Duque vs. la Mafia de Miraflores : recompensas y cazarrecompensas, por Jorge Eduardo Castro

Duque vs. la Mafia de Miraflores : recompensas y cazarrecompensas, por Jorge Eduardo Castro

La “Guerra” Binacional no declarada por el Catatumbo

La liberación militar de Venezuela va a tener una fachada policiva, de eso se trata el cada vez más reiterativo discurso de Duque al evadir la referencia de lo militar en el proceso de transición de Venezuela, y al mismo tiempo, y casi con igual énfasis, insistir en la lucha contra el narcotráfico.

Eso implica también una lógica más profunda en el futuro y más robusta en el corto, son las condenas judiciales el objetivo militar principal, no tanto para el cambio del antiguo sistema de gobierno sino para consolidar el nuevo que se espera constituir. El proceso probatorio es fundamental.





Por eso esta primera etapa del gobierno de Duque será de intensificación de las misiones de inteligencia, de la cooperación judicial transnacional, y la preparación acusatoria de los capturables entre Maduro y sus compinches. El cuidado de las formas legales en esta etapa es claramente la mejor demostración de la intención evidente de preparar acciones de captura y debilitamiento.

El aumento de cultivos de coca bajo la negligencia calculada del Gobierno Santos no solamente preparó el terreno para los asesinatos entre bandas criminales en Colombia sino también generó un boom de producción y negocios a favor de la Cosa Nostra de Miraflores. O dicho de otra forma, los incentivos que por ingenuidad o concesión se desarrollaron frente al tema de cultivos crearon condiciones para el alargamiento del desastre venezolano. El principal premio de Santos a Maduro como “garante” de los acuerdos de La Habana fue el boom cocalero en medio de la crisis petrolera.

Sin embargo, también el aumento de los cultivos de coca, especialmente en el Catatumbo, va a incitar la confrontación indirecta entre la fuerza pública colombiana y la mafia que gobierna en Venezuela. La fumigación y la erradicación en la frontera son las principales sanciones económicas que puede hacerle Colombia a la cúpula del narcosocialismo del siglo XXI. En el Informe Internacional sobre la Estrategia de Control de Narcóticos de 2018 que produce el Departamento de Estado de Estados Unidos se destaca la preocupación por la zona fronteriza en términos de flujo de tráfico, instalación de laboratorios de procesamiento en el lado venezolano y corrupción masiva.

Así que, por el momento, aunque algunos, con razón, puedan sentirse desesperanzados por las declaraciones de Duque sobre la no intervención militar, lo cierto es que hay que medirlo principalmente por sus hechos, especialmente por sus hechos en el Catatumbo. O dicho de otra forma, la palabra clave de la “guerra” binacional no declarada que iniciará Duque será Catatumbo no militar.

Las armas de esta fase de confrontación: las recompensas y los cazarrecompensas

Por otro lado, capturar a Diosdado Cabello, Tarek el Aissami o Vladimir Padrino en el primer año de Duque no es posible, requiere una acción directa que exige preparación de diversos ordenes, especialmente en la opinión pública de los países que la liderarían, empezando por Colombia. Y obviamente tampoco se vislumbran en el corto plazo operaciones como las que se realizaron contra el “Negro” Acacio o el Mono Jojoy, de una acción directa de neutralización.

Sin embargo, es mucho más probable pensar en situaciones del tipo de Rodrigo Granda o Iván Rios, esas serían las iniciativas más necesarias para esta fase de la confrontación policivo-militar en la que escalaremos. Lo primero es que los Rodrigo Grandas e Ivan Rios hay que buscarlos en los nombres menos visibles internacionalmente pero también muy importantes en la estructura criminal que se hace llamar gobierno en Venezuela. Nestor Reverol, Edylberto Molina y sobre todo Fredy Bernal son objetivos probables de una estrategia que funcionó con éxito bajo el gobierno de Uribe: Recompensas y Cazarrecompensas.

