Momento difícil y sentido de Patria, por Juan Pablo Guanipa

Momento difícil y sentido de Patria, por Juan Pablo Guanipa

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La vida se ha hecho cada vez más difícil en nuestra Venezuela. El nivel de deterioro, de tragedia a la que nos ha conducido la gavilla de irresponsables que ostentan el poder, era impensable años atrás. Hoy nos encontramos al borde de un abismo lleno de injusticia, sin instituciones confiables, sin separación de poderes ni estado de derecho, sin garantías de vida porque él hambre, la falta de medicinas o la inseguridad puede acabar con ella, sin unidad familiar porque millones de venezolanos han tenido que cruzar la frontera para tratar de vivir mejor.

El pueblo de Venezuela ha reaccionado. Se niega a perder su país. Los venezolanos hemos participado masivamente en procesos electorales. Hemos salido a la calle a ejercer nuestro derecho a la protesta y a la legítima defensa en contra de un régimen con ínfulas totalitarias. Hemos buscado soluciones constitucionales pero inaceptables para quienes gobiernan como el referendo revocatorio. Hemos acompañado el esfuerzo de la Asamblea Nacional para recuperar la dignidad y las oportunidades. Hemos buscado el apoyo de la comunidad internacional para que ejerza presión y se reconstituya la democracia. También hemos aceptado participar en procesos de negociación, el último con cancilleres de varios países como garantes, porque es válido luchar en todos los terrenos para que el país pueda salir de esta desgracia.





Mucho hemos logrado. Muchos errores hemos cometido. En cualquier país democrático, ante la debacle que no pueden ocultar, con un proceso de depauperación que clama al cielo, ya quien es el evidente responsable actual de esta situación estaría fuera del poder. Distintos mecanismos de pesos y contrapesos constitucionales hubieran posibilitado esa salida. Pero Maduro y sus cómplices sólo piensan en mantenerse en el poder. Ese es su principio y fin. No piensan en nada distinto. Les resbala el daño que le han hecho al país.

Es por esa razón que el régimen decide, a través de ese adefesio llamado Asamblea Nacional Constituyente, convocar a elecciones presidenciales para antes del 30 de abril, violando la Constitución Nacional y echando a los perros uno de los temas medulares de la negociación Dominicana.

Comienza entonces un nuevo dilema para quienes estamos comprometidos con el cambio en Venezuela. Ese dilema debe ser resuelto con criterios de unidad y de amor por Venezuela. El objetivo fundamental de todo nuestro esfuerzo debe ser sacar democráticamente a Maduro de la presidencia de la República para que nuestro país pueda iniciar, lo más pronto posible, un proceso de reconstrucción nacional.

Hemos dicho en varias oportunidades que este es un momento fundamental para, por consenso o elecciones primarias, elegir un líder que, si se dan las condiciones –lo cual hoy luce muy difícil– asuma una candidatura presidencial y si –por razones justificables– se decide no participar, conduzca todo un proceso de lucha y resistencia que sirva de presión, junto a los otros factores de los que ya hemos hablado, para lograr recuperar nuestra democracia y nuestra libertad.

Este es un momento muy grave de la patria. No es el momento de hacernos señalamientos y de continuar una especie de lucha de todos contra todos. A eso nos ha llevado la acción inescrupulosa del gobierno y los errores que todos hemos cometido. Ya llegará el momento de que cada quien asuma sus responsabilidades. Hago votos por que tomemos una decisión conjunta, unitaria, pero signada por criterios de amor por Venezuela. Que nadie ponga por delante sus intereses personales. Que nadie asuma posiciones fundamentalistas. Nunca perdamos de vista nuestro objetivo fundamental: sacar democráticamente a Nicolás Maduro de la presidencia. Lograr eso y salvar a Venezuela merece cualquier sacrificio y todos debemos   estar dispuestos a hacerlo. En caso de que algunos no entiendan esa realidad, corresponderá tomar decisiones en función del país.

Los venezolanos tenemos que reencontrarnos con nuestra historia, con nuestros valores y principios. Siempre tendremos la oportunidad de cambiar. Dios no se muda y éste país se va a dar un gran futuro.