Como si se tratara de un dejavú… de una historia sin punto final.
Nuestra moneda, ésa que llaman fuerte, sigue en caída libre y también nuestra capacidad adquisitiva. La del señor José que gana quincenal 3.710,83, bolívares y que debe invertir más de 40 mil para poder llevar los artículos de primera necesidad a su casa. O la de Elvira, profesora jubilada, que en vez de disfrutar de su merecido retiro debe dar tareas dirigidas 5 horas al día para poder mantener su hogar.
Dos historias, una realidad. La misma que sufrimos más de 30 millones de ciudadanos en nuestra malquerida Venezuela. Estamos a merced de una Revolución que en nombre de la igualdad, la inclusión y el socialismo se ha dedicado a destruir, humillar y controlar. Un modelo desgastado, egoísta y corrupto que ha enriquecido y engordado los bolsillos y las barrigas de un grupito, a costa del hambre ajena.
Una crisis desatada que pudo evitarse. Por más de 7 años tuvimos ingresos extraordinarios históricos, producto del excedente petrolero. ¿Y qué se hizo con ese dinero? ¿Cómo es que este gobierno improvisado y sin capacidad de respuesta se atreve a acusar a los empresarios de estar detrás de una “Guerra económica”? Cuando la verdad es que estamos sufriendo los embates de una larga economía de guerra, que incluso ha llevado al gobierno a retirar parte de nuestros ahorros en el Fondo Monetario Internacional, para intentar aguantar la debacle.
Tenemos un país en terapia intensiva. Con un dólar no oficial sobre los 600 bolívares, el kilo de carne en más de mil bolívares y las lentejas, si se consiguen, en 2 mil. Ni hablar de los altos índices de desabastecimiento y escasez. Una situación que en el caso del sector salud ha dejado consecuencias irreversibles. Venezolanos con enfermedades crónicas que han visto empeorar su calidad de vida por falta de medicamentos; y otros a quienes lamentablemente la inexistencia de tratamiento les ha acelerado la muerte.
¿De qué estamos hablando?
¿Guerra económica o lucha política?
Altos personeros del Gobierno lo han dejado clarito en varias oportunidades: “El control de cambio en Venezuela no es una medida económica. El control de cambio es una medida política… porque si nosotros quitamos el control de cambio, ustedes sacan los dólares y nos tumban”. Palabras textuales de Aristóbulo Istúriz.
Y ese cuento del tumbe ¿quién se lo cree?
Para nadie es un secreto que el control de cambio en Venezuela es un sistema muy bien pensado por la mal llamada “Revolución bolivariana”, para favorecer la corrupción, llenarse los bolsillos y aniquilar económica, política y socialmente a la oposición. Muestra de ello tanta riqueza y tanto desamor.
Solo un gobierno indolente y muy lleno de odio prefiere ver a su pueblo morir de hambre y de enfermedad, en lugar de otorgar las divisas necesarias para garantizar vida y salud. Solo un gobierno egoísta importa alimentos de otros países en vez de incentivar su producción nacional.
Una historia, macabra sí, que está muy cerca de su final.
Seremos los venezolanos que seguimos creyendo y apostando a nuestra Patria los que con participación y ganas daremos inicio a una nueva etapa de cambio en el país. Un ciclo de trabajo mancomunado, de unión e inversión que nos llevará a recuperar a nuestra amada Venezuela. Que nos elevará al PROGRESO que queremos y deseamos.
¡Sigamos en la lucha!
¡Unidad y participación serán las claves!