Recientemente, el BCV ha publicado algunas cifras de interés luego de incumplir con lo expresamente ordenado por la Constitución, por varios años. Obviamente, reconociéndola, la hiperinflación se exhibe harto aminorada, maquillada o alterada y, seguramente, por su insinceridad, afectará las cuentas fiscales, la materia impositiva, los juicios laborales que ha frenado el ocultamiento persistente de los números, entre otras consecuencias inmediatas.
Lejos de transparentarlas, la revelación de esas cifras tiene por principal despropósito el de autovictimizar al régimen, denunciado el imperialismo como causante de la catástrofe que padecemos. Y, rápidamente, criminalizar a la oposición como autora de todas nuestras desgracias. Por ello, imposible de disfrazar, se dispone a escandalizarnos por un bloqueo que lo prefiere según la sacrosanta versión habanera.
Poco importa que nadie sepa del monto del presupuesto que se ejecuta, de la verdadera relación de ingresos y gastos, de los créditos adicionales que se aprueban inconstitucionalmente. Que sean un absoluto secreto todos y cada uno de los pormenores de nuestra tragedia económica, propicio para el sostenimiento del Estado Criminal.
La económica, persigue elevar aún más la hiperinflación verbal, devaluando los criterios para asumirla, auspiciando los errores y la confusión de un debate que jamás el régimen ha deseado. Ofreciendo la tentación de cmpetir por cifras alarmantes que permitan, en última instancia, perder el propósito deseable de las alternativas, las soluciones, los remedios que esperamos tras el colapso terminal del socialismo.