El príncipe Harry y la duquesa Meghan acaban de ser padres por primera vez de un niño, del que todavía no se conoce el nombre. La pareja dio la bienvenida a su bebé el lunes día 6 de mayo a las 5.26, hora inglesa, como informaron a través de un comunicado, aunque en el documento no se especificaba el lugar del parto. Aunque parece que el deseo de Meghan era dar a luz en casa, en Frogmore House, y se habían hecho los arreglos pertinentes para ello, finalmente parece que el parto se produjo en un hospital de Londres. Tal y como señalan algunas fuentes al Daily Mail, la pareja real fue escoltada por su equipo de seguridad fuera de Windsor el domingo y pasaron la noche en una clínica de la capital inglesa, que fue donde nació el bebé. Así lo reseña hola.com
El centro elegido parece que fue el Hospital Portland, el mismo en el que nacieron las princesas Beatriz y Eugenia de York y Romeo, el segundo hijo de David y Victoria Bekcham, entre otros bebés. En el comunicado emitido por el palacio de Buckingham no se confirman ni se niegan estas informaciones, y se reitera: “Los detalles del nacimiento son privados”. En los certificados de nacimiento de los príncipes George y Louis y de la princesa Charlotte, hijos de los Duques de Cambridge, figura Paddington, Westminster, como lugar de nacimiento. Puede que la pareja decida revelar el lugar cuando presente a su bebé o que este se conozca cuando la pareja registre el feliz acontecimiento.
A pesar de que todo apunta a que habría nacido en el mencionado hospital londinense, la familia estaba ya de vuelta en Frogmore Cottage cuando anunciaron la llegada del pequeño. Se confirmaba su localización en el documento, que señalaba que la madre de Meghan, Doria Ragland, les acompañaba en su residencia. “La madre de la Duquesa, Doria Ragland, que está encantada con el nacimiento de su primer nieto, está con sus Altezas en Frogmore Cottage”.
A principios de abril, el Daily Mail revelaba que la Duquesa de Sussex quería tener un parto en total comunión con la madre naturaleza, siempre que no supusiera un riesgo para ella o para el bebé. Se especuló con la posibilidad de que contaría con la ayuda de una doula, es decir, una mujer que proporciona ayuda emocional pero que no es ninguna especialista médica. Aunque Kensington no confirmó ninguna de estas informaciones, la mayoría apuntaba en la misma dirección y mostraba a una Meghan poco afín a la medicina tradicional occidental, aunque parece que finalmente no habría podido hacer realidad su deseo.