Manuel Malaver: El mensaje de Ledezma

Manuel Malaver: El mensaje de Ledezma

Manuel Malaver @MMalaverM

 

Cuando el lunes pasado terminé de oír el segundo mensaje que, en menos de 24 horas, el Alcalde Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, dirigía a los venezolanos, me pregunté si había calculado que, después de aquellas palabras, existía una alta probabilidad de que el régimen lo regresara a Ramo Verde, El Helicoide, el Rodeo o Tocuyito.

Y me respondí que sí, pues se trata de un líder que, al par de sufrir intuitu personae la crueldad del neototaliarismo castromadurista, es incapaz de esconder o matizar sus opiniones por temor a que los sicarios de Reverol lo devuelvan a los calabozos de unas cárceles que, dejan pálidas, a la Lubianka de Stalin, las mazmorras de los hermanos Castro, la Rotunda de Gómez y la Seguranal de Marcos Pérez Jiménez.

Maquinarias de tortura concebidas para doblegar, humillar y vejar -en distintas épocas y países- la dignidad del ser humano, para romperle huesos y espíritus a aquellos que se atreven a desafiar el poder de la fuerza, la violencia y la tiranía, y de las cuales, solo salen triunfantes, quienes, se resisten a quebrarse, pactar o simular que se avienen a los intereses de sus perros de presa y carceleros.

De todas estas vivencias, persistencias e insistencias viene Antonio Ledezma, como que, desde muy joven –casi desde niño-la formación de su cultura democrática  lo obligó a conocer que libertad y democracia en Venezuela son sinónimos de riesgo y sacrificios, como quizá no se conocen en ningún otro país de América, pero que  asumió con el coraje de quien no teme decir la verdad, aun cuando le represente pérdidas de la salud, la libertad y la vida.

Son lecciones que aprendió informándose del proceso que condujo,  de la Guerra de Independencia a la República liberal y democrática; de las guerras fratricidas entre el poder civil y el militar que marcó la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX; y de su regreso a comienzos del XXI, cuando una logia de sargentos marxistoides (“la sargentada” latinoamericana de siempre),  tomó el Poder Ejecutivo para desde ahí, iniciar la mutilación del sistema democrático y sus instituciones, hasta  convertirlas en estafetas de la violencia dictatorial.

No es necesario explayarse en el hecho de que, se trata de la más siniestra conspiración, de la más espantosa tragedia que ha conocido la historia republicana del país, y de que, en cuanto tal, a Antonio Ledezma, le ha tocado jugar un rol protagónico como Alcalde del Municipio Libertador una vez, y de dos como Alcalde Metropolitano de Caracas, probándose y saliendo adelante contra una dictadura que, durante 18 años, se ha quitado hoja de parra tras hoja de parra, hasta quedar desnuda en este 2017, cuando le anula una medida de “casa por cárcel” y lo regresa a un calabozo que, aún no sabemos, si es Ramo Verde, El Helicoide, El Rodeo o Tocuyito.

Pero nada que no conozca, Ledezma, puesto que, ya el 19 de febrero del 2015, “fue sacado a empujones” -Joan Manuel Serrat dixit-de las oficinas de la Alcaldía Metropolitana y sentenciado a purgar una condena típica del castromadurismo, y que consiste, en no llevar nunca al detenido a un tribunal para informarle por qué está recluido, y si lo enjuicia, no admitir que presentes pruebas a favor de su inocencia, y si las presenta, a no reconocerlas y aplicarle penas de decenas de años por delitos que no cometió, ni intentaba cometer

De modo que, en esta situación estaba Ledezma el lunes pasado en su casa -porque se le había dado “el beneficio” de “casa por cárcel” desde agosto del 2015-, y ahí fueron a buscarlo una veintena de policías, a llevarlo de nuevo a los calabozos, dizque, porque había perpetrado -otra vez- un delito del cual no se le informará nunca, o si se le informa, jamás podrá presentar pruebas de su inocencia, y si las presenta, pueden, igual, condenarlo a 10, 20 o 30 años de cárcel.

