Luis Alberto Buttó: El autobús del futuro

Luis Alberto Buttó: El autobús del futuro

Cuánta mala leche la de un gobierno que por sus propias acciones tiene que atragantarse con las palabras proferidas al ser desmentido por la realidad. Le ocurre algo similar a lo que reza la conseja popular en el sentido de que el que se viste con lo ajeno en la calle lo desnudan. Sólo que, en el caso al que aquí se hace referencia, la camisa fea le pertenecía desde el origen. Durante dos décadas de oprobio y miseria progresiva, el discurso de los líderes de la autodenominada revolución bolivariana ha sido permanentemente desmontado por la realidad que ellos mismos configuraron. Dicho de otro modo, realidad de la cual son responsables y culpables y que contradictoriamente se desgañitaron jurando que, supuestamente, iban a erradicar una vez conquistado el poder.

Entre los logros trascendentales alcanzados durante los 40 años de vigencia de la democracia liberal representativa (la única que en verdad existe), estuvo la masificación de la educación en los distintos niveles en que en ésta se secciona conceptual y metodológicamente hablando. Especial significado tuvo el hecho de ampliar exponencialmente el subsistema de educación superior para garantizar el acceso a la educación universitaria a jóvenes provenientes de incontables familias que nunca creyeron que de los suyos saldrían profesionales; de talla mundial, por cierto. El asunto se revistió de mayor éxito por la sabia política de diseminar centros universitarios a lo largo y ancho del territorio nacional para que el conocimiento de avanzada alcanzara a todos los espacios del país. En consecuencia, se experimentó un acelerado proceso de movilidad social ascendente como nunca antes se había visto en la historia republicana nacional. Verdad incuestionable que quedó materialmente registrada en los anales de la patria. No casualmente, de ese proceso de masificación de la educación, surgió el liderazgo de lo que genéricamente se llama chavismo, pues, en caso de no haber sido así, no podrían mostrar los títulos que los identifican, dado el caso que, como permanentemente recalcan, es popular su origen social. En otras palabras, al hablar de exclusión social mintieron descaradamente ya que con su propia historia personal demostraron las bondades del sistema político que se dieron a la tarea de denostar.





Pese a lo explicado, nunca han dejado de discursear que la exclusión educativa era la tragedia a superar y que buscaban evitar se privatizara la educación universitaria, como supuestamente estaba ocurriendo para el momento en que arribaron al poder.

Insistencia argumentativa: mentiras o medias verdades por donde se le vea, como se puntualizó líneas atrás. Empero, lo que sí es dramática e inocultable verdad es que cuando en una universidad como la Simón Bolívar, donde cerca de 80% del estudiantado depende del transporte universitario para poder llegar a sus clases (caso idéntico al de tantas otras universidades autónomas del país), al no aportar el gobierno los recursos presupuestarios para que dicho servicio pueda prestarse, se privatiza, de facto y sin prurito alguno, la educación impartida y se gesta un condenable y descarado proceso de exclusión social ya que sólo 20 de cada 100 alumnos podrán arribar a la universidad en sus dos sedes (valles de Sartenejas y Camurí Grande); es decir, los más pudientes, aquellos que puedan contar con transporte propio aportado con los recursos de sus familias. Igual pasa cuando los comedores se cierran porque no se recibe el dinero para mantenerlos operativos: sólo quienes pueden garantizarse la alimentación están en condiciones de enfrentar las demandas diarias del estudio. O sea, todo lo contrario de lo que alguna vez vocearon. Reiteración: doble mentira del discurso. Falacia en lo diagnosticado, engaño en lo hecho. De nuevo, el refranero a disposición: escupir para arriba como acto tragicómico. Estulticia de arriba abajo.

A veces, el futuro de una generación cabe completo en un autobús. Así las cosas, al negar la posibilidad de que dicho autobús ruede se destruye sin contemplación el futuro de esa generación. ¡Pinche gobierno!, diría un hermano mexicano.

@luisbutto3