Juan Guerrero: Los ángeles asaltan el cielo

Juan Guerrero: Los ángeles asaltan el cielo

Andrea es una joven de 17 años estudiante de secundaria. A su corta edad ya es líder estudiantil. La observo mientras recorre la concentración en una de estas noches, en El Cardenalito en Barquisimeto.

Delgada, de temple recio y voz segura que acentúa con una mirada dulce y a la vez incisiva. Como ella, muchos de los jóvenes que veo rondan no más de los 19 años, quizá 20.

En la aparente improvisación reinante hay claridad en los objetivos. Si bien existen los exaltados de siempre, la gran mayoría actúan de manera calmada cuando conversan y dan sus explicaciones del por qué están en la calle. Unos portan pancartas, otros grandes telas, el resto han optado por usar sus cuerpos como pantallas humanas para expresar su dolor, su grito de rebeldía ante la injusticia.





Un ambiente de alegría, de camaradería y solidaridad colma los espacios por donde estos jóvenes pasan. La colaboración es espontánea. La gente baja de los edificios con refrescos, agua y comida. Hay colectas para ayudar a quienes han sido heridos, como el joven que fue alcanzado por una bala, en la espalda, y el proyectil le afectó parte de su médula.

Estos jóvenes estudiantes no están bozaleados ni mandados por algún oculto grupo ni tampoco reciben dinero por estar en la calle protestando. Cuando hablo con alguno de ellos se les nota el fervor, la intensidad de un discurso que tiene un solo objetivo: encontrar soluciones certeras, claras y efectivas contra la inseguridad, tanto fuera como dentro de sus recintos educativos. Mucho pedir?

En la soledad de la madrugada pienso, como Marx, cuando se encontraba en París y fue testigo de las revueltas en la Comuna que los parisinos realizaron contra el régimen de opresión reinante. Les vio, reflexionó y dijo: “Esto es un asalto al cielo”. Tenían todas las de perder, ciertamente. Pero había una verdad en ellos que hizo a Marx darle su apoyo, aunque estaban condenados al fracaso.

La traducción que de esto saco es que los estudiantes están luchando por su vida, de ahí la verdad y legitimidad por su derecho a la protesta. Los antecedentes ya son un lugar común indicarlo. También la cuota de sacrificio que están dando para alcanzar su meta: a la fecha de terminar de escribir esta nota (martes 18-2-2014) han sido asesinados 4 personas, más de 50 heridos, sobre los 120 detenidos y otros tantos desaparecidos.

Así pasó en los gobiernos anteriores, y también antes cuando existían las dictaduras.

La tradición de lucha en los estudiantes venezolanos no ha variado significativamente en sus reclamos, desde el siglo pasado, quizá hasta podría decirse que desde el siglo XIX. Libertad de expresión y de información, excelencia académica y mejores servicios sociosanitarios, tanto para ellos como para el resto de los ciudadanos.

Quizá lo que ha cambiado sean las estrategias, el uso de las nuevas tecnologías. Pero a las piedras y palos usadas por los estudiantes en el siglo XIX, se le agregaron, en el siglo XX, los cauchos y la gasolina, y ahora en el XXI, los celulares que sirven para contrarrestar el siempre apabullante poder del Estado. Esas son sus barricadas contra el autoritarismo y la bota militar disfrazada de rojo que busca aplastar la rebeldía en los estudiantes venezolanos.

Por lo tanto, es falso que los estudiantes sean unos tontos útiles o que no tengan claridad en lo que reclaman. Ellos sufren a diario, como el resto de los ciudadanos, la dramática realidad de un país que se niega a vivir en una indignante cola, buscando los alimentos o medicinas, mientras la inseguridad y la violencia tocan cada vez más cerca la puerta de sus hogares.

“Prefiero morir luchando a que un malandro me mate para robarme mis zapatos” comentaba una joven en una de las tantas marchas y concentraciones que se realizan a diario.

Leo algunos mensajes de texto del tuiter y encuentro personas indicando, como muchos líderes partidistas, que aún no es el tiempo. Mientras los partidarios de dios dicen que su tiempo es perfecto. Otros que se deben esperar mejores condiciones. -Pero es que  “solo me queda la vida y la dignidad” profesor, “y no me la van a quitar, ni el gobierno ni los malandros” me dice un “lanudo” estudiante de secundaria.

En la Venezuela del siglo XXI estamos todos altamente politizados mas no partidizados. Y la consciencia política del venezolano está asumiendo en la calle su protagonismo. Sea hoy o mañana. Pero es irreversible. Ya no hay vuelta atrás.

Estos ángeles no han llegado al cielo, pero están a las puertas del Paraíso en una mañana de primavera.

camilodeasis@hotmail.com

@camilodeasis