Dolarizar o no dolarizar la moneda en Venezuela, por María Auxiliadora Dubuc

Dolarizar o no dolarizar la moneda en Venezuela, por María Auxiliadora Dubuc

thumbnailMariaAuxiliadoraDubuc

Cada día resulta más difícil subsistir en Venezuela. Los venezolanos nos preguntamos todos los días, si habrá una salida a esta crisis económica en la que estamos sumidos y que nos desborda a todos, mientras observamos cómo una galopante hiperinflación se come nuestros salarios, resultando muy duro cubrir el mercado familiar, la canasta básica y pagar los servicios, todo ello, a pesar de tener más bolívares, tras los múltiples aumentos salariales que ha hecho el Gobierno Nacional.

Nuestra realidad es cruda y aplastante porque estamos ante un país, duélale a quien le duela, que se dolarizó espontáneamente. El valor del bolívar que circula en la economía es prácticamente nulo, los precios de los productos de primera necesidad “de facto”, ya están dolarizados de modo que solo faltaría dolarizar sueldos, salarios y servicios, un poco para detener esta debacle y estabilizar la situación monetaria en el país.





De este modo, especialistas en el ámbito económico coinciden en que la alternativa es sincerarse, y dolarizar plena y oficialmente la economía venezolana, para lograr definitivamente un quiebre total de las expectativas de devaluaciones futuras del bolívar, ubicando los índices de inflación entre 3% y 4% en uno o dos años luego de aplicar la medida, y así de este modo erradicar la desconfianza, combatiendo la inflación en el mediano plazo, a los efectos de mejorar la calidad de vida de los venezolanos y aumentar la inversión en el país, hoy día en franco deterioro.

El proceso de dolarización, además, es un proceso sencillo a la hora de su implantación y permitiría a cada ciudadano, utilizar la moneda de su preferencia: democratizando el dinero, lógicamente una vez realizado, habría que tomar otras medidas de carácter económico, pero se avanzaría de manera vertiginosa en la estabilidad del país. Sin embargo, estamos frente a una decisión de carácter social pero también se trata de una decisión política; y es allí donde el asunto se complica. En mi opinión, dada la disyuntiva, la propuesta de dolarización debe ser consultada a través de un proceso de referéndum consultivo, para que los venezolanos que somos los afectados, tengamos la posibilidad de pronunciarnos y decidir sobre nuestro destino.

El punto del problema es que el Gobierno no está de acuerdo con la propuesta, pero lo que ha planteado hasta la fecha como solución a la crisis, son una serie de “pañitos calientes” que han agravado, a mi modo de ver, la situación. Se han dado a la tarea de imprimir billetes con papel moneda importado de otros países, de ajustar sueldos y salarios, premiar con bonos especiales a quienes tengan carnet de la patria y la entrega de bolsas CLAP a los ciudadanos; este último beneficio, no constituye solución efectiva porque solo está dirigido a un promedio de 15% de la población y no incluye todos los productos requeridos, por lo que resulta francamente insuficiente en su contenido.

Como medida adicional reciente, el gobierno anunció como solución a la crisis, la creación de una criptomoneda criolla, que se denominará “el Petro”. La misma tendrá como respaldo reservas de recursos naturales venezolanos como el oro, el gas, el diamante y el petróleo, en el orden de avanzar en el tema de la soberanía monetaria y asumir sus transacciones financieras para vencer el bloqueo, a decir de él, se incorporara a Venezuela “al mundo del siglo XXI”, siendo el primer país en crear una criptomoneda controlada por un gobierno, con respaldo en reservas del país, se trata de un proyecto de moneda internacional fundamentada en las reservas petroleras, porque se ha inundado el mundo de dólares y se ha “roto la referencia del patrón oro”, lo que había desatado el “descalabro”, la “utilización abusiva y unilateral de ese privilegio”. De modo que al parecer a Nicolás con el argumento de la defensa de la soberanía, prefiere crear otra moneda, en virtud de su animadversión al dólar.

Por otra parte, algunos economistas y líderes políticos venezolanos se han pronunciado en contra de dolarizar plenamente la economía, según ellos, a pesar que muchos productos en el mercado venezolano son calculados a la tasa del dólar paralelo, apuntan que no es cierto que el mercado negro sea libre. No se puede asegurar la tasa de cambio, porque DolarToday no es una casa de cambio, sino que obtiene datos a través de terceros, de modo que el precio de un producto es determinado por la interacción simultánea de lo que unas personas demandan y otras ofrecen. Para ellos, cambiar la moneda no resolverá el problema económico del país porque, por ejemplo, la sustitución del bolívar por el dólar no suprime el riesgo cambiario con respecto a otras monedas; tampoco elimina los incentivos a la corrupción; y le resta independencia económica al país. Además que según dicen la mayor parte de las economías no dolarizadas del mundo, tienen tasas de inflación sustancialmente menores a la de Venezuela. Así que no es necesario dolarizar para frenar la hiperinflación, la solución está en combinar adecuadamente las políticas fiscales, monetarias y cambiarias, y tener conciencia de las consecuencias de no hacerlo porque dolarizar para no estudiar economía ni adoptar políticas responsables, empeoraría los problemas.

