Medicinas para extranjeros: El calvario de un modelo

Medicinas para extranjeros: El calvario de un modelo

 

ce seis años que Blanca Chirivella atiende a la paciente que hoy defiende. Esa mujer sufre de Artritis Reumatoide (AR): una enfermedad autoinmunitaria de las articulaciones. Significa que su sistema inmunológico ataca por error al tejido sano. La patología es crónica y progresiva, conllevando al dolor, invalidez e invasión de órganos.

De no ser por lo que desencadenó, el caso no le sería extraño a Chirivella. La doctora ostenta 36 años ejerciendo la medicina. De ellos, 30 ha sido reumatólogo. Como especialista se dedica a diagnosticar y tratar problemas del aparato locomotor. Además fue jefa del servicio de esa área durante años en la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera, el hospital más importante de Carabobo.

La paciente, cuya integridad ha sido protegida, había sido tratada con normalidad. Estudios señalan que la AR no tiene cura. Pero con tratamiento se le puede dar mejor calidad de vida a quien la padece.

El teléfono de la doctora sonó. La voz le resultó familiar: no es un acento venezolano. “¿Qué pasó, por qué no has venido a ponerte el medicamento?”, preguntó Chirivella. La respuesta le sorprendió. “Doctora, me mandaron a llevar mi pasaporte y visa, que estuviera al día para podérmelo entregar”.

Pasaron los días y no aparecía la paciente, de nacionalidad colombiana, con 14 años viviendo en Venezuela y con cédula de extranjero reconocida por el Estado. La reumatólogo decidió llamarla esta vez.

-No me entregaron el medicamento porque no soy venezolana, doctora.

-Pero por qué, si tú fuiste a demostrar que tus papeles estaban en regla, replicó.

-Sí, pero me dijeron que las normas habían cambiado. No me lo darían por no ser venezolana, contestó la paciente.

Ambas se sobrepusieron a la indignación de la respuesta que a la colombiana le dieron en el Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS), en Caracas. La mujer adolorida hizo un esfuerzo titánico y reunió los 14 mil bolívares (1,8 salarios mínimos) para comprar el primer mes del medicamento: Humira, una vacuna biológica de anticuerpos monoclonales.

El segundo mes lo pagó Chirivella. La ‘muchacha’, como le describe en entrevista exclusiva, al parecer vive en las parcelas de El Socorro, una zona deprimida socioeconómicamente a unos 13,44 kilómetros al suroeste de Valencia. “¿Te imaginas pagar 14 mil bolívares mensual por un tratamiento?”.

Más información en El Carabobeño.

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