidencias, que habló con este diario, confirmó que “mantienen reuniones con la GNB (Guardia Nacional Bolivariana) para suministrar armamento de todos los niveles. Y Márquez es quien tiene las relaciones con el gobierno de Maduro”.

El objetivo último es conformar una sola estructura armada pero, de momento, pretenden sellar acuerdos con Gentil Duarte y otros grupos que fueron de las FARC. Y, al mismo tiempo, concretar la colaboración con los dirigentes del ELN, también cobijada en suelo venezolano bajo el ala del chavismo. “Están buscando alianzas para tratar de fortalecer su presencia en Colombia”, indica el general Óscar Atehortúa, Director general de la Policía Nacional.

En las reuniones que convoca Márquez, Duarte acude con Iván Mordisco y John 40, sus dos fichas principales. Este último controla la minería ilegal de oro en Venezuela, cuyos beneficios reparte con el gobierno chavista. Por parte del ELN, hablan con Pablito, quizá el más sanguinario y poderoso, que se mueve entre ambos países, y con Antonio García, convertido en un burócrata que reside en Venezuela desde hace varios lustros.

Pero no solo pretende fortalecer las nuevas FARC-EP con alianzas. También, según la persona que conoce sus movimientos, con camadas de reclutas. La última, precisa, acaba de salir de un curso de entrenamiento en la finca La Ganadera, en Río de Oro, región del Catatumbo, cerca de la frontera venezolana. De ellos, el 60% son venezolanos y algunos pertenecían a pandillas violentas en su país natal. Ahora, sin embargo, “una vez los disciplinan, son combatientes bravos y leales, no se tuercen, y ya hay comandantes de escuadra (el primer escalón de mando)”, añade. Percibirán un salario que ronda los 700.000 mil pesos (unos 180 euros), una de las mayores diferencias respecto a las antiguas FARC en donde los guerrilleros no tenían ingresos.

En lo que no han variado, es en la edad de ingreso. Según un líder social que pide anonimato, “hay denuncias de menores de 12 y 13 años, indígenas en muchos casos”. Y para evitar delaciones, a cada nuevo integrante le abren una ficha con el cuadro de toda su familia. Así saben que si desertan o se vuelven informantes de las FFMM, se vengarán con los suyos.

Unos alistados quedarán en las áreas fronterizas y a otros les mandarán a distintas partes del país. “Márquez quiere resucitar a la antigua guerrilla, superar a las FARC de antes, con el mismo objetivo de alcanzar el poder” en el futuro, ya sea por medio de un candidato propio o con alguien de un partido distinto que ellos apoyen. Y deja en manos de alias El Paisa, un avezado y temido terrorista, la jefatura militar. “Venezuela les ayuda porque consideran que si algún día algo pasa, los tendrían de su lado”, sentencia el general Atehortúa.