Es evidente que las sanciones económicas dirigidas contra miembros de la mafia de Miraflores han funcionado, diferenciar claramente a los delincuentes de la población es fundamental en esta etapa. Obviamente no todo debe ser garrote, de hecho, gran parte de la estrategia que ha utilizado el narcosocialismo del siglo XXI es la zanahoria: regalos y recompensas a manos llenas a sus serviles, a sus secuaces, a sus propagadores… la ironía es que de tanto usar como premio el incentivo monetario crean una vulnerabilidad evidente: las recompensas se pueden dirigir en su contra.

Las recompensas tienen un sinfín de posibilidades, desde información hasta facilitar operaciones de captura, tanto por fuerzas policiales colombianas como por contratistas privados que actúen como cazarrecompensas. De hecho, la enorme red de bitcoin existente en Venezuela facilita el pago y los diferentes niveles de corrupción pone incluso los diversos entramados de corrupción al servicio de mejores postores.

Si al parecer militares venezolanos ayudaron en la captura de Granda, y los mismos subordinados de Rios mataron a su jefe y llevaron su mano como prueba de su acción, incentivados por las recompensas, ahora que vuelve una política de seguridad democrática que tiene experiencia en el manejo de las mismas lo que se puede ejecutar puede ser muy interesante. No serían acciones militares de las que vende Hollywood pero tendrán un impacto poderoso para debilitar la estructura de mando armado cuando ya resulte inevitable la acción directa.

La combinación de la información revelada en el juicio de los sobrinos de Nicolás Maduro y la que con seguridad entregará el sobrino de Ivan Márquez sobre las relaciones y negocios que han tenido la Cosa Nostra de Miraflores y las FARC facilitará priorizar el tipo de recompensas en tanto sirvan más para objetivos judiciales, policiales o militares.

Para Colombia obviamente todo lo que permita disminuir la presión fronteriza será fundamental, eliminar el apoyo a las estructuras que se lucran de los cultivos de Catatumbo como primer objetivo, y obviamente disminuir el ensañamiento represivo que sucede en Venezuela Occidental, y que genera la mayor parte de la crisis humanitaria en Colombia, tanto por la oleada de refugiados como por las amenazas sanitarias.

El “De Gaulle” Venezolano y la legitimación de medidas extraordinarias
El que el Tribunal de Justicia (en el exilio) le haya ordenado a la Asamblea Nacional el nombramiento de un nuevo presidente es de hecho el elemento más importante para el aprovechamiento de las posibilidades de las recompensas. El desconocimiento internacional de la naturaleza gubernamental y el reconocimiento acelerado de la naturaleza delincuencial de quienes hoy mantienen la dictadura en Caracas valida la intensificación de acciones policivas directas.

El (o la) “De Gaulle” de Venezuela, podrá crear compromisos de recompensas adicionales a los que la comunidad internacional pueda asumir, por ejemplo, para los mandos militares y especialmente autoridades judiciales y policiales permitiéndoles que colaboren en la restauración del orden público después de la captura de Maduro y sus cómplices.

El apoyo que tendría de la comunidad internacional ese “De Gaulle” facilitaría que incluso las acciones policiales en el Catatumbo puedan internarse en la frontera como símbolo de acuerdos de cooperación binacional con el gobierno en el exilio. Ni que decir de respaldo a acciones ciudadanas para dar captura y hacer entrega de los mandos medios, y de paso generar ingresos en poblaciones agotadas por la escasez y el hambre. Obviamente hay preguntas complejas: ¿Se debería incentivar a los colectivos que armaron Hugo Chávez y Diosdado Cabello y que se van quedando sin acceder a los cada vez menores ingresos que les reparten los mandos “revolucionarios” para que actuaran como cazarrecompensas?


Jorge Eduardo Castro Corvalán es ingeniero civil de la Universidad de Los Andes y miembro fundador del movimiento Libertario en Colombia. Sígalo en @amautajorge