¿Narrativa unitaria o única?, por Carlos Ochoa

¿Narrativa unitaria o única?, por Carlos Ochoa

Las dificultades para que las distintas organizaciones políticas, instituciones, personalidades y gremios que adversan al gobierno socialista que está desmontando y destruyendo la república y el poco tejido institucional democrático que aún queda, asuman una hoja de ruta compartida para desplazar del poder a Maduro y sus secuaces, pasa por las palabras y el pensamiento, cualquier camino que elijamos pasa por el pensar, que se realiza con el peso y el significado de las palabras, que unidas con un propósito construyen una narrativa, un discurso, en donde se manifiesta lo que deseamos, queremos y ambicionamos ser y hacer.

El problema se presenta en que el adversario no cree en la pluralidad de ideas, y para ello se ha esforzado en promover y mantener como estrategia el concepto hegemónico Gramsciano, en este planteamiento el teórico marxista italiano, aplica un término militar al pensamiento y la acción política revolucionaria. Gramsci deriva de los griegos el concepto de hegemonía, que significa conducir, gobernar, comandar militarmente bajo una sola voz, en conclusión un discurso único bajo un mando personal. De esto habló muchas horas en cadena de radio y televisión Hugo Chávez, lo explicó en todos los escenarios, y le dio suma importancia. Varias veces reclamó para sí obediencia y disciplina, ministros y generales fueron víctimas de su furia públicamente, expuestos al escarnio para que a nadie le quedara dudas que era él y sólo él el jefe, el conductor, el “fuhrer”, el mesías esperado para redimir a los pobres, y vengarlos simbólica y realmente del capitalismo, los ricos, y sobre todo de ese gran enemigo necesario de todos los redentores izquierdosos, el imperialismo norteamericano, en donde contradictoriamente esconden parte de sus fortunas mal habidas, los boliburgueses, los jerarcas del régimen y sus familiares.





Esa es la razón del cierre de Radio Caracas Televisión, y del acoso a Globovisión, que terminó en la venta del canal al ahora solicitado abogado Raúl Gorrín, por ello cancelaron concesiones a estaciones de radio y crearon cientos de emisoras para ponerlas al servicio del discurso único, quebraron periódicos negándoles el acceso a la compra de papel. La hegemonía revolucionaria, no admite disidencia ni debate libre de ideas. Por eso es que los diálogos que se han intentado no han llegado a nada, dialogan sobre la premisa que el otro tiene que someterse.

Pero la hegemonía de Maduro es frágil, porque llegó al poder sin ganárselo, igual apaga la señal de CNN, Caracol, veta medios y amenaza, criminaliza la prensa y los medios que muestren la realidad del drama y la tragedia humanitaria que se niega a reconocer, encarcela políticos y reprime protestas, pero eso no es suficiente, el fracaso económico de sus planes es monumental y Venezuela padece de sus errores.

El incidente en la autopista en donde funcionarios del SEBIN detuvieron la caravana presidencial, comentado por José Vicente Rangel, es un boquete que expone las impudicias de lo que está sucediendo puertas adentro, y asoma el resquebrajamiento de una hegemonía Madurista que nunca llegó a ser tal.

Por ello es que no es posible un discurso único más si unitario de la oposición, en donde no existe hegemonía ni la habrá, primero porque la pluralidad de pensamientos, relatos y discursos en las sociedades democráticas, van en contradicción a un mando personal autoritario que niega la existencia de los contrapesos de los poderes públicos, lo que si es necesario que se produzca son los acuerdos para enfrentar en la fase terminal a Maduro y lo que queda de su gobierno, acuerdos con grandeza, como los que se hicieron para combatir a la dictadura de Pérez Jiménez y rescataron la democracia, en dónde se depusieron liderazgos en función de alcanzar el objetivo supremo de la libertad.