“Antes todos éramos humanos hasta que un día creamos la religión para separarnos, la política para dividirnos y el dinero para clasificarnos” – Anónimo.
La intención de éstas palabras no son juzgar a nadie, sino sembrar en nuestro pensamiento una semilla de reflexión, qué estamos haciendo mal como humanidad que nos resulta en una de las catástrofes sociales y políticas más desastrosas de la historia del ser humano.
Podemos observar cómo los ataques terroristas han aumentado en los últimos años de manera extraordinaria, muchos de ellos responsabilidad del mal llamado Estado Islámico en su afán de utilizar el radicalismo religioso para acabar con la libertad de pensamiento, especialmente la que observamos en el mundo occidental.
Quiero aclarar que me refiero a “mal llamado” porque ellos ni son un Estado ni representan verdaderamente el Islam y sus creencias, porque seguramente usted lector si es Cristiano Evangélico no se sentirá identificado con los actos de Adolf Hitler o si es Católico Romano con los miles de soldados católicos que asesinaban a sangre fría a musulmanes durante las cruzadas en el siglo XI y posteriores.
Sin duda alguna es terrible e injusta la situación que vivimos, la cantidad de inocentes que mueren a diario en manos del terrorismo, pero pongámonos un segundo en los zapatos de un musulmán, imaginen vivir su vida entera siendo juzgados, siendo apartados, siendo mirados de reojo y siendo odiados por la sociedad en la que nacieron y crecieron (para aquellos originarios de Europa o de Norteamérica en general), imagínense ser mujer y tener que llevar el Hijab o la Burka (el velo que usualmente las cubre) y darte cuenta del desprecio que la sociedad derrocha sobre ti a diario.
Imaginen que te digan terrorista sólo por creer en algo diferente a lo que la sociedad que te rodea está acostumbrada o considera aceptable, he escuchado a personas decir que todos y cada uno de los terroristas son musulmanes, y es completamente cierto, excepto el 94% que no lo son. En los últimos 5 años tan sólo 6% de los ataques terroristas han sido causados por radicales islámicos (Al Jazeera, EN, 2016). Y peor aún, de todas las víctimas –y quiero destacar, ¡Las victimas!- de los ataques terroristas, entre 86% y 97% son musulmanes (BBC Mundo, EN, 2015).
Entonces, ¿quiénes son los terroristas? La persona que basa su fe en algo distinto a lo que usted cree o aquel que convierte la vida de esa persona en un infierno durante cada día por juzgarlo sin saber nada acerca de su ideología o ideosincrasia, por generalizar el comportamiento de una minoría y sin saber cuanto daño pueda causar su conducta la adapta hacia la mayoría, decía François-Marie Arouet, conocido como Voltaire: “puedo no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”, quizá si aplicáramos en nuestras vidas la aceptación de pensamiento sin importar diferencias pudiésemos avanzar como sociedad.
Quisiera terminar con una frase que cita: “ellos son lo que nosotros fuéramos si estuviésemos bajo sus mismas condiciones, dejemos de juzgar y aprendamos a aceptar y entender”.
Piense como si fuese usted el que no puede expresar su pensamiento libremente sin ser juzgado, piense en qué sentirían sus hijos si no pudiesen desenvolverse libremente, si no pudiesen desarrollar libremente su creatividad e imaginación sin ser juzgados; piense todo esto, y luego actúe.