Juan Guerrero: Educación y política

Juan Guerrero: Educación y política

juanguerreroNormalmente se tiene la falsa creencia al pensar que los procesos educativos no están vinculados al pensamiento filosófico, ideológico y político.

Nada más intencional que la Educación y sus procesos de formación. Toda, absolutamente toda sociedad y Estado, mantienen una direccionalidad de pensamiento político en la formación, capacitación y actualización de sus ciudadanos.

Sobre esto, me acuerdo que en mis tiempos como docente universitario indicaba a mis estudiantes que en Inglaterra, por ejemplo, un maestro a quien le faltara un diente era sacado del aula hasta tanto pudiera tratarse con el odontólogo y mostrar su dentadura completa. Esto era así, porque al no poseerlo negaba el modelo de ciudadano inglés que el Estado esperaba formar. Más grave todavía, si el pedagogo mostraba una kinesis ajena a ese modelo exigido.





Parecería risible y hasta fuera de toda comprensión del derecho a lo diferente, pero en cuestión de formación pedagógica, la gran mayoría de las sociedades modernas se orientan a la formación de sus ciudadanos de manera específica, buscando siempre mostrar un modelo de ciudadano que se adecúe a los principios y valores de la tradición cultural de esos estados.

Y esto es así porque las sociedades y los estados son entes que fijan por generaciones, quizá hasta por siglos, los saberes comunes donde se concentra y manifiesta la mayor cantidad de experiencias compartidas entre los individuos.

No ocurre así cuando el gobierno del Estado lo ocupa un grupo o partido político. Esto porque si bien pueda tener una orientación ideológico-política, no va a quedarse en el poder por siempre o al menos por algún siglo.

Esto es lo que ocurre en la Venezuela del siglo XXI. Más terrible aún, cuando la educación, desde la Primera Etapa hasta aquellas que alcanzan los niveles del Pre y Postgrado, desde hacía ya varios años, estaban atravesando por una clara y evidente crisis, que se vino agravando hasta alcanzar ahora rasgos de evidente tragedia nacional.

La educación en Venezuela, de manera general, no tiene horizonte pedagógico claro que indique hacia dónde se dirigen los procesos educativos, tanto del niño-adolescente, como de quienes están formándose para dirigir la educación pedagógica integral, integrada e integradora.

Y es que a la par de las necesidades claras de maestros, profesores y docentes, en cuanto a sus reivindicaciones, y la carencia de infraestructura, se presenta el fantasma de la restricción y ausencia de insumos (suministro de materiales pedagógicos actualizados y de última generación) para atender las demandas de la población en formación.

Solo esto último, en el plano de la investigación en las universidades, presenta el alarmante dato de colocar a las universidades venezolanas, según los datos de los estándares internacionales, como de las instituciones universitarias de mayores carencias a escala mundial.

El suministro de bibliografía actualizada, revistas indexadas y fuentes bibliográficas en general, es tan escaso o nulo, que está dejando a las universidades y centros de investigaciones, como el IVIC, CONICIT, entre otros, relegados y a la saga frente a países, como Ecuador, Costa Rica, que en el pasado reciente resultaban sobrepasados por nuestro país.

La actual política educativa en Venezuela no es para nada Política de Estado. Es, sin lugar a dudas y por el contrario, política de partido que impone progresivamente y de manera inconsulta y arbitraria, un pensamiento único donde se sesga la visión histórica y peor aún, la tradición cultura de los ciudadanos en la convivencia como sociedad y nación. Esto es, como ciudadanos de una República.

No creo que la educación actual en Venezuela pueda cambiar hacia una visión de coherencia y cohesión pedagógica en el corto ni mediano plazo. Lamentablemente porque los procesos pedagógicos no son como aquellos siderúrgico, por ejemplo. Donde se funde el arrabio y se acrisola el acero líquido y después, en las líneas de reducción, casi en cuestión de horas, vemos su transformación en formas de palanquillas o planchones y después en hojalata y tubos.

Todo proceso educativo exige el necesario reposo de la reflexión de individuos que piensan un país, una nación y una república de manera lógica y razonada, y los cambios que exigen sus ciudadanos para aportar el conocimiento que impulse una sociedad hacia la consolidación cívica y democrática.

Pasarán muchos años, tal vez una que otra generación para que tengamos, tanto el modelo pedagógico adecuado como los pedagogos que exigen los nuevos tiempos, y su concreción en centros educativos que reflejen ese pensamiento.

Por lo tanto, no será fácil alcanzar esa dimensión. Sin embargo, poseemos todavía en los centros educativos una inmensa mayoría de maestros, profesores y docentes, formados sea como gerentes educativos o especializados como investigadores, todos muy maltratados y peor pagados, quienes de manera terca y “haciendo de tripas corazón” siguen enfrascados en no ceder, no dejar el aula de clases vacío ni tampoco el laboratorio.

A ellos habrá que acudir cuando se rescate la Educación en Venezuela. A pesar de esta hora dramática y de urgencia humanitaria, sé que lo positivo de toda crisis es que nos pone a prueba. Va echando a un lado la escoria y acrisolando el alma y el cerebro de los más fuertes y tercos. Hacia allá vamos, con la realidad que arde y la fe que da valor y esperanza.

(*)  camilodeasis@hotmail.com   TW @cammilodeasis   IG @camilodeasis1