Orlando Viera-Blanco: Maduro, ¡Premio Nobel de la Paz!

Orlando Viera-Blanco: Maduro, ¡Premio Nobel de la Paz!

Si un medio no conduce a un fin, usarlo a sabiendas de su futilidad, no es más que una idiotez.

En una noche tan linda como esta, diez representantes de la MUD, de pronto debidamente maquillados por Osmel Sousa y embalsamados por el G-2, se prestaron a un encuentro de aparente diálogo, por una aparente negociación en un ambiente de aparente paz y armonía. Uno de los primeros postulados que uno aprende en teoría política es que “no basta ser la esposa del César, sino que hay que parecerlo”. Pero, ¿qué pasa cuando sucede al revés; cuando no se tiene la investidura de lo que se pretende empoderar? El resultado es fatal: una terrible combinación de moca, fantochada e incredulidad.

Lo primero es preguntar a qué “estado” representan los concursantes. Tal como en el sugerido certamen de belleza, aparecen candidatos que no visten a quienes personifican; van pasados de edad, no caminan acorde, ni comportan “medidas” de acuerdo a la circunstancia. La gente al ver este desentono, no sabe si burlarse, lamentarse o simplemente molestarse, porque se supone que quienes van a un cotejo de elevada exigencia, deben haber respetado postura, compostura y objetivos. ¿A quién representa hoy la lírica de Barboza o Aveledo? ¿A los padres de los jóvenes asesinados? ¿A los venezolanos que matan cada media hora impunemente? ¿A los presos políticos? ¿A los exiliados? ¿A la indignación y el hastío? Barboza se dio el tupé de decir que “todo aquel que en nuestro nombre (subrayado), realice actos violentos, castíguese conforme a la ley”. ¿Cuál ley Barboza? ¿Quién en su sano juicio tiene interés de actuar en su nombre o en el de la MUD? En política, la coherencia, la consistencia y la humildad, son postulados fundamentales. No es coherente tener un país encendido por la protesta -entre muertos, detenidos y torturados- y ver una imagen de diez apóstoles cómodamente sentados en el palacio de gobierno del verdugo, compartiendo un café. No hay consistencia, cuando se sabe que no se lograra ningún objetivo… Velásquez dijo: “aquí no venimos a negociar, ni tengo esperanza que de esta reunión salga nada”. Diosdado lo confirmó: “aquí no hay diálogo, ni negociación”. Entonces todo queda en un concurso de oradores deshojando margaritas entre flores, catarsis y aire acondicionado. Capriles dice que “el 14A, el país cambió… y si Nicolás no cambia el país revienta”. Es cierto. El país conoció a días del 14A-13, quienes le mintieron. Ni Maduro auditó (lo inauditable), ni Capriles defendió su victoria electoral. Y son nuestros hijos ahora, quienes se revientan en la calle para defender lo que no supimos liderar… En el plano de la agenda, llama la atención como-solapadamente -no se denunció con rigor la injerencia Cubana y Capriles calló -premeditadamente- el despojo electoral y el manejo curvero del CNE.

Muchos quieren concentrar el análisis en las conveniencias o no de este “dialogo”. No creo que ese sea l’état de la cuestión. Para este columnista este certamen de hedonismos e hipocresías, no arrojó dividendos a nadie. Fue individualismo puro. A quién beneficia que uno diga “siempre me has caído mal” (con un dejo raro y personal) y otro cite al papa Francisco, obviando las maldades de Fidel. Egos. Nada más… Si un medio no conduce a un fin, usarlo a sabiendas de su futilidad, no es más que una idiotez. Nadie convencerá al gobierno que libere a los presos políticos, decrete amnistía, cambie su modeloorwelliano o viabilice la autonomía de los poderes. Y el gobierno no logrará que la protesta cese, porque lo diga Falcón, Capriles o Enríquez. Si anticipadamente no hay “medidas” que acatar porque nadie quiere dejar de comer, entonces el certamen fracasa por no tener nada “de bello” ni real. Y el resultado -alertábamos- es la moca, el ridículo y la decepción.

Discrepo de quienes dicen que “el diálogo” del 10A-14, le lavó la cara al gobierno. Por el contrario. Esa noche enlodó más las bardas de sus ponentes, por no demostrar representatividad, capacidad resolutoria, ni sintonía con el sacrificio protestatario de la calle. Que el gobierno “respiró” esa noche, puede ser. Pero no cogió un segundo aire. Esa noche las protestan y la represión continuaron, y se comenta que los colegios privados deben desaparecer. La MUD queda descubierta, por un modo burocrático y elitesco, que oxigenaba al propio gobierno. Y Maduro queda al filo de la fractura interna, evidenciado en el silencio estruendoso y preestablecido del asunto cubano, lo cual levanta sables en la FFAA… Los grandes ausentes: estudiantes, sociedad civil, VP, María Corina y pueblo desencantado, les queda el camino libre para terminar lo que han comenzado: rescatar el orden democrático… El diálogo entre MUD y gobierno fotografió para la historia, como una herramienta muy valiosa en política- el diálogo- fue utilizado torpemente, por lo que nadie se alzó con el premio de miss congeniality… El divorcio entre diálogo y realidad llegó al climax cuando José Pinto (líder de los tupamaros), nominó como Premio Nobel de la Paz-sic- al Sr. Maduro Moros. Bizarra iniciativa que le dio cierre una larga, insípida e improductiva noche, de cuchillos de badel…

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