El retorno a la democracia, por Carlos Ochoa

El retorno a la democracia, por Carlos Ochoa

 

Los tiempos políticos tienen semejanzas y diferencias, tenemos la tendencia de identificarnos más con las semejanzas que con las diferencias, eso ocurre porque retenemos en la memoria más lo que reconocemos como similar que lo que nos hace diferentes.





Esto explica que percibamos los acontecimientos en Venezuela como parte de un eterno retorno Nietzscheano, particularmente identificando las épicas que se dieron en el pasado de Venezuela con la épica actual. La realidad y las circunstancias de hoy son muy diferentes por ejemplo a las condiciones en que se produjo el derrocamiento de Pérez Jiménez en 1958, pero la semejanza por alcanzar la democracia y salir de una tiranía, construye una narrativa en positivo por el desenlace que le da fuerza a la idea que es la misma lucha, que la batalla por la democracia une los ciclos y desvanece las diferencias.

Es falso que a Pérez Jiménez lo derrocó el pueblo en la calle, sólo cuando se supo que el dictador había huido fue que salió a refrendar, festejar el fin de la dictadura. En la Venezuela de hoy la estrategia, la hoja de ruta, convoca al pueblo a movilizarse para respaldar la decisión acordada en la Asamblea Nacional, con respaldo de las principales naciones del mundo y la comunidad internacional.

En la ecuación de los actores para forzar la transición, la X, la incógnita, son los militares, pero por los pronunciamientos que se están dando, y el miedo que hay en el gobierno, se está despejando a favor del restablecimiento de la constitución. En 1957 el dictador se sentía victorioso con la farsa del Plebiscito, y despertó el 1 de enero con el ruido de los aviones de la Fuerza Aérea bombardeando Miraflores, hasta que el alto mando lo renunció, y lo sacó del país en un avión solitario que cruzó el cielo oscuro de la madrugada de Caracas el 23 de enero de 1958.

Lo que no sabemos en este momento es si el Alto Mando se va con Maduro, se fractura, o es depuesto por una oficialidad descontenta, en eso que se está empezando a llamar la “primavera venezolana”, que tiene al pueblo decidido a salir el 23, y todos los días que sean necesarios para que cese la usurpación, se forme un gobierno de transición, y se convoque unas elecciones limpias. En eso si existe semejanza con el espíritu del 23 de enero, que está más vivo que nunca en el corazón de los venezolanos.