La bolsa radioactiva, por Raef Zibaqui

La bolsa radioactiva, por Raef Zibaqui

Doscientos venezolanos están varados en la frontera entre Perú y Chile, el gobierno chileno decidió no dejarlos pasar por no tener la debida identificación y los requisitos legales. Cientos han muerto en naufragios en el Mar Caribe tratando de llegar a las costas de Curazao, Aruba y Trinidad. Decenas son reclutados por la guerrilla en la frontera con Colombia, cientos explotados sexualmente en distintos lugares, miles sub pagados, otros tantos en condiciones de esclavitud.

Cada quien huye a su manera, cada quien resiste como puede, para otros la tragedia pasa de largo, sin consecuencias, al punto que hasta la ignoran o se expresan de ella como una simple anécdota. Algunos hasta se han hecho groseramente millonarios.





Pero el país se va cerrando, mientras mayor la crisis, más difícil es escapar de ella. La sensación de que todo se fue por el inodoro es indescriptiblemente real, la miseria avanza más rápido que las ideas para enfrentarla. Es como los interiores rotos que te niegas a botar sabiendo que a nadie le importa, porque simplemente nadie nota que los llevas puesto. Actitud tratas de tenerla siempre, pero todos los días sucede algo que te derrumba.

No importas, no le importas a nadie a menos que seas doliente. La sociedad se depreda a sí misma, la clase política no es la excepción, salvo una pequeña minoría decente, a ellos tampoco les importas. La guerra que querías que llegara no llegó, pudo haber llegado, pero muchos lo impidieron, la retrasaron tanto que se perdió en el camino, no llegará, y tampoco les importa. La otra guerra la sufrimos por dos décadas, en proporción tiene más muertos que la guerra federal. Población diezmada, población enferma. No exagero, solo abro los ojos.

Al mundo solo le interesa que no le salpique, que no se expanda el cáncer, haciendo metástasis por toda la América. La bolsa de desechos radioactivos que se cierra herméticamente y se deja a un lado para que se termine de destruir por sí misma hasta que ya no pueda hacer daño. Mientras tanto, quienes tienen el poder de la fuerza tratan de mantener una fachada de Estado, necesitan la fachada para seguir el saqueo, las huestes de Boves se quedaron pendejas.

Pirañas de tierra no dejan ni para los zamuros, hasta los suelos los secan. “Elecciones, elecciones”, gritan, empujan, desde adentro, desde afuera, “elecciones, elecciones”. ¿De qué? Voluntad política, muerte a los radicales, “elecciones, elecciones”. Las pirañas no saben de eso, las pirañas no saben lo que es soltar una presa, se la comen y buscan otra, es un ciclo que se repite a cada instante, solo acabará cuando acaben las presas y se comerán entre ellas.

“Elecciones, elecciones”, reconciliación, el triunfo de la impunidad, matando a los radicales matan también a la justicia y la herida queda abierta, sangrante, con las pirañas acechando.

Los egos desbordados, cada quien queriendo ser lo que no merece ser, son contados con los dedos de una mano quienes pueden y merecen ser. Pero unos quieren llevarse el premio solos, otros saben que solos no pueden. Y mientras tanto, el mundo se entero que aprieta fuertemente la bolsa puede ser muy útil.

@RaefZibaqui