Como podemos observar las opiniones están cruzadas pero la verdad a ciencia cierta es que no existe ningún argumento político concreto y serio contra la dolarización, pues ni siquiera los economistas más incrédulos niegan sus beneficios, aun cuando la Constitución establece que la moneda de curso legal es el Bolívar, todo lo cual es una la camisa de fuerza para quienes han destruido la economía. Lo cierto es que sin dolarizar hay soberanía monetaria, pero no soberanía del consumidor.

En este orden de ideas, si bien es cierto que esta medida no cambiaría toda la economía ni disminuiría la corrupción, la primera se estabilizaría y la segunda se dejaría en evidencia. Luego se adoptarían una serie de medidas económicas complementarias con la finalidad de recuperar la economía. Tras la medida nadie anticiparía la tasa de cambio que predominará, pues la ley de oferta y demanda se encargaría de establecerla. El empresario podría reponer sus gastos ya que las transacciones que actualmente se hacen en el país se efectúan según varía el precio del dólar en el mercado. Esto aunado a que Venezuela tiene otro problema: la deuda externa es tan alta que pone al país al borde de la quiebra, pero si se dolariza, sería una inyección de dinero positiva para todo el sistema económico venezolano.

Las experiencias en otros países lo demuestran, Ecuador, El Salvador y Panamá son excelentes casos de cómo la dolarización ayuda a la superación de los problemas económicos; porque cambiar la base monetaria es la única forma de generar confianza absoluta y en consecuencia inversión.

La realidad es que quienes se oponen a la dolarización, seguramente tienen un alto porcentaje de sus patrimonios y activos en dólares por lo que no solo se protegen de la pérdida de valor de sus patrimonios, sino que con las devaluaciones se benefician de la compra de activos baratos en bolívares devaluados y generando altos beneficios cambiarios.

En el caso de los líderes políticos, el argumento central es la soberanía: “nuestro signo monetario como emblema de nacionalidad”. El control y manejo directo de la política monetaria y cambiaria hace que tengan un enorme poder que se presta a posible corrupción e influencia política y económica. Este manejo produce privilegios, actos de corrupción que van en detrimento de los ciudadanos, en forma de inflación elevada, pérdida del valor de la moneda y empobrecimiento acentuado. El populismo de nuestros gobernantes ha venido de la mano del manejo irresponsable de cuantiosos recursos sin control presupuestario de ninguna naturaleza, por lo que se han generado inmensos desequilibrios fiscales cubiertos por alto endeudamiento e impresión de dinero sin respaldo. Este inmenso poder de los gobernantes se elimina totalmente con la dolarización plena y por esa razón la propuesta no es del todo gustable.

Sin embargo, soy del criterio que a pesar de la terca negativa del gobierno, en algún momento tendrán que buscar una solución a la crisis económica Venezuela, porque la situación apremia y estamos llegando al llegadero, se agotan los argumentos de la “guerra económica”, la gente tiene hambre y ya no cree en discursos, por lo que el asunto puede tornarse muy complicado.

El Gobierno tiene la responsabilidad de generar estabilidad económica en el país, a los empresarios que laboren como corresponde y a la mayoría de la población, desprovista de recursos e información adecuada ni del conocimiento financiero, dotarlos de herramientas que les permitan proteger sus patrimonios e ingresos, dolarizando sus bolívares.

El panorama es poco alentador, porque esta crisis tiene mucho tiempo y el barco anda a la deriva. Ha llegado la hora de desmontar el control de precios e ir a un esquema de cambio único, buscar financiamiento internacional e instrumentar un programa de subsidios directos a la población para ayudarlos a superar esta coyuntura.

La eliminación de los controles gubernamentales, devolver las propiedades expropiadas, solicitar ayuda internacional para fortalecer las reservas y el combate a la inflación a través de la alternativa de dolarizar la economía como una salida a la pérdida del poder adquisitivo experimentada por los venezolanos en los últimos años, resulta tan imprescindible, como importante es el derecho soberano del reconocimiento al derecho de los ciudadanos de preservar el valor de la moneda, a fin de que puedan ahorrar y adquirir los insumos de primera necesidad para su subsistencia y ese derecho soberano es el que hay que proteger.

En conclusión se hace urgente romper la espiral inflacionaria y acabar con esta hiperinflación que nos asfixia, por lo que la única salida a esta situación es cambiar el modelo económico y político del país, cuestión complicada en estos tiempos donde no se reconocen los errores, pretendiendo tapar el sol con un dedo, nadie ha dicho que el panorama es fácil, sin duda en una primera etapa será muy duro, pero en la segunda etapa, de seguro, recogeremos la cosecha.

MARIA AUXILIADORA DUBUC P.-