Baldomero Vásquez: E rouba mas faz (Él roba pero hace)

Baldomero Vásquez: E rouba mas faz (Él roba pero hace)

thumbnailbaldomerovasquez“Él roba pero hace”. Este era el lema de campaña de los seguidores de un político corrupto, Ademar de Barros, que en la década de los cincuenta fue electo y reelecto gobernador del estado de Sao Paulo en Brasil. Su recuerdo ilustra una tradición no sólo brasileña, sino latinoamericana, de tantos gobernantes que administran la “cosa pública” más bien como “cossa nostra”.

En la actualidad, lamentablemente, son las acusaciones de corrupción dirigidas contra el gobierno del presidente Lula las que están sobre el tapete. Se estima en una cifra cercana a los 3 mil millones de dólares la utilizada en el famoso “Mensalao” (pago de mensualidades) para comprar diputados de la oposición de derecha en el Congreso Nacional. De esta operación se responsabiliza a la mano derecha del Presidente de la República, José Dirceu, a quién el Parlamento recientemente inhabilitó hasta el año 2016.

La situación ha adquirido tal gravedad que amenaza con desmembrar al Partido de los Trabajadores y lanzar por el bajante de la basura la credibilidad de su indiscutible líder histórico. Ayer nomás 53 millones de brasileños eligieron a Lula presidente, esperanzados en un cambio democrático con justicia social en el país de mayor desigualdad en la distribución de la riqueza del mundo. Su popularidad dentro del país en un momento dado alcanzó un estratosférico 83,6%, pero se irradiaba más allá de sus fronteras. Hoy de manera increíble, producto de un ilimitado desengaño, ya supera 50% la cantidad de personas que declara que en ningún caso votarían por su reelección.





Y no es descartable que el PT ni siquiera se atreva a postular candidato presidencial para apartar el asunto de la corrupción de la campaña electoral y evitar que termine por devorar a la organización.

La tragedia del PT es consecuencia de que la cúpula del partido aceptara la corrupción como una práctica lícita para alcanzar objetivos políticos. Esto es inadmisible. Pero más inadmisible resulta que se la incorpore como variable de un modelo de desarrollo como hace “el ideólogo” de izquierda, Heinz Dieterich, en su libro “El Socialismo del Siglo XXI” —versión original del año 2002 editada en México (no la publicada este año 2005 por la Alcaldía de Caracas bajo el título trucado de “Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI” con la finalidad de adjudicarle la paternidad de la expresión al mandatario venezolano).

Considera el profesor Dieterich a la corrupción como una de las fuentes nacionales de financiamiento (página 72) del despegue industrial-científico de nuestros países. Éste es un paso indispensable de la Estrategia que llevará a consolidar lo que él denomina “el Bloque Regional de Poder”, cuyo núcleo “sólo puede ser el Mercosur” (página 67). Dentro de esta lógica la corrupción es apreciada como un factor positivo que excluye de manera absoluta su repudio ético.

Pero ¿a dónde puede ir a parar un movimiento cuya ideología no contenga un compromiso moral irreductible frente a la corrupción? Al infierno, que es donde ha llegado el PT, y no precisamente al socialismo de siglo XXI. De lo que, amargamente, se ha dado cuenta el simpatizante petista y principal Teólogo de la Liberación, Leonardo Boff, cuando califica el escándalo en el que se encuentra envuelto su partido como una “traición a la ética que hace que la política regrese a ser vista nuevamente como el mundo del indecente, de los propósitos inservibles, de los negocios fraudulentos y de la corrupción”.

Artículo sobre caso de corrupción en el primer gobierno de Lula: el “Mensalao”. Publicado en El Nacional el 26/Dic/2005, pag A/7