Willians Ruiz: El día de ayer

Willians Ruiz: El día de ayer

thumbnailwilliansruizEl día de ayer (17/02/2015) Nicolás Maduro anuncio un conjunto de “medidas económicas” para dar solución a la crisis que atraviesa Venezuela.

El gobierno parte de un diagnóstico equivocado, ignora y evade la responsabilidad sobre los hechos. No admite el fracaso del modelo socialista y mucho menos toma decisiones orientadas a una solución ideal. Se excusa y adjudica la culpa a otros agentes externos -el imperio- y otros internos -empresarios, guerra económica-.

La Venezuela de hoy no es una casualidad histórica, ni mucho menos la suerte de los cambios climáticos, caprichos de los inversionistas o falta de apetito en los consumidores de petróleo. No, el país es hoy el fruto exacto de una siembra socialista, destructiva y devastadora.





Por más de 17 años el país ha estado sumergido en un modelo económico insostenible, soportado sobre la inestable renta petrolera y un agresivo sistema institucional de control y agresión contra los sectores no estatales.

El fuerte ataque a la propiedad, libertades económicas y civiles, han hecho retroceder el desempeño económico y democrático del país. Al paso del petróleo alto se sustituyó la producción nacional por importación subsidiada, con alto componente de corrupción y favoritismo.

Los controles –de precio y cambio- que permanecen vigentes, se han reforzado, mutado, multiplicado y extendido a cualquier ámbito de acción. Expandiendo así también las distorsiones.

Hoy el país está sumergido en una escasez generalizada, producto de la insuficiente producción nacional y la falta de dólares para subsidiar las importaciones.

Desde Enero de 2014 la economía se encuentra en un proceso de recesión, no como consecuencia exacta de la caída de los precios del petróleo, así como ha tratado de hacer ver el gobierno, sino como producto de una pésima administración de los recursos. Los precios del petróleo iniciaron su caída en el II semestre de 2014, mientras que Venezuela recibía el 2014 ya en cifras negativas. La caída de los precios del petróleo ha servido para dejar al descubierto los males sembrados en la bonanza de recursos, las distorsiones infundadas en la estructura productiva y los precios relativos.

Durante tres años consecutivos el país ha mostrado tener la inflación más alta del mundo, 56,2% en 2013, 68,5% en 2014, 108,7% a Septiembre de 2015 –suponiendo que no ha existido vicio en el manejo de las datos- en medio de un promedio mundial de inflación ubicado entre 2% – 4%, resultan niveles inaceptables, la inflación no solo empobrece sino que afecta en mayor proporción a los que menos tienen.
Se espera que en 2016 la inflación alcance un 500%.

En el último año se liberó un proceso hiperinflacionario que ha afectado seriamente el poder adquisitivo del bolívar y en mayor medida a los que disponen de menos recursos, con variaciones de precios de periodicidad semanal e inter diaria. Una fuerte caída de la principal fuente de ingresos ha sido compensada con la impresión desproporcionada de moneda para tapar los huecos fiscales. El proceso hiperinflacionario empobrece aceleradamente a los tenedores de bolívares y el manejo de saldos reales es insuficiente ante la voracidad de los cambios en precios.

En medio del tercer año de recesión y la reciente hiperinflación, no se ha tomado ninguna medida coherente, por el contrario se han incrementado los controles –causas primordiales de la crisis- y presiones sobre el sector productivo.

Se ha asumido la demanda como la raíz del problema y se han aplicado sanciones y racionamientos al consumo. No se reconoce la crisis como un asunto de oferta y de insuficiencia de la economía nacional para soportar el funcionamiento del país. Una oferta productiva debilitada y agonizante difícilmente podrá reaccionar positivamente, sin ofrecerle bases sólidas y respetables para recuperar el crecimiento, el riesgo que significa el irrespeto a los derechos y la propiedad privada ahuyenta también al capital extranjero.

Sin ningún estupor el gobierno ha reconocido que ante la insuficiencia de recursos provenientes de la fuente principal –petróleo-, el objetivo es obtener financiamiento interno, del bolsillo de los ciudadanos, incrementando la presión tributaria, más impuestos y mayor recaudación. El ciudadano paga por los errores del gobierno.

Si bien es cierto que el precio del combustible presentaba un gigante rezago y se encontraba bastante alejado de los precios internacionales, el presente incremento no responde a una necesidad de ajustar o sincerar la estructura productiva de la industria petrolera, es simplemente una obtención de recursos de cualquier vía y a cualquier costa. Es insuficiente para tapar el agujero fiscal que trae a cuestas el gobierno.

A la par que aumenta el precio de la gasolina indica también que incrementara los salarios mínimos en un 20% y también el bono obligatorio de alimentación. Esto quizás no suponga un costo para el gobierno que se financia vía impresión de nuevo dinero con cargo al bolsillo de los ciudadanos, pero para el pequeño y mediano empresario estos anuncios comprometen la puesta en marcha de sus empresas, con una ley de costes y precios justos y las demás restricciones, es una tarea difícil poder cumplir con la ley y obtener beneficio al mismo tiempo.

Los ingresos de la nación se han contraído fuertemente, pero a pesar de ello no se ve intención alguna de reducir el tamaño del gasto público, militar o suntuario. Por el contrario se ha anunciado un plan contra cíclico keynesiano de fuerte acometida de gasto público para “recuperar la economía”. Es necesario dejar claro que esto será financiado con dinero de nueva creación, sin soporte real alguno. Significando un incremento y aceleración del proceso Hiperinflacionario  y el plan contra cíclico lo que hará es profundizar aún más las consecuencias de la crisis.

Se ha planteado la modificación del dólar subsidiado –al que solo acceden los amigos y servidores del gobierno-  a un valor absurdo de 10 Bs/$ y también establecer un sistema de flotación para determinar la tasa de cambio que antes se usaba en SIMADI. La realidad es que en los sistemas de flotación siempre terminan hundiéndose las monedas, los costos que supone la estabilización monetaria terminan destruyendo el propio sistema, muchos ejemplos de este tipo se han observado en Europa y Latinoamérica.

Necesario es eliminar de una vez el control cambiario y acabar con sus males, ningún gobierno debe ser tímido en esta medida o terminara perdido en los cantos de sirenas.

La realidad es que luego de tres años en procesos altamente críticos y con la falta de decisiones acertadas, la única medida que favorecerá el cambio y restablecimiento de la economía venezolana es el cambio político. Mientras el socialismo siga en el poder, la situación solo puede empeorar, como los hechos lo han demostrado.