Aunque ahora, sí presumimos cuál pudo ser “el delito” de Ledezma, donde estuvo la infracción o transgresión que desató las furias del dictador de Miraflores, del canalla que llaman Raúl Castro o Maduro, trastocado al extremo de meter “preso” a un “preso” que estaba “preso”, en otra danza de los horrores que no se diferencia, por cierto, de la que nos impone teleauditar cada vez que la da por celebrar que un manifestante de la oposición ha sido torturado, herido o asesinado .

Se trata de un mensaje, o discurso, o palabras, de no más de 15 minutos,  que envió Ledezma a los venezolanos la tarde del lunes pasado, y en el cual, después de un breve recuento de los sucesos que siguen ensangrentando al país, formuló duras críticas al liderazgo opositor que, venía anotándose éxitos tras éxitos desde que, a comienzos de abril, decidió desafiar la dictadura en la calle, forzándola a cometer, en plena vía pública, el “fraude electoral más escandaloso de la historia”, pero que ahora, cuando se imponía el remate, salían algunos líderes opositores a echar por la borda,  en vez de transformarlo en la fuerza real que, no solo dejara al dictador al desnudo, sino que lo despellejara.

Y el desvío, según lo señaló Ledezma, venía por el lado de que algunos opositores se habían recordado de repente, de que en diciembre próximo, estaban pautadas unas elecciones para gobernadores y alcaldes, y que, si eso ofrecían Maduro y las rectoras del CNE que habían ejecutado “el fraude más escandaloso de la historia”, pues nada más indicado que tomarles la palabra y obligarlos a que nos dieran la revancha y nos permitieran recompensarnos de la derrota de no haber logrado que las presiones no dejaran pasar la ANC.

Y la pregunta que yo me formulo, y que seguramente se formuló Ledezma, es: ¿Y saben los proponentes de la participación en las elecciones de diciembre que la constituyente, justamente, se convocó para redactar una nueva constitución, diferente de la que hasta ahora medio rige el marco institucional del país, y que en la nueva, no solo serán barridas las elecciones de diciembre, sino las gobernaciones y alcaldías que les darían origen?

Porque, es bueno resaltar señores proponentes de la participación de la oposición en las regionales de diciembre, que para la fecha, ya la ANC   habrá puesto fin a la actual ordenación territorial de la República que viene de la Guerra Federal de mediados del siglo XIX -la de los 20 o más estados y uno a varios distritos federales-, sustituyéndola por otra, férreamente centralizada, sin más poderes intermedios, sean gobernaciones y alcaldías y creando lo que llaman el Poder Comunal que, no es otra cosa, que el Uno dominando al pueblo y por la fuerza y la violencia del Ejército.

Es la concreción de la fórmula Caudillo-Pueblo-Ejército que el filósofo Norberto Ceresole presentó a Chávez como suya, cuando no era sino una variantes del estado totalitario y marxista, pero sin la entronización del partido como fuerza política cooperante y contralora que, en el caso venezolano, no podía ser sino el PSUV.

En otras palabras que, no es que no seamos electoralistas y pensemos que, en todas circunstancias, hayamos que rechazar ir a elecciones, sino que, dentro de la evolución del modelo totalitario marxista venezolano, las elecciones dejaron de ser necesarias como fuente de legitimación del poder, la cual pasa -de sobrevivir el madurismo-, a ser ejercida por el Único, el Comandante en Jefe,  se llamen Maduro o Raúl Castro.

De modo que, si permaneciera alguna resaca electoralista que la dictadura no pudiera quitarse de encima, no será sino para “ganarlas” mediante otro fraude o no hacerlas.

Quiere decir que, la estrategia fundamental de la oposición en este momento, no puede ser otra que defender la Constitución Bolivariana, y su expresión política instrumental, la Asamblea Nacional, la Fiscalía General de la República y el poder del pueblo en la calle, como únicos poderes legítimos que pueden destituir los poderes espureos del madurismo (El Ejecutivo, el Electoral y el Judicial) y llamar a la desobediencia y la lucha contra ellos y crear unos nuevos.

Antonio Ledezma no hay dudas que intuyó, anticipó, todo el peligro que se escondía en la mala nota de salir ahora a hablar de “elecciones regionales”, cuando la lucha tenía que centrarse contra la Constituyente y el derrocamiento de la dictadura de Maduro, en evitar que la oposición se dividiera y se enfriara la calle, y lo pagó caro, pero no eran razones que detuvieran a un líder, a un luchador.

Gracias Ledezma.

 

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