Oswaldo Páez-Pumar: Nieve derretida

Oswaldo Páez-Pumar: Nieve derretida

thumbnailcolaboradores-190x130La denuncia del fiscal Nieves en relación con el proceso seguido a Leopoldo López ha causado una conmoción entre los integrantes del Ministerio Público. Se les exige lealtad y ellos a su vez reclaman, casi nada, reciprocidad. El vocablo que resume el soterrado diálogo entre quienes ordenan y quienes ejecutan las arbitrarias acciones es nada menos que solidaridad, cuyo sentido no es otro que el de estar adherido o asociado a “la causa”. ¿Cuál es la causa? Supuestamente la administración de justicia, para eso son las atribuciones constitucionales a la fiscalía, que bien miradas, son más bien normas ordenadoras de la conducta de sus integrantes. Cuando se incumplen sirven al interés político de la secta gobernante en lugar de a la justicia.

Tocaba a los integrantes del Poder Judicial que conducen el proceso hacer de éste el instrumento para la realización de la justicia. En realidad ellos no están ahí para la realización de ese alto fin, sino para la obtención de la jubilación. Es por eso que antes de transcurrir el período por el cual fueron designados anticipan la renuncia y el número de pretendientes a la jubilación anticipada tiende a incrementarse con motivo de la denuncia de Nieves.

La nieve se ha derretido y forma lodo. Un inmenso pantano donde resulta difícil diferenciar entre la cenagosa sustancia en la cual se bañan y la mente de quienes con aparente forma humana se aprestan a abandonar el cargo. Quieren que no los encuentre presente un cambio que se anuncia cada vez con más fuerza.





Algunos desearían no haberse involucrado, pero eso es únicamente ahora. Del 2 de febrero de 1999 hasta el mismo día del 2013 fueron 14 años inolvidables. Piensan que estos dos últimos años y nueve meses, los hubieran podido evitar. Pero eso no estaba tan claro entonces, cuando decidían que Chávez no tenía que juramentarse. Aún no estaban ahítos de prebendas, más bien les parecían insuficientes las obtenidas. Al fin y al cabo habían pagado por ellas con los gritos demagógicos ‘uh ah Chávez no se va’, y con la ingesta de esa sustancia tan parecida en color al pantano en el cual se asean. La tragaron sin chistar, cada vez que Chávez les ordenaba una conducta y todo pasaba debajo de la mesa; pero ahora con el usurpador todo queda expuesto, todo se sabe. No parece renuncia, sino abandono del cargo.