Oswaldo Páez-Pumar: Obligada reflexión

Oswaldo Páez-Pumar: Obligada reflexión

thumbnail oswaldo paez-pumarEscribo casi obligado, pues me había propuesto hacer válido el precepto ‘que los muertos entierren a sus muertos’ cuando oí la noticia de la muerte de Castro. Ya en vida de él alguna vez había tocado esta idea, para tratar de explicarme a mí mismo, por qué tantos españoles de tan antitéticas posiciones ideológicas coincidían en arrojar un manto de comprensión, o quizá de absolución, sobre Castro que sin duda es el dictador más criminal de la historia de Iberoamérica.

¿Qué lo hace atractivo para tantos hombres de pensar distinto? Esos hombres de pensar distintos van desde Santiago Carrillo hasta Francisco Franco y Bahamonde. ¿Puede haber un espectro más amplio en la diversidad de pensamiento que la que separa a estos dos personajes? Francamente lo dudo y sin embargo por las razones que sean esa gama de personajes convergen en mirar a Castro de un modo similar, cuya característica principal es ignorar sus crímenes y aplaudir sus bravatas, que no otra cosa fueron sus destemplados gritos frente a los Estados Unidos de América, en la seguridad de que no sería objeto de una agresión como las hubo con anterioridad en nuestra América hispana.
Desde luego que los años de la guerra fría y la confrontación americano-soviética explican las simpatías de la ‘gauchedivine’ por Castro y hasta un cierto nivel de tolerancia con sus crímenes, que pudieron siempre encontrar explicación en las “necesidades de la guerra” pues aunque fuera fría, era guerra. Pero después de la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética ¿cuál es la explicación para ese doble patrón de comportamiento? ¿Por qué buena parte de la humanidad vio a Castro, y aún lo ve después de muerto como adalid de los desposeídos, cuando su obra real fue reducir a la inopia a las tres generaciones de cubanos que existían a su llegada y sumir en esa misma inopia a las tres nacidas después?

Desde luego no tengo explicación para un fenómeno tan complejo, pero me aventuro a decir que en el caso de los españoles y buena parte de los hispanoamericanos, es la desintegración del imperio español la causa de esa sintonía. No se trata de seguir a Castro sino de la posibilidad de revancha frente a los Estados Unidos de América que le hizo perder a España su condición de imperio donde no se ponía el sol. Porque los españoles y en buena medida los hispano hablantes creemos que la pérdida de esa preeminencia es culpa de los Estados Unidos y no de la propia España.





En otras palabras nos impulsa no la causa castrista sino anti americana. Que sea precisamente en Cuba cuya pérdida para España es el símbolo de la pérdida de un imperio que ya no existía, es más importante motivacionalmente que todo el marxismo-leninismo que un hijo de gallego dijo profesar, cuando el nazismo que su alma albergaba no era moneda vendible.