Si bien es cierto que desde el principio el actual modelo económico de Venezuela ha demostrado estar equivocado por su insaciable voracidad y su propensión al derroche, no es sino hoy, cuando los precios del petróleo están alcanzando su nivel más bajo en los últimos años, que las catastróficas consecuencias del llamado “Socialismo del siglo XXI” se muestran con mayor crudeza.
Hoy a los venezolanos nos ha tocado entender por las malas que la visión cíclica de la historia es la que más se acerca a explicar la realidad, porque nuestro país, lejos de mantener un rumbo firme y lineal hacia el progreso, se encuentra hoy en un proceso de retroceso y depauperación tan acelerado que casi que se pueden ver las diferencias con el paso de un día a otro.
Basta con escuchar a algún familiar o amigo viviendo en el extranjero para notar dos cosas: primero, cómo los demás países avanzan mientras nosotros no solo no avanzamos sino que retrocedemos; y segundo, cómo los ciudadanos de otros países, especialmente los de nuestra querida América Latina, se muestran incrédulos al ver cómo pudimos llegar a semejante crisis aún teniendo todas las riquezas naturales y ventajas geoestratégicas que nuestro país tiene. Y es que hay que recordar, para saber de dónde venimos y para dónde vamos, que Venezuela no siempre fue referente en el mundo por su alto índice de inseguridad, por su escasez o por la debilidad de su moneda; sino que antes fue conocida también por ser la excepción democrática en un continente plagado de dictaduras, por ser próspera y moderna. No en balde nuestro país fue visto como el destino predilecto de muchos emigrantes, tanto europeos como americanos, que con amor adoptaron esta tierra con la esperanza de hacerse un futuro mejor.
La diversificación de la economía ha sido desde la primera mitad del siglo pasado un reto de primer orden para nuestro país. Durante la democracia, a pesar de algunos errores y muchos obstáculos, se avanzó en ese sentido, instalándose en el país un parque industrial que si bien aún tenía muchas deficiencias, al menos contábamos con una producción interna de bienes y productos básicos para nuestro consumo. Sin embargo durante los últimos 14 años, tiempo en el que al país entró la cantidad de recursos más grande de toda su historia gracias a la bonanza petrolera, el gobierno nacional se ha dedicado a destruir la industria venezolana con expropiaciones, invasiones y confiscaciones; típico de los regímenes enemigos de la libertad individual y propiedad privada. Promoviendo, gracias al control cambiario, una economía de puertos, donde las importaciones de productos terminados hicieron imposible la producción y manufactura nacional. Solo entre el 2013 y el 2014 se aumentaron en 10% las importaciones. Según Datanalis, un millón de dólares entregados a empresas Polar produce cuatro veces más productos alimenticios que un millón de dólares entregados al Ministerio del Poder Popular para la Alimentación para traer productos importados, saque usted sus conclusiones.
Las consecuencias del “Socialismo del siglo XXI” las vemos hoy en las largas colas de los supermercados, en el racionamiento de alimentos y en los anaqueles vacíos, en los automóviles accidentados y abandonados porque no se consiguen los repuestos, en la falta de medicinas para nuestros enfermos, en las madres desesperadas buscando pañales y leche para sus bebes y hasta en la ausencia de artículos de aseo personal como champú y jabón.
¿Qué nos espera para diciembre? O peor aún, ¿enero?.
Al día de hoy tenemos una percepción de liquidez, muchos funcionarios públicos ya cobraron sus prestaciones sociales, los empleados van a recibir sus utilidades, pero el poder adquisitivo esta en el suelo. Hoy se requieren 6 sueldos mínimos para cubrir la cesta básica.
¿Cual será el “Dakazo” del gobierno para cumplir con su cuota de populismo de estas navidades? ¿O no lo habrá este año por no ser electoral? Ya le cumplieron al gremio militar con su aumento del 45%. ¿Bozal de arepa?
¿Queremos los venezolanos salir de esta crisis y encaminarnos hacia un futuro mejor? Estoy seguro que sí… ¿Qué estamos haciendo para lograrlo? Esa respuesta está en cada uno de nosotros.
Alfredo Jimeno es Concejal de Chacao
Twitter: @AlfredoJimenoR