Al decano de la Sociedad Royal, por @lmesculpi

Al decano de la Sociedad Royal, por @lmesculpi


En medio de tanta incertidumbre y desasosiego generado por los anuncios del gobierno, hoy no voy a escribir sobre el clima social de tensión que se percibe en las calles. Sobre los terribles pronósticos de los economistas, o los análisis de quienes han intentado explicar lo inexplicable.
Dedicaré este artículo a rendir homenaje a un luchador social y político, un gran amigo que ya no se encuentra entre nosotros. Se trata de Héctor Rodríguez Bauza quien desde fines de la década de los cuarenta del siglo pasado se inicia en la militancia política y junto a otros jóvenes de la época funda la Juventud Comunista de Venezuela. Algunos años después (1951) participa junto a Luis Herrera Campins de Copei, Manuel Alfredo Rodríguez de AD y José Vicente Rangel de URD en el Comité que dirigió la huelga en defensa de la autonomía universitaria, que había sido abolida por Perez Jimenez.

Ese movimiento unitario fue precursor del Frente Universitario y de la Junta Patriótica donde en el año 57 Héctor Rodríguez Bauza cumplió un rol fundamental en los días decisivos de la lucha contra la dictadura. Estableció contacto con los oficiales desafectos al régimen e integró el Comité Cívico Militar. Por su destacada actividad en ese período es promovido al Buró político del PCV donde participa hasta el año 1971 cuando figura junto a otros 22 miembros del Comité Central del viejo partido en la fundación del Movimiento al Socialismo.

En el primer periodo constitucional es electo diputado, en 1963 cae preso y permanece durante cuatro años en prisión, luego es expulsado del país. Cuando regresa dirige un órgano ( Deslinde) que jugó un destacado papel en el debate que se desarrolló en el PCV y dio origen al MAS. Esta son historias más o menos conocidas.





Hace tres años escribió sus memorias tituladas: Ida y vuelta de la utopía, donde relata algunos episodios sumamente interesante de su vida. En su prólogo Antonio García Ponce señala: ” Lo que quiero destacar es el tono humano, sincero, cordial chispeante, con que Héctor escribe sus memorias. No es el héroe, no es el que diseca los hechos para encontrar la verdad, sino el que relata con espontaneidad su vida, que es una vida pública, con su militancia política pero también con su fuerte aliento espiritual. Las líneas de su libro destilan generosidad”…

En otras líneas de ese prólogo Antonio resalta el valor que Héctor le asignaba a la amistad, que junto a las ya destacadas en el párrafo señalado constituían cualidades que eran características de Rodríguez Bauza. Héctor era una persona gregaria cuando se separó de la militancia partidista ( hace ya casi 30 años) promovía unos almuerzos de contribución en su casa de Valle abajo, con sus amigos los terceros miércoles de cada mes. Posteriormente -también los miércoles- participa activamente de la Sociedad Royal, en una panadería del cual tomaron el nombre, es un encuentro donde antiguos militantes de la lucha contra Pérez Jiménez, coinciden con los de la izquierda en la década de los sesenta y militantes del MAS en amenas conversaciones, donde la nostalgia y el buen humor nunca están ausentes. Las preocupaciones por la situación del país constituye el centro de atención y de forma unánime rechazamos al actual gobierno , nos ubicamos en el territorio de la alternativa democrática estando en sintonía con la evolución del pensamiento moderno.

Nuestra amistad se consolidó a partir de estos encuentros, donde él era el decano y sin la formalidad partidista, descubrí en ese espacio un personaje de un extraordinario buen humor – por cierto no era la fama que lo precedía como responsable de los calabozos en la Modelo- un ser de una gran calidad humana y de una honestidad a toda prueba. Hugo o Aparicio (seudónimos que empleo en la dictadura y luego en los sesenta) vivió siempre fiel a sus convicciones, frente a su pasado militante asumió la conducta del hereje, jamás del renegado; para parafrasear el título de un libro de Isaac Deutscher.; e ilustrar la conducta de quién también fue un apasionado lector.

En estas líneas rindo tributo póstumo al amigo y compañero de la esperanza, al decano de la Sociedad Royal.