Saquean Pdval y la alcaldía en Timotes (Fotos)

Saquean Pdval y la alcaldía en Timotes (Fotos)

Timotes

Timotes es un pueblo que volvió a la escena pública, pero esta vez por comida. Pdval y el Palacio Municipal fueron saqueados y destruidos por una turba de unas 150 personas. El pueblo amaneció militarizado y con su historia y documentos públicos desvalijados. Así lo reseña diariodelosandes.com / Jhonathan Raúl Segovia

No hay comida, tenemos un mes sin comprar alimentos básicos, el alcalde Concepción Rivera, de Timotes (Mérida) es un mentiroso, estos eran los gritos de decenas de personas furiosas, que sin control saquearon todo a su paso. El pueblo, capital del municipio Miranda, al sur de esa región andina perdió el control, destrozando el Pdval y el edificio municipal.

El mandatario local el martes, 10 de mayo prometió la venta de comida para el día siguiente, precisaron vecinos. La gente salió temprano, no tienen que comer y lo poco que encuentran está “por las nubes”, estaban desesperados y la paciencia se había agotado, sentenció otro vecino, que pidió resguardar su nombre.

La gente desesperanzada, en horas de la tarde de ayer, ante otra mentira, buscaron al alcalde para exigir respuestas. “Concio”, como conocen al corregidor nunca salió y enardecidos tumbaron los portones de Pdval para saquearlo. La gente en medio de la conmoción, cargó con todo. Hasta golpes se dieron por pañales, leche y harina.

Comida por bulto

Los testigos contrariados se quedaron “bocabierta”. Había bultos de leche, caraotas, pasta, arroz, azúcar, jabón, papel sanitario, pañales, entre otros productos escasos, que desaparecieron en minutos. El abasto público quedó destruido. Hasta las neveras, cajas y materiales de construcción se los llevaron.

Los testigos rechazan que el abasto popular estuviese cerrado y el pueblo pasando hambre. El gobierno local le mintió al pueblo y la reacción fue la violencia. Eran unas 150 personas, de las cuales unas 50 tenían los rostros cubiertos, querían quemar el edificio municipal. Un piquete de la GN no dio abasto, la furia de los protestantes los rebosó.

Un militar es casi linchado al ser acorralado por la turba. El hombre fue rescatado por otros vecinos para evitar que lo mataran. El oficial quedó malherido. Los policías se resguardaron en su unidad, que está al lado de la Alcaldía, una moto patrulla fue incendiada. Por más de dos horas, entre cinco y siete de la noche, le cayeron a piedras y bombas molotov al edificio.

Los vecinos rescataron a cinco empleadas de la Alcaldía que estaban atrapadas en medio de la lluvia de piedras. El segundo saqueo ocurrió a eso de las 6:45 pm., el objetivo era el palacio municipal. Unas 80 personas cargaron con todo. Había comida, cauchos, baterías, verduras, computadoras, material de papelería, equipo digitales.

Sillas, cámaras, impresoras, lavaplatos, pocetas, cafeteras, hasta la bandera tricolor se la llevaron. La Alcaldía quedó destrozada, acabada. Los documentos y el archivo destruido. El otro sector de la población estaba mudo, no había palabras para describir aquel acto de vandalismo, de daños al municipio.

Mal ejemplo

“Hija tráigame azúcar, lo que encuentre”, eran algunas y repetidas palabras de madres que enviaban a sus hijos, niños y adolescentes a cargar con lo que encontrase en el edificio municipal, que quedó pelado en sólo 25 minutos. Nada se salvó, hasta las sillas de cuero de la oficina desaparecieron.

Era impresionante, las cajas de comida que sacaron. Los huelguitas cargaron también con los televisores, lámparas, material de propaganda política. Era como una especie de venganza, un pueblo hastiado de tanta burla y contrariado por la crisis y el vandalismo de las últimas horas.

La gente exige la renuncia del alcalde, a quien señalan de no “jugar limpio con el tema de los alimentos”. El pueblo está en crisis, sostienen otros de los consultados. La gente estaba dividida entre los desaforados por cargar con todo, hambrientos, y quienes lamentaban los actos ilícitos contra el patrimonio municipal.

Pérdidas incuantificables

Timotes por unas tres horas quedó a merced de los grupos violentos. Un piquete de la GN, pero de Trujillo, fue al auxilio, a poner orden. Ya todo estaba consumado. Los equipos antimotines arribaron al municipio agrícola, a eso de las 8:30 de la noche. Las calles quedaron desoladas ante la presencia militar. El pueblo amaneció militarizado. Las pérdidas son incuantificables. No hay números para establecer una cifra de la destrucción y el saqueo de alimentos y equipos